Democracia en riesgo: partidos y alianzas tienen escasa vida orgánica


Según analistas, los caudillismos perjudicaron la vida orgánica de los partidos políticos, que carecen de estructuras que los validen en el tiempo.

Por Mauricio Diaz Saravia

Jorge Quiroga y sus aliados muestran el registro de la alianza Libre, el miércoles.

Jorge Quiroga y sus aliados muestran el registro de la alianza Libre, el miércoles.



Fuente: La Razón

En una álgida coyuntura marcada por las pretensiones electorales de los partidos políticos y las alianzas nacionales surge la inquietud de saber qué tan sólidas son las estructuras orgánicas de esas organizaciones.

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La vida orgánica en ellas no solo se convierte en una “garantía” para su “permanencia” en el tiempo, sino también para consolidar la democracia como tal.

La vida orgánica de los partidos políticos en Bolivia se refiere al conjunto de normas, estructuras, mecanismos de funcionamiento interno y formas de organización que rigen su existencia y actividad institucional.

Está determinada por sus estatutos y reglamentos, y abarca aspectos como la elección de dirigencias, la participación de sus militantes, la toma de decisiones, la renovación periódica de autoridades, la definición de candidaturas y la visión de país.

Partidos políticos

Esta vida interna de las organizaciones políticas debe cumplir con los principios democráticos establecidos por la Constitución y las leyes electorales del país, y es supervisada por el Órgano Electoral para garantizar transparencia, inclusión y legalidad en el accionar partidario.

Con miras a las elecciones generales del 17 de agosto aparecieron al menos tres partidos políticos nuevos, y los 11 antiguos —a excepción del MAS, a pesar de su grave división— tuvieron escasa vida y volvieron a cobrar fuerza.

Una prueba es que ninguno de esos partidos, salvo el MAS, perfila una candidatura propia; tuvieron que formar alianzas circunstanciales y disponer su sigla para candidatos ajenos, impensados hace unas semanas.

La socióloga y analista política María Teresa Zegada consideró que, actualmente, la mayoría de las organizaciones políticas carece de una estructura orgánica y se mantiene “vigente” en torno a “liderazgos” y “caudillismos” emergentes de la coyuntura.

Vida orgánica

Además, advirtió que la ausencia de esa vida orgánica pone en un “grave riesgo” a la democracia.

“La democracia está en un grave riesgo. Lo que ha venido a sustituir a los partidos, como esas estructuras que pensamos que son las que tienen que sostener los pilares de la democracia, son liderazgos improvisados que surgen o que no han logrado, realmente, conectar con la realidad y no están logrando ocupar esos lugares y construir junto con ellos estas estructuras necesarias”, dijo en entrevista con La Razón.

Dijo que la ausencia de “lo orgánico” en los partidos los expone a la “fragilidad” y la “improvisación” y que ese aspecto “es parte” de la cultura política boliviana.

“Es una cultura fuertemente impregnada a lo largo de la historia por el caudillismo, por relaciones clientelares, por oportunismo, por la configuración de grupos muy herméticos de poder que no son capaces de abrirse a una renovación a la carrera política de gente joven que pudiera acceder a cargos de dirección”, cuestionó.

Incluso, dijo que esas organizaciones se convierten en estructuras “casi feudales de grupos que se enquistan alrededor de un liderazgo”.

En ese sentido, la vida orgánica no solo “sustenta” a los partidos, sino que permite, a través de la formación de su militancia, la renovación de sus “cuadros políticos”, que refuerza la misión y la visión de una estructura partidaria.

Caudillismo

Zegada identificó, en la actualidad, tres “tipos de partidos”. El primero, los de “larga historia, como el Frente Revolucionario de Izquierda FRI, el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), Acción Democrática Nacionalista (ADN), Partido Demócrata Cristiano (PDC) y Unión Cívica Solidaridad (UCS).

“Han sido parte de gobiernos. Han tenido líderes en determinado momento que han cobrado, un fuerte protagonismo”.

En el segundo grupo incluyó al Movimiento Al Socialismo (MAS), Unidad Nacional (UN), Movimiento Tercer Sistema (MTS) y el Partido Demócrata Social (Demócratas), de los que consideró que son formaciones políticas del siglo XXI, que “han logrado cierta representación nacional mediante alianzas electorales, aunque enfrentan limitaciones y no han consolidado estructuras sólidas. Cuentan con liderazgos visibles como Rubén Costas, Samuel Doria Medina y Félix Patzi. Representan una nueva generación de partidos”.

En un tercer grupo, clasificó a APB-Súmate, de Manfred Reyes Villa; Movimiento de Renovación Nacional (Morena), liderado por Evo Copa; Frente Para la Victoria (FPV) y Partido de Acción Nacional Boliviano (Pan-Bol), los dos últimos con personería jurídica anulada. “Han logrado cumplir los requisitos (para su personería jurídica), pero no se ve detrás de ellos ninguna estructura. Son partidos a los que la democracia les tiene que dar el beneficio de la duda, (…) habrá que ver va su desempeño”.

En un análisis general, afirmó que esa fragilidad “obliga” a los partidos políticos a agruparse y conformar alianzas, pero también advirtió que esos acuerdos “suelen estar contaminadas con intereses muy particulares”, lo que genera “más desconfianza de la ciudadanía”.

Estructura orgánica

“Estamos atravesando quizás por el peor momento de los partidos políticos”, dijo Zegada.

El abogado y exministro de Defensa Reymi Ferreira coincidió con Zegada. Por ejemplo, afirmó que existe una “crisis” estructural en los partidos políticos, y que ésta alcanzó a los cuadros de izquierda y de derecha.

Asimismo, consideró que parte de esa crisis partidaria es la falta de un “proyecto nacional”. “Aquí hay mucho pragmatismo, hay mucho cortoplacismo; hay mucho de ego, mucho de intereses personales”, afirmó.

Y añadió: “Estamos frente a una crisis estructural de pérdida de legitimidad de las organizaciones políticas, por el caudillismo, por los intereses, por la fragmentación”.

Hay “fragilidad” de las estructuras políticas, según su análisis, que impide a los partidos, por ejemplo, ser independientes y que, ante la carencia de la vida orgánica, recurren a alianzas o liderazgos que les permiten “seguir vigentes”, en base al “oportunismo”.

Democracia

“Si los partidos no son estructurados, no son orgánicos» no tienen una línea doctrinaria, entonces se convierten en un espacio de negociación política comercial, donde se pueden trabajar con los votos de un lado al como la nuestra”, sostuvo.

En su criterio, el “problema de los caudillismos” no ocurre solo en Bolivia, sino en otros países de la región y otros continentes.

Consultado por la solución a ese problema, el analista respondió que, primero, se debe eliminar “el culto a la personalidad”. Asimismo, dijo que los partidos deben generar un “proyecto de país” fuera de los caudillismos.

Por otro lado, politóloga y periodista Susana Bejarano también habló con La Razón sobre las estructuras políticas. Consideró que la que la falta de estructuras orgánicas en los partidos políticos “baja la calidad de la democracia”.

Afirmó que los partidos deben “promover una vida orgánica, militante, democratizarse internamente, buscar nuevos militantes, formar liderazgos y dar espacios”.

Formación

Para la analista, hay algo que “perjudicó” la conformación de las estructuras orgánicas de los partidos. Se trata del “financiamiento”.

“La idea es que sea el Estado quien financie a las fuerzas políticas fortalece la democracia. Al ser dinero público es auditable, por un lado, pero centralmente evita tratamientos torcidos como las alianzas) para lograr subsistir (…). Se necesita, militancias que se mantengan unidas por ciertos propósitos comunes más allá de solo la lucha por el poder”, consideró.

También se refirió a la importancia de la militancia. “Sin eso, lo que se tiene es una empresa política, no un partido”.

El vocal Tahuichi Tahuichi dijo a La Razón que el TSE hace “todos los esfuerzos” para que los partidos tengan vida orgánica. Aunque lamentó que muchos no cumplan con sus obligaciones y que su militancia sea “superficial”.

Fuente: La Razón