Así como el periodista Cirilo Barragán fue fusilado en 1865 por el régimen de Mariano Melgarejo, en la actualidad 160 años después, los periodistas sufren agresiones, ante la mirada indiferente del Estado. El 10 de mayo es su día.
“La situación del periodismo en Bolivia atraviesa una de las crisis más profundas de los últimos tiempos”, alertó la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB) ante la llegada del 10 de mayo cuando se recordará el Día del Periodista. Para ilustrar la magnitud de esta crisis, la entidad señala que ocho de cada 10 periodistas ejercen su labor en condiciones precarias y sin ningún tipo de respaldo estatal.
Esta radiografía sombría también es compartida por tres periodistas de larga trayectoria en radio, televisión y prensa. En sus testimonios, coinciden que la crisis tiene múltiples dimensiones: el colapso económico de los medios, la violencia política y el desafío de la transformación digital.
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La periodista Helga Velasco de Cadena A, hizo énfasis en el impacto de la crisis económica que ha llevado al cierre de medios y al despido masivo de trabajadores de prensa.
“Estamos en una batalla desigual con los nuevos emprendimientos digitales, donde hay periodistas comprometidos, pero también pseudo-medios que monetizan contenido sin ética, aprovechándose del trabajo periodístico serio”, señaló desde La Paz, la sede del poder político.
José Luis Flores, periodista de Radio Panamericana, incorporó otro ángulo: la creciente hostilidad del poder político hacia el periodismo independiente.
“Los gobiernos, sean del signo que sean, intentan acallar la labor de fiscalización que ejerce la prensa. No les gusta ser cuestionados y por eso recurren a la violencia verbal y física, muchas veces con total impunidad, como si los periodistas fuéramos ciudadanos de tercera categoría”, reflexionó.
Un reciente informe de la ANPB respalda estas afirmaciones. Según su estudio, el 71% de los periodistas bolivianos trabaja con contratos informales, fuera del amparo de la Ley General del Trabajo.
Además, los ataques físicos se han vuelto frecuentes y normalizados. Un ejemplo reciente ocurrió el 3 de mayo, en Quillacollo, Cochabamba. Allí, la periodista Ángela Ninoska Mamani y el camarógrafo Dahan Joaquín Vedia fueron brutalmente agredidos mientras cubrían un conflicto vecinal. Ella fue golpeada, herida con un objeto punzocortante y despojada de sus pertenencias; él, derribado al piso y pateado.
Dos días después, en otro episodio de violencia, la periodista Paola Cadima y el camarógrafo Juan Rodo Adrián, de Unitel, fueron atacados por una turba. Cadima fue manoseada, golpeada y perdió el conocimiento. Su compañero también fue víctima de agresiones físicas. Ninguno de estos hechos ha recibido una respuesta firme por parte del Estado.
El tercer componente de la crisis es el tecnológico. La digitalización ha transformado la manera de hacer periodismo dejando obsoletos muchos formatos tradicionales, pero también abriendo un mundo nuevo que exige nuevas competencias. Adaptarse o desaparecer: ese es el dilema.
Guider Arancibia, periodista de EL DEBER, puso el foco en el sentido de misión que aún persiste pese a la adversidad: “Cada día nuestra tarea es sacar a la luz lo que otros quieren mantener en la oscuridad. A pesar de las amenazas, la precariedad y la desprotección, seguimos comprometidos con la sociedad. Sabemos que es duro, pero no podemos rendirnos y menos en esta coyuntura”.
Las cifras y los testimonios convergen en un mismo diagnóstico: el periodismo boliviano está en crisis, acosado por factores estructurales, tecnológicos y políticos.
Sin embargo, también resiste, sostenido por la convicción de que la verdad sigue siendo un bien público esencial en cualquier democracia. Solo en La Paz, la Cámara de Medios y Multiplataformas Informativas Digitales agrupa a 25 medios.
El 10 de mayo de 1938 fue aprobado el Decreto 100538 por el presidente de la junta militar de gobierno de entonces, el teniente coronel Germán Busch, con la finalidad de otorgar derechos sociales a los trabajadores del sector y de crear la Caja Nacional de Jubilaciones, Pensiones y Montepíos de Periodistas. Esta norma, que no fue aplicada.
“En ninguno de sus 24 artículos de esa normativa institucionaliza ni declara expresamente el Día del Periodista Boliviano y en realidad no existe documento alguno al respecto”, se lee en el ensayo El periodismo boliviano: entre héroes y tiranos (2016) escrito por el comunicador y periodista Edwin Flores (1963-2021).
El documento, divulgado en varios rotativos de alcance nacional recordó que el 10 de mayo también tuvo lugar el fusilamiento del periodista Cirilo Barragán, ejecutado por orden del dictador Mariano Melgarejo en 1865.
“No obstante, este día fue elegido para celebrar a los hombres y mujeres profesionales de la información y la comunicación, en una jornada de reflexión en torno a las esperanzas y desesperanzas que genera esta profesión en su cotidiano desarrollo”, anotó Flores.