Fuente: https://www.marca.com
Jaume Munar ha vivido en sus carnes la manera de comportarse del público francés cada vez que un rival se sitúa delante de los suyos. Lo vivió también Rafael Nadal en los octavos de Roland Garros 2005 con Sebastian Grosjean aunque ahora es tratado como un local más por parte de los aficionados que llenan todos los días las pistas del Bois de Boulogne.
Munar cedió con un Arthur Fils que se quejó de la espalda, pero en realidad sufría de calambres, una dolencia de la que no puede ser atendido en los vestuarios. Es lo que estipula la regla.
«El parón que ha tenido Fils es porque se estaba acalambrando y no debería parar por ello. Aunque no creo que haya tenido una influencia grande en el partido. Los calambres vienen y van y la intensidad con la que ha jugado los últimos juegos es un resumen de todo. Si tienes una lesión de espalda está ahí todo el rato. Yo sé qué son los calambres porque sufrí muchas veces con ellos. Se lo que es tenerlos y que se te van en el quinto porque ya bajas y no te ves competitivo. Luego a nivel emocional te recuperas y estás otra vez bien. Y si además bebes zumo de pepinillo…«, analizaba el mallorquín.
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Todo el mundo sabe que Fils ha parado porque se estaba acalambrando
Sobre la manera que tienen los fans franceses de apoyar, con ruido constante y cantando La Marsellesa, Jaume opina que «voy a ser muy claro y no tengo por qué morderme la lengua. A mí que animen al otro, que chillen, ya estoy curtido y entrenado en eso porque en Sudamérica también son muy duros. Lo que me parece una falta de respeto absoluta es no parar de cantar y no parar de interrumpir. Es que no dejan que el juego avance. Ya no es que me afecte o no. Parece un show, que es muy bonito para el espectador, pero estamos aquí para hacer nuestro trabajo. Lo que no puedo parecer esto es un circo y hay veces que parece un teatro».
Que si cantan el himno, que si no dejan sacar, que si entre saques no paran de hacer tonterías…
Munar vivió su peor momento en el último juego donde recibió la rotura después de empezar con un 0-30 en contra: «Es que es una, otra y otra. Que si cantan el himno, que si no te dejan sacar, que si entre saques no paran de hacer tonterías para molestar… Al final si hago una doble falta es mi culpa«.
El miembro de la ‘Armada’ compara a los seguidores franceses con los del Open de Australia, Wimbledon y US Open: «Es el público más molesto. Así de claro. Porque en Nueva York es un espectáculo todo y la gente lo vive como un espectador y no desde el fanatismo. Yo siempre he dicho que en Estados Unidos disfruto mucho jugando. Es un show. Jugué contra Monfils y disfruté a pesar de que estuvieron animándole a él todo el rato. Y en Australia es más de lo mismo. Aquí la bandera pesa demasiado. Se podrían calmar un poco y que el juego transcurriera de una manera más normal».
Amelie Mauresmo, la directora del Abierto galo, tuvo que tomar medidas por el comportamiento del público en la pasada edición y llegó a prohibir la bebida alcohólica dentro de las pistas. El belga David Goffin denunció que le habían tirado un chicle durante su partido con el local Giovanni Perricard.
Munar no es el primer tenista que señala el mal comportamiento de la afición gala cada vez que un profesional tiene en el otro lado de la red a uno de los suyos. El bosnio Damir Dzumhur, rival en tercera ronda de Carlos Alcaraz, sobrevivió el miércoles a todos los elementos externos ante Perricard.