El legado de “Pepe” Mujica


El lamentable fallecimiento de José “Pepe” Mujica conmocionó a la región y al mundo, debido a que representaba un personaje notable por el ejemplo de vida que desarrolló. Llegó a ocupar la Presidencia de la República del Uruguay, destacándose por las acciones de su diario vivir en el cual aplicó sus ideales, posicionándose de esta manera como un mentor de mensajes de vida y libertad.

En los escenarios en los cuales se presentaba, así como las entrevistas que concedió a diferentes medios de comunicación, centraba la atención del público porque era de esperarse que sus discursos contengan mensajes profundos a manera de reflexión sobre diversos temas, por lo que no pasaba desapercibida su presencia en cualquier escenario, constituyéndose en un ejemplo vivo de sus propias ideas.



Desde su juventud, debido a sus ideales en su lucha contra los presidentes de facto que gobernaban su país natal, se apasionó por la política siendo líder de un grupo guerrillero denominado Movimiento de Liberación Nacional Tupamaros, razón por lo que fue apresado entre 1971 y 1985, recobrando su libertad sólo con el retorno a la democracia en su país. En un periodo nefasto de autoritarismo regional que se desarrolló principalmente en los años 60, 70 y 80.

Sus ideas de cambio lo catapultaron a la presidencia de su país (2010 – 2015), periodo en el cual, promovió la despenalización del aborto, la regulación del cannabis, el matrimonio entre las personas del mismo sexo y diferentes políticas públicas en favor de diferentes sectores, principalmente los más vulnerables. Hitos que perduran en su país, marcando una etapa de inflexión para la república y señalando las directrices para futuras generaciones.

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No se olvidará el vehículo que conducía, una peta escarabajo azul cielo del año 87, que le sirvió de transporte, inclusive en los años como presidente de la república, con el cual se transportaba desde su finca, a las afueras de la ciudad de Montevideo, hasta el palacio de gobierno, vehículo que lo acompañó hasta el último día de su vida.

Prescindía de usar carros blindados ni escoltas, menos aún seguridad personal, aspectos diferentes para un primer mandatario de un país. Donaba más del 80% de su salario como presidente para causas nobles, aspectos que denotaban el carácter humilde de un hombre que lucha por sus ideales, ganándose el respeto, la admiración y el aprecio de la población y del mundo entero. Cuando dejó de ser autoridad caminaba tranquilo por las calles de su país, aunque prefería pasar más tiempo en su finca, como cualquier ciudadano libre, sin señalamiento alguno.

Cada uno de sus mensajes contenía elementos reflexivos que cuestionaban los valores de la sociedad contemporánea. Mencionaba que la pobreza no la tenía aquel que tiene poco sino el que quiere mucho, efectuó reiteradas críticas al consumismo y promocionaba a la austeridad como alternativa, condenaba la obsolescencia programada como producto del capitalismo y la acumulación de riqueza, defendía de manera inquebrantable a la vida y la libertad.

En la conferencia de las Naciones Unidas sobre el Desarrollo Sostenible desarrollada en Río de Janeiro (Brasil) en 2012 expresó, para muchos, uno de sus mejores discursos defendiendo la vida, indicando que la misma se va minuto a minuto y que no se puede ir al supermercado a comprar vida, como cualquier otro bien o servicio. Una crítica al acelerado ritmo de vida que se desarrolla en la actualidad, mismo que no considera que la vida es el bien más preciado, pero que no lo valoramos como tal.

Su vida personal y familiar se circunscribía a su hogar (finca) y a su esposa, compañera de lucha en los años 70. La vivienda que habitó la utilizó incluso cuando era primer mandatario de su país. El cultivo de flores fue parte principal de sus ingresos familiares, actividad que desarrolló desde joven y no dejó de hacerla hasta el final de su vida.

Pepe Mujica se constituye en un verdadero icono de humildad, una sublime concordancia entre los ideales y la acción, nos deja un legado de mensajes claros para desarrollar una vida plena y en libertad. Una consecuente lealtad a sus principios e ideas de cambio y una demostración de vida mediante el ejemplo.

Gustavo Gómez es economista.