Los elegidos no logran complementar a los candidatos a Presidente.
Fuente: https://www.vision360.bo
Candidatos elegidos para conformar una fórmula consumible, en términos electorales, pero que están lejos de la realidad y carecen de representatividad, son parte de algunas de las observaciones dirigidas a los postulantes a la Vicepresidencia para las elecciones 2025. Los retos que enfrentará el país son numerosos y requerirán perfiles idóneos.
“No hay perfiles que se acerquen a atacar el problema. Cualquier binomio que sustituya al señor Luis Arce, que no quiere irse y que tontamente hará lo posible por prolongar su estadía, va a afrontar -en cortísimo plazo- un conjunto de obstáculos y de resistencias muy grandes”, explica el analista Roger Cortez.
Para el analista Pedro Portugal, muchos de los candidatos a Vicepresidente responden a un perfil de personas letradas con alta formación, como una garantía de que el Presidente cumplirá con las promesas a nivel económico. Pero esto no garantiza representatividad.
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“Si bien es lo que necesita una parte importante de la población, ante la crisis en la que está cayendo, no es la percepción de las clases populares. Estas sienten la crisis de forma diferente. Mientras que es algo inusitado en algunos sectores sociales de Bolivia, gran parte de la población vive en una crisis permanente. Estos sectores no se verán representados”, dice.
El pasado 19 de mayo se cumplió el plazo para la inscripción de candidaturas en el Tribunal Supremo Electoral (TSE), incluidas las de los binomios presidenciales. En total, se registraron 10 candidaturas a Presidente y Vicepresidente, de las que una ha quedado en suspenso.
Entre los 10 candidatos a Vicepresidente, al igual que en los de presidentes, no es difícil observar la falta de representación de los sectores populares, indígenas o mujeres. Pareciera que al momento de elegir los binomios, estos no existen.
De los 10 registrados, solo una es mujer: la ex ministra Mariana Prado. Se suman el dirigente campesino Milán Berna y el dirigente gremial Felipe Quispe. El resto son personajes con alta experiencia en economía, como José Luis Lupo, acompañante de Samuel Doria Medina; o Antonio Saravia, por ADN; en política como Jorge Richter de Morena; o sobresalientes emprendedores tecnológicos como Juan Pablo Velasco, dupla de Jorge Quiroga.
También está una autoridad ya electa como Juan Carlos Medrano, quien acompaña al candidato Manfred Reyes Villa o el capitán Edmand Lara, exmiembro de la Policía Boliviana. No puede faltar Uriona, quien es un primerizo en temas electorales.
Lo cierto es que ninguno logra complementar al candidato principal para alcanzar a la gran mayoría del diverso electorado que tiene Bolivia y en el que el sector popular tiene un fuerte peso. A vista de los analistas, ninguno tiene las cualidades necesarias para afrontar una gestión que estará llena de retos.
Una imagen electoral lejos de la realidad
“Los ingenieros electorales, los campañistas, tratan de que la figura presidencial encuentre un complemento o contrapeso, dependiendo de la situación o de quien lo acompañe. En algunas ocasiones, en la historia final del siglo XX e inicios de este, se han encontrado estos equilibrios, claro desde el punto de vista electoral”, explica Cortez.
Quizá el caso más cercano, señala, sea la fuerza que en algún momento tuvo la dupla de Evo Morales y su acompañante, Álvaro García Linera. El dúo se basaba en la imagen de un Presidente de origen indígena que dejaba de ser acompañante para liderar y que además era secundado por un intelectual.
“Crearon una imagen altamente consumible para fines electorales. El problema es lo que dejaron después de 15 años de ejercer en el Gobierno. Se esperaba que, en su larga gestión, hicieran cosas perdurables, pero no lo consiguieron. Funcionó en imagen, pero no en resultados”.
Para el analista, hubo una imagen impostora de una persona razonable que lee, investiga y apoya al activista incansable que no podía estar sentado cinco minutos, se levantaba a las tres de la mañana y viajaba todo el tiempo.
“Los resultados fueron un clima de enfrentamiento, donde los logros que hubo, como la disminución de la pobreza y la desigualdad, eran y son demasiados dependientes de tener a mano una veta, un cultivo, algo que resuelva los problemas. Esta dupla no se ocupó de potenciar el carácter del país”.
Toda fórmula que funciona suele repetirse. Para muchos que se vieron sorprendidos con las candidaturas de líderes que nacen del fraccionamiento del MAS, dicha combinación es la que se pretende recrear desde Alianza Popular y Morena.
Portugal reitera que el Vicepresidente es la persona que acompaña al Presidente y que complementa o refuerza la imagen presidencial. Normalmente esto se lo hace mediante organizaciones internas.
“Pero, especialmente en los partidos más grandes, este perfil lo van desarrollando consultoras, instituciones o especialistas -por lo general- del extranjero. Hacen un esfuerzo y proponen cierta figura. Esto hace que frecuentemente el perfil falle y no responda a lo que Bolivia requiere”, menciona.
Y es que si bien estas consultoras son especializadas en el trabajo, lo hacen -como explica el analista- con parámetros de otros países. “Bolivia es una situación bastante confusa, socialmente hablando, donde coexisten diversas orientaciones e inspiraciones de tipo cultural y de comportamiento social”.
