Los centros de acogimiento para niñas, niños y adolescentes en Bolivia son espacios destinados a brindar protección temporal a menores en situación de vulnerabilidad, orfandad, maltrato o abandono. Sin embargo, el 3er Informe Anual del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNPT), dependiente de la Defensoría del Pueblo, revela que estas instituciones enfrentan serios desafíos en cuanto a infraestructura, atención diferenciada por edad y condiciones de habitabilidad.
Fuente: ANF
La Paz.- Los centros de acogimiento para niñas, niños y adolescentes en Bolivia son espacios destinados a brindar protección temporal a menores en situación de vulnerabilidad, orfandad, maltrato o abandono. Sin embargo, el 3er Informe Anual del Mecanismo Nacional de Prevención de la Tortura (MNPT), dependiente de la Defensoría del Pueblo, revela que estas instituciones enfrentan serios desafíos en cuanto a infraestructura, atención diferenciada por edad y condiciones de habitabilidad.
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El informe, basado en visitas a 16 centros de acogimiento a nivel nacional, señala que muchos de estos espacios albergan a menores con rangos de edad muy dispares. Por ejemplo, en ocho centros se mezclan niños de 1 año con adolescentes de hasta 18, una situación que, según el MNPT, puede generar condiciones propicias para abusos físicos, psicológicos e incluso sexuales.
Cinco de los centros visitados son exclusivos para varones, cuatro para mujeres y siete son mixtos. La presencia de centros mixtos agrava el riesgo de violencia entre pares, especialmente cuando no existe una separación adecuada por edades y necesidades específicas, como indica el principio del interés superior del niño.
Aunque el 86% de los centros cuenta con infraestructuras exclusivas para la población que albergan, lo que representa un avance en términos de diseño funcional, el problema de la convivencia entre menores de edades muy distintas persiste y no es abordado de manera integral por las autoridades responsables.
En cuanto a salud, el 94% de los centros cuenta con consultorios médicos, lo que indica un acceso básico a servicios de atención primaria. Sin embargo, casos como el del albergue de Aldeas Infantiles SOS en El Alto evidencian limitaciones, ya que no dispone de consultorio propio y depende de atención médica externa.
El apoyo psicológico está presente en el 87% de los centros, un aspecto valorado positivamente por el MNPT. Aun así, centros como “Amor de Dios Penny” (Oruro) y “Trinidad” (Beni) carecen de espacios específicos para atención emocional, lo que limita la respuesta ante traumas que arrastran muchos de los menores internados.
Las condiciones de habitabilidad también presentan luces y sombras. Mientras que el 94% de los centros tiene ventilación adecuada, solo el 36% cuenta con baños dentro de los dormitorios, lo que dificulta la accesibilidad y comodidad para los internos, especialmente los más pequeños.
En relación con la alimentación, el 60% de los centros ofrece cinco comidas al día. Otro 27% proporciona cuatro alimentos diarios, y apenas el 13% reporta brindar seis, lo que refleja disparidades en la atención nutricional, un componente clave del desarrollo infantil.
En cuanto a higiene, solo 7 de los 16 centros visitados tiene certificaciones de desinfección en sus cocinas, mientras otros 7 carecen de esta garantía sanitaria. Dos centros no brindaron información al respecto, una omisión preocupante considerando el riesgo de enfermedades vinculadas a la alimentación.
Las entrevistas realizadas a niños, niñas y adolescentes revelan una alta incidencia de riñas o peleas: el 76% de los menores entrevistados reportó la ocurrencia de conflictos entre internos, lo cual puede ser consecuencia de la falta de separación por edad y de normas disciplinarias claras.
En materia de sanciones, el informe señala que, si bien la mayoría de los centros no utiliza el aislamiento físico como castigo, un 28% sí lo hace, utilizando espacios como consultorios psicológicos para separar a los menores. Aunque esta medida suele ser breve, se advierte sobre sus posibles efectos psicológicos negativos.
En cuanto al régimen de visitas, el 80% de los centros exige orden judicial para permitir encuentros familiares, lo que representa una barrera burocrática para mantener vínculos afectivos. Solo el 20% permite visitas sin formalidades, facilitando el contacto entre los niños y sus familias.
Muchos centros no cuentan con espacios adecuados para las visitas. En varios casos, los encuentros se realizan en comedores, patios o bibliotecas, lo cual evidencia la falta de infraestructura especializada para preservar la privacidad y dignidad de estas interacciones.
Respecto al trabajo dentro de los centros, el 67% de los menores mayores de 10 años señaló que no realiza actividades laborales. El 20% mencionó tareas como limpieza, cocina o panadería, actividades consideradas por el MNPT como prácticas y beneficiosas, siempre que no impliquen explotación o carga excesiva.
El MNPT concluye que, si bien hay avances importantes en infraestructura y servicios básicos, persisten deficiencias estructurales que pueden afectar el bienestar físico y emocional de los menores acogidos. La falta de normas disciplinarias claras, la convivencia de niños con adolescentes y la ausencia de condiciones apropiadas para visitas familiares son algunas de las alertas que deberían movilizar una intervención inmediata por parte del Estado.
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