¿Quién es Andrónico Rodríguez


Por más de una década, el nombre de Andrónico Rodríguez ha flotado con insistencia en el escenario político boliviano como el “sucesor natural” de Evo Morales. Hoy, con su lanzamiento como candidato presidencial, ese plan de largo aliento empieza a concretarse. ¿Quién es realmente Andrónico Rodríguez? ¿Un renovador? ¿Un traidor al MAS? ¿O simplemente el tercer acto de una larga obra política que ha sumido a Bolivia en el caos, el narcotráfico y la corrupción?

Andrónico no es improvisado. Ha sido formado, adoctrinado y cuidadosamente preparado dentro de las entrañas del MAS para tomar la posta. Cocalero, dirigente del Trópico de Cochabamba, líder nato de la estructura sindical del Chapare, su figura cumple con todos los requisitos del manual masista. No hay nada en él que sugiera ruptura, innovación o cambio. Su historia política es una prolongación casi biológica del proyecto de Evo Morales.



Lo sorprendente, sin embargo, ha sido el momento y la forma de su candidatura. Una jugada brillante —o muy bien asesorada— que lo presenta como el outsider dentro del mismo MAS. Desde el Congreso, donde ha boicoteado sistemáticamente las iniciativas del presidente Arce, Andrónico se posicionó como la punta de lanza de la estrategia evista para hundir al gobierno. Y ahora, con rostro de independencia, se lanza como alternativa. Una jugada de alto cinismo: simula distanciarse de Evo sin traicionarlo, y simula ser oposición sin dejar de ser oficialismo.

Algunos, como Marcelo Claure, incluso se atreven a decir que será distinto. Que será un opositor constructivo. Que representa una renovación. Pero Andrónico nunca ha alzado la voz contra Evo, nunca ha criticado al modelo económico populista ni al proceso de cambio que ha llevado a Bolivia a una crisis terminal. Nunca ha hablado de achicar el Estado, luchar contra el narcotráfico, eliminar la corrupción ni desmontar la burocracia parasitaria. No hay una sola declaración suya que plantee algo diferente a lo que ya vivimos.

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En ese silencio está su estrategia. Presentarse como algo nuevo sin serlo. Coquetear con la oposición sin romper con el MAS. Hacerse llamar traidor por algunos masistas para simular autonomía, mientras sigue operando bajo la lógica del partido. Su misión no es refundar nada. Su misión es preservar el poder, maquillar al MAS y alargar su agonía política.

La historia ya nos mostró este truco. Luis Arce también fue vendido como el técnico serio, el economista renovador que corregiría los excesos del evismo. Resultado: más de lo mismo, pero con menos liderazgo y más desastre. Ahora, con Andrónico, asistimos a la tercera etapa del mismo experimento fallido. Una etapa más oscura aún, porque su misión no es solo continuar con la podredumbre, sino consolidarla, institucionalizarla, encerrarla con llave y tirar la llave al río.

Si mañana Andrónico realmente combatiera el narcotráfico, achicara el Estado, limpiara la justicia y apostara por la meritocracia, no tendría cabida en el MAS. Sería expulsado, marginado, acusado de derechista, neoliberal o agente del imperialismo. Y lo sabe. Por eso no lo hará. Porque Andrónico no está aquí para cambiar Bolivia. Está aquí para engañarla otra vez.

 

Fuente: Eduardo Bowles