Si esto no se toma en cuenta, afirma, no se logra satisfacer la expectativa de todos, o por lo menos de la mayoría de la población. Si bien podría responder muy bien en ciertos sectores, no lo hará en todos.
“Bajo estos criterios, que son válidos, sobre todo en los países occidentales y desarrollados, el candidato llega a corresponder a lo que espera una parte de la población -en este caso, la clase media empoderada, las élites nacionales- pero de ninguna manera en los sectores populares. Muchos de los actuales candidatos a vicepresidentes corresponden a este tipo”, advierte.
Añade que, en general, hay poca representatividad en las duplas, tanto de las mujeres como del sector indígena o populares. Los aspectos simbólicos no deben ser subestimados.
Sus funciones y la Asamblea
“No creo que la Vicepresidencia del Estado sea algo útil para el Poder Ejecutivo y el Poder Legislativo de nuestro Estado o para la sociedad. Si tuviera que hacer algo es cambiarla por otra figura. No es una institución útil en nuestro país; de hecho, no aporta en nada, salvo que la persona tome la decisión de ser muy relevante o le deleguen mucho poder ”, manifestó Jorge Richter, el ahora candidato, en una entrevista con el medio Contacto Bolivia, en junio de 2024.
Para Portugal, el Vicepresidente siempre ha sido considerado “la quinta rueda del carro”, porque su función es la de reemplazar al Presidente, si este tiene alguna ausencia de tipo temporal o indefinido. Además, debe asistirlo como representante del Ejecutivo en el Legislativo.
“Pero la penúltima Vicepresidencia ha ampliado estas atribuciones, algo que fue promovido por influencia del entonces vicepresidente Álvaro García Linera, que no podía estar estrecho en un marco tan constreñido. Su ímpetu político sobrepasaba incluso el del Presidente. Esto llegó a tal punto de que se hablaba de que el verdadero Presidente, el que daba las líneas maestras de conducta, era el Vicepresidente”, resalta el analista.
El Artículo 174, de la nueva Constitución Política del Estado, aprobada en 2009, señala que son atribuciones de la Vicepresidenta o Vicepresidente asumir la Presidencia, en los casos establecidos en la Constitución; coordinar las relaciones entre el Órgano Ejecutivo, la Asamblea Legislativa Plurinacional (ALP) y los gobiernos autónomos y participar en las sesiones del Consejo de Ministros.
Además, establece que su función es coadyuvar con la o el Presidente en la dirección de la política general del Gobierno y participar, conjuntamente, en la formulación de la política exterior, así como desempeñar misiones diplomáticas.
“Ya no llega a ser una función tan inocua, porque se lo pone como un par del Presidente. En este sentido es importante la figura vicepresidencial, pero con todo, no se llena un vacío de reemplazo técnico. Muchos de los actuales candidatos a Vicepresidente están siendo exhibidos como especialistas en economía que podrían garantizar la recuperación del país, cuando esa función la podrían cumplir al ser ministro plenipotenciario, primer ministro, un delegado especial ante organismos internacionales, etc.”, manifiesta Portugal.
Guillermo Bretel, politólogo y sociólogo, explica que en Bolivia, el Vicepresidente no solo es el segundo al mando del Ejecutivo, sino también el presidente nato de la ALP. Como tal, juega un papel clave en la negociación política, la construcción de mayorías parlamentarias y la traducción de los proyectos del Ejecutivo en leyes viables.
“Esto exige olfato político, experiencia parlamentaria y conocimiento del ritmo y las lógicas de la deliberación legislativa: cualidades que difícilmente se improvisan o se aprenden sobre la marcha”, describe.
El riesgo, advierte, es claro, pues si alguno de estos binomios gana las elecciones, sus vicepresidentes tendrán que invertir meses en entender cómo funciona la ALP desde dentro, cómo se negocia con actores complejos -incluido el MAS-, cómo se mantiene una bancada unida y cómo se evita que una agenda se diluya en el forcejeo legislativo.
“En un país que atraviesa una crisis estructural, ese aprendizaje puede salir caro. La necesidad de una Asamblea funcionante desde el primer día es crucial para salir de la crisis, y un Vicepresidente ocupado con su propia curva de aprendizaje institucional podría ser un obstáculo. En política como en la vida, el tiempo es un recurso no renovable”, sostiene.
Para Cortez, hay diversas maneras de entender el rol del Vicepresidente y se necesita tener capacidad de diálogo, de entendimiento y de negociación en lo que va a ser una Asamblea menos concentrada que a la que nos tiene acostumbrados el MAS.
“Incluso en la última gestión, sin haber logrado los dos tercios, se tenía una mayoría muy nítida. Ahora, las cosas anuncian que la mayoría que pudiera haber será mucho más frágil. A la cabeza de la Asamblea, pero también en las cámaras de senadores y diputados se necesitan actores políticos que tengan el talento de negociar, de entender y de escuchar. En un primer vistazo no encuentro a alguien de esas características en las listas que se presentaron”, afirma.
Indica que algo que ocurrió en el último periodo constitucional, es que -en poco tiempo- se han forjado legisladores experimentados, que se concentraron y propusieron aprender y desarrollar dotes para generar acuerdos y construir bloques. Pero que, erróneamente, pasaron inadvertidos al momento de elegir duplas.
“Es algo que los medios no subrayan, aunque uno puede encontrar a estas personas estudiando al Legislativo. Pero ninguna de esas figