¡Dignidad….!


 

Dos dimensiones, valores o atribuciones que el ser humano debe conservar, tener y hacer gala de ello, porque así debe considerarse hombre o mujer plenos y libres: dignidad y convicciones. Ambas son condiciones irrenunciables en la lucha por los derechos humanos, por una sociedad mejor, por un Estado más democrático, más justo y libre. Y para ejercer liderazgo político, sindical o de otras índoles.



Quizás en la Bolivia plurinacional ambas se encuentran navegando en el pantano entre los actores políticos que han dominado la reciente historia política del país.

En el pasado inmediato los bolivianos hemos asistido al sacrificio de muchos líderes sindicales y políticos, que asumiendo su dignidad enfrentaron a la bestia militar hasta dar la vida misma, demostrando férreamente sus convicciones de revolucionarios, de haberse fogueado en las luchas sociales y sindicales por nobles objetivos, sin importarles sus familias y sus seguridades.

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Prefirieron la muerte, las torturas y desapariciones para no denunciar a sus compañeros de lucha, ni a sus parientes. Las dictaduras militares de Banzer y García Meza, que tenían claro el testimonio fatal: En política no hay enemigos vivos, y por ello aniquilaron a todos aquellos que decidieron combatir las atrocidades de ambos regímenes de terror y delincuencia que hemos vivido en los años 70 y 80.

Pero ahora con los años de ejercicio del poder de Evo Morales que endulzó, atrajo y sedujo a los votantes con cambios profundos y éticos en el gobierno, en el sistema judicial, en la lucha contra la corrupción, en el respeto a los derechos de las mujeres, de las niñas, de los indígenas, que sin embargo, luego de catorce años de estar en la cima del poder, ese proceso de cambio, ahora contaminado por los propios delitos, ambiciones y errores del  jefazo, lleva a un ejército de seguidores a cerrar los ojos y defenderlo a raja table, por encima del bien y del mal. Es el Mesías, dicen sus admiradores y colaboradores.

¡Al diablo las convicciones y los principios!. Es que el diablo sabe para quién trabaja y para qué. Es que las convicciones se esfuman cuando ves al frente un sobre lleno de dinero, favores y promesas, y cuando tus necesidades y deseos son imparables e insaciables. Al carajo las convicciones para varios ciudadanos que han decidido tapar o no ver los delitos sexuales de Evo Morales, al extremo que el ex procurador Wilfredo Chávez, quiere hacernos creer que el delito debe concebirse de otra manera: «Les pregunto. Los miles de casos de matrimonios de menores de edad, ¿todos podrían ser considerados delincuentes? No puede ser. Están criminalizando la situación. Si la víctima no se siente víctima, no va a denunciar y no existe, por tanto, acción penal ni puede existir persecución penal”. La víctima es la culpable, mandando al tacho, el interés superior del niño y niña establecido en la Constitución Política.

Y fue procurador del Estado, ministro de gobierno de Morales, claro que tiene que mandar al diablo sus convicciones y no tener un gramo de dignidad. Favores y muchos por devolver.

Pero también cabe preguntarles a los más de 30 exministros de Evo Morales si están convencidos que su jefazo no cometió delito alguno, de los cuales muchos de ellos fueron testigos y protagonistas. Hay testimonios que prueban que a Evo les llegaban señoritas en cada viaje que realizaba. Algunos de ellos estaban por ahí. Pero ahora, desconociendo esa dramática realidad de la pedofilia y las violaciones que fue autor el jefazo, los exministros están preocupados de la detención de la jueza Lilian Moreno, que han pedido la intervención de la ONU. Pero nunca dijeron nada de las violencias sexuales que sufren muchas de sus compañeras y de las propias víctimas del expresidente de Bolivia.

¡Dignidad y convicciones, tanta falta les hace a los que ejercen el poder! Obedecen a ciegas las órdenes, aún sabiendo que eso no está bien, que incluso va contra sus propias ideas, pero no es la hora de hacerse los rebeldes. Stefan Zweig nos retrata así a estos humanos que han existido hace siglos y siguen vivos en el presente, en su libro Fouché, el genio tenebroso: “Un hombre así no tolera contradicción ni opinión opuesta a la suya en las cosas del espíritu. No tolera a nadie a su lado y menos frente a él. Sólo soporta a los hombres si reflejan, como espejos, sus propias opiniones, si son sus esclavos espirituales, a los demás los elimina inclemente como el corrosivo terrible de su temperamento bilioso. Persiguió a los que se apartaron de su opinión, pero sobre todo -y terriblemente- a los que se opusieron a su voluntad, a los que no respetaron su infabilidad”.

José Revueltas, escritor mexicano, revolucionario y comprometido con sus ideales y con las luchas políticas, sufrió años de cárceles, torturas, presiones, chantajes, más nunca cedió y plasmó en sus libros su testimonio de vida y de convicciones, permitiéndome compartir esta reflexión: “¿Qué importaba la vida si era para arder como una antorcha que iluminara las tinieblas? ¿Qué debe importar la consunción y acabamiento de los propios hijos, si a cambio de ello se lucha por un mundo donde no existan el hambre, ni el dolor, ni la muerte para ningún niño de la tierra?” (Días terrenales).