¿Santi, por quién hay que votar?
Santiago Terceros Pavisich
Siempre intento ver el vaso medio lleno. Y esta semana, la política boliviana nos regaló un hecho incontestable: hay diez binomios inscritos y, por primera vez en dos décadas, el Presidente en ejercicio no será candidato. Eso ya es una forma de cambio, un símbolo de cierre de ciclo, de oxígeno
Con las candidaturas ya en firme, el mapa se dibuja con nitidez. El MAS ha postulado a un hombre fiel a Arce: Eduardo del Castillo. Más conocido por apodos que suenan a narcoficción que por ideas políticas. Su lealtad es su principal mérito, y su actitud de pelicula ochentera, su carta de presentación. El bloque nacional popular, sin embargo, no termina ahí.
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Tenemos cuatro candidaturas claramente enmarcadas en ese bloque: la del MAS (Del Castillo), la de Andrónico Rodríguez (MTS, aún en suspenso), la de Eva Copa (Morena), y la de Johnny Fernández (UCS). Todas ellas con el mismo ADN: corporativismo, estatismo, clientelismo. Pueden vestirlo de juventud, de renovación o de regionalismo, pero el fondo no cambia.
En un espacio más difuso, Samuel Doria Medina y Manfred Reyes Villa intentan encarnar un centro político. Pero lo hacen desde la ambigüedad. Samuel, aliado con Comunidad Ciudadana y Creemos, arrastra el peso de una oposición parlamentaria desdibujada. Manfred, desde su pragmatismo, nunca ha propuesto una reforma real del Estado. Son parte del continuismo, aunque se disfracen de moderación o de liberalidad.
Y finalmente, tenemos un grupo de cuatro candidaturas claramente reformistas y liberales: Tuto Quiroga, Rodrigo Paz, Jaime Dunn y Paulo Folster. Cada uno con matices, pero todos en sintonía con la idea de reducir el tamaño del Estado, modernizar la institucionalidad y abrir la economía. Son los que —con mayor o menor fuerza estructural— plantean un verdadero giro.
Ahora bien, con este grado de fragmentación, es casi imposible que alguien gane en primera vuelta. Para eso se necesita, como mínimo, 40% y una diferencia de 10 puntos. Nadie los tiene hoy. Iremos, con altísima probabilidad, a una segunda vuelta. Y será en ese momento donde la unidad real deberá activarse. No la de las selfies prematuras ni los pactos vacíos. La unidad detrás de las reglas democráticas: dos candidatos, uno elegido por mayoría absoluta. Clarito. Eso probablemente suceda, como muchas veces en la historia boliviana, en Octubre.
Y mientras esperamos ese momento, la elección por las listas toma un valor estratégico. Porque, como ya dijimos en domingos anteriores, la próxima Asamblea será el espacio clave para la reconstrucción del país.
La fragmentación actual anticipa una Asamblea plural. Con presencia del bloque nacional popular, sí, pero también con posibilidad de contrapeso si el bloque liberal logra representación proporcional. La clave estará en la calidad de las candidaturas uninominales, ahí donde el voto puede ir más allá del partido y premiar a las personas.
No será fácil. Hay listas mediocres, con operadores repetidos y cuotas disfrazadas de liderazgo. Pero también hay algunas gratas sorpresas. Gente que llega con formación, con ideas, con vocación. Será tarea del votante detectarlas.
Esta semana se terminó de repartir el tablero. Ahora queda mover las fichas. Y sobre todo, entender que el cambio real no vendrá solo del presidente que elijamos. Vendrá de la Asamblea que logremos construir
Santiago Terceros Pavisich