Introducción
En teoría, las ideas económicas deberían juzgarse por su contenido, no por quién las enuncia. Sin embargo, tanto a nivel global como en Bolivia, el debate económico sigue condicionado por sesgos de autoridad e ideológicos. Esta limitación es particularmente grave en contextos donde las decisiones económicas tienen efectos directos sobre la estabilidad política, la equidad social y el bienestar de millones de personas. La evidencia internacional y los debates nacionales recientes demuestran que Bolivia enfrenta hoy un desafío urgente: ampliar y pluralizar su debate económico.
El peso de la firma sobre el contenido
Un estudio reciente de Mohsen Javdani y Ha-Joon Chang (2023) publicado en Cambridge Journal of Economics expuso cómo incluso entre economistas profesionales, el prestigio del autor afecta la valoración de una idea. En un experimento controlado con 2 425 economistas de 19 países, las mismas afirmaciones económicas recibían menor aceptación si se atribuían a un autor marginal o anónimo. Esto contradice la autoimagen meritocrática de la profesión: aunque el 82% de los encuestados aseguraron valorar solo el contenido, en la práctica los nombres pesan, sobre todo en temas sensibles como desigualdad, intervención estatal o deuda pública.
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Bolivia: un debate secuestrado por etiquetas?
Este fenómeno es aún más evidente en Bolivia, donde el debate económico oscila entre visiones ortodoxas y heterodoxas, pero muchas veces más por lealtades políticas o afinidades ideológicas que por rigor técnico. Ideas sobre salario mínimo, nacionalización de recursos, subsidios o manejo de la deuda pública suelen aceptarse o descartarse según su autor, sin un análisis profundo de su mérito. Esta práctica empobrece el debate, bloquea opciones innovadoras y dificulta construir consensos técnicos en coyunturas críticas.
En ése sentido por ejemplo Hugo Siles Espada (2025), señala como “El gran debate de 2025: Keynes vs. Hayek”, las elecciones del próximo 17 de agosto de 2025, dado que no solo definirán un nuevo gobierno, sino también el modelo económico nacional. Segun Siles, Bolivia ha oscilado- con las siguientes caracteristicas- entre:
– Neoliberalismo (1985–2006): privatizaciones, apertura y crecimiento moderado (4,2% anual), pero con alta desigualdad.
– Modelo MAS (2006–2025): nacionalización de sectores estratégicos, expansión del gasto público, reducción de la pobreza del 60% al 37%, aunque con déficit fiscal creciente (8,5% del PIB) y estancamiento productivo.
Los estatistas advierten que eliminar subsidios y controles generaría inflación y conflictividad social. Los liberales alertan que mantener el actual déficit es insostenible. Y una tercera vía propone combinar protección social con reglas claras de mercado. Sobre ese punto, coincido con mi colega Roger Mario López Justiniano (2025), Incontinencia fiscal: un viejo problema estructural, Bolivia arrastra desde su independencia una incontinencia fiscal crónica: en periodos de bonanza, el gasto público crece impulsado por recursos naturales (plata, estaño, gas, litio) y, al caer los precios, los déficits se cubren primero con deuda y luego con emisión monetaria, generando inflación y depreciación de la moneda. Este patrón ha limitado históricamente la estabilidad macroeconómica y sigue presente en el actual contexto de déficits fiscales acumulados desde 2014.
La macroeconomía global también busca equilibrio
Una importante reflexión nos la trae el profesor Olivier Blanchard (2023) quien señala que, a nivel mundial, la macroeconomía dominante ha convergido en torno al modelo Nuevo Keynesiano y los microfundamentos, facilitando consensos metodológicos. Sin embargo, persisten importantes vacíos en el estudio de los shocks económicos, la estabilidad de largo plazo y la aplicabilidad de los modelos a contextos como el boliviano. La lección: incluso en países desarrollados, el debate macroeconómico sigue abierto y autocrítico.
Conclusiones y Recomendaciones
A modo de conclusión podríamos resumir los siguientes puntos:
- El prestigio de la firma limita el debate plural e inclusivo en Bolivia.
2. La polarización histórica entre estatismo y mercado sigue empobreciendo la deliberación económica.
3. La incontinencia fiscal es un problema estructural que Bolivia arrastra desde hace dos siglos.
4. Incluso la macroeconomía global reconoce hoy desafíos metodológicos y prácticos en su enfoque dominante.
Es necesario para ello tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:
– Fomentar foros económicos abiertos y plurales, donde las ideas se evalúen por su mérito técnico, no por el nombre del autor.
– Reformar la formación de economistas en Bolivia, incorporando historia económica, sociología, antropología económica y economía del comportamiento, para reducir sesgos.
– Diseñar un modelo fiscal mixto y sostenible, que combine estabilización macroeconómica, protección social selectiva y diversificación productiva.
– Adaptar modelos macroeconómicos a las condiciones bolivianas, validando empíricamente sus supuestos y revisando el rol de las rigideces, los shocks y las expectativas reales.
En economía, lo que importa no es quién lo dice, sino qué se dice. Y Bolivia necesita con urgencia escuchar mejores ideas, vengan de donde vengan.
Por: Bismarck Javier Arevilca Vásquez, Ph.D.