Los mandatarios de Brasil y de Chile se presentaron este jueves en el velatorio de José Mujica en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo.
Fuente: https://www.elpais.com.uy
Sobre las 13:56 horas de este jueves llegaron al Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo los presidentes de Chile y Brasil, Gabriel Boric y Lula Da Silva, para despedir a José «Pepe» Mujica.
Boric llegó primero. Ingresó acompañado del presidente y la vicepresidenta de la República, Yamandú Orsi y Carolina Cosse, y se sentó en primera fila a la izquierda de Lucía Topolansky, tras abrazarla y hacer una reverencia frente al féretro de José Mujica.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Poco después de la llegada de Boric fue el turno Lula Da Silva, acompañado de su esposa, Rosângela.
Lula Da Silva también fue escoltado por Orsi y Cosse y al llegar abrazó y dio un beso a Lucía Topolansky, antes de acercarse al féretro.
Ambos presidentes estaban en China cuando recibieron la noticia del fallecimiento de Mujica y abandonaron sus actividades previstas para viajar a Uruguay a rendir homenaje al fallecido expresidente.
Tras brindar sus respetos, Lula brindó un mensaje ante la prensa, sin aceptar preguntas, en el que dijo que lo primero que hizo al enterarse de la muerte de Mujica fue llamar a Yamandú Orsi para saber la hora del velatorio. «No quería que el Pepe fuese quemado, enterrado, sin despedirme».
«Una persona como Pepe Mujica no muere: se fue el cuerpo de él, la cara de él, pero no las ideas que plantó en todos estos años», expresó Lula.
Lula sostuvo, como lo hizo en varias ocasiones con anterioridad, que «el Pepe Mujica es un ser humano superior» y que hay pocas personas en el mundo «con la capacidad política y de hablar con la juventud como el Pepe Mujica».
Dijo retirarse con mucha tristeza porque en menos de 15 días hubo dos «pérdidas irreparables», la del papa Francisco «un ser humano muy especial», y la de Mujica. Para dar cierre a su mensaje, dijo esperar que ambas figuras sirvan de ejemplo «para que la humanidad sea mejor, para que sea más fraterna, más generosa, y que la política pueda ser hecha de forma más digna y solidaria».
La conmovedora despedida de Lula a Mujica
Lula se pronunció desde Pekín sobre la muerte de José «Pepe» Mujica, y además de un comunicado oficial en el se reconoció «lleno de tristeza» por la noticia, dio una conferencia de prensa en la que aseguró: «Yo conozco mucha gente, muchos presidentes, muchos políticos, pero ninguno se iguala a la grandeza del alma de Pepe Mujica«.
Visiblemente conmovido y con la voz quebrada, Lula se subió a un estrado en el marco de la cumbre ministerial entre China y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), y habló durante tres minutos de su colega y amigo, a quien visitó por última vez a fines del año pasado. Recordó la charla que tuvieron entonces y aseguró que «la carne se va, pero las ideas quedan«.
Lula le entregó a Mujica la Orden Nacional de la Cruz del Sur
En uno de sus últimos encuentros, aunque luego hubo otras privadas, Lula Da Silva acudió a la chacra de Rincón del Cerro y le otorgó a Mujica una condecoración con la Orden Nacional de la Cruz del Sur, que hace Brasil a personalidades extranjeras. En rueda de prensa, el mandatario brasileño señaló: «Mujica es la persona más extraordinaria que conocí» y «fue un compañero».
Mujica agradeció la medalla y expresó: «Yo no soy hombre de premios ni de medallas, soy un hombre de pueblo. He hecho lo que he podido con mi pueblo y nada más. Pero este es un amigo de muchos años».
La Orden Nacional de la Cruz del Sur fue creada por el emperador Pedro I el 1 de diciembre de 1822, como símbolo de poder del nuevo emperador del Brasil. Luego fue abolida en la primera constitución de 1891 y reestablecida en 1932 por el presidente Getúlio Vargas.
La distinción es otorgada únicamente por el presidente de Brasil a personalidades extranjeras.
Dentro del reglamento de la Orden Nacional de la Cruz del Sur, hay cinco categorías. Ordenados de menor a mayor en nivel jerárquico, estas son: Caballero, Oficial, Comendador, Gran Oficial, Gran Cruz y Gran Collar.
Mujica recibió esta última, la máxima distinción. Está destinada exclusivamente a Jefes de Estado en circunstancias que justifiquen este premio especial.
La última visita de Boric a la chacra de Rincón del Cerro
Boric se encontró con Mujica y Lucía Topolansky en la chacra del Rincón del Cerro a principios de febrero. Luego de una extensa reunión los dirigentes del MPP plantaron un olivo junto al chileno en la chacra.
Mientras plantaban el árbol, Mujica sostuvo que para que la democracia funcione se «precisa» la discrepancia. «Para estar de acuerdo nos quedabamos con un rey. Se necesita la democracia para estar en libertad de decir lo que uno piensa», sostuvo el exmandatario.
Mujica resaltó entonces la importancia de soñar con un futuro en el que los jóvenes nazcan con un «grado de oportunidad» y que las personas sean «menos egoístas». «No somos de izquierda ni de derecha, somos humanistas, porque pensamos en lo que le conviene al futuro de humanidad, y nos vamos a morir soñando con eso», destacó.
También, durante la visita en la chacra del exmandatario, Boric y Mujica leyeron juntos un pasaje de la novela española Don Quijote de la Mancha. En el fragmento, Quijote le habla sobre la Edad de Oro a un grupo de cabreros —pastores de cabras—, luego de que lo acogen junto a su compañero Sancho.
«Este es el discurso de los cabreros, que eran los más pobres de toda España. Vivían de hacer queso con las cabras de las montañas», explicó Mujica sobre el pasaje, que luego leyó Boric en voz alta.
«Te das cuenta, que había gente hace 500 años que ya sabía, que estaba pensando lo mismo que nosotros», le dijo Mujica a Boric.
En el fragmento Don Quijote le narra a los cabreros lo siguiente: «Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados, y no porque en ellos el oro, que en esta nuestra edad de hierro tanto se estima, se alcanzase en aquella venturosa sin fatiga alguna, sino porque entonces los que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío».
«Eran en aquella santa edad todas las cosas comunes: a nadie le era necesario para alcanzar su ordinario sustento tomar otro trabajo que alzar la mano y alcanzarle de las robustas encinas, que liberalmente les estaban convidando con su dulce y sazonado fruto.», agrega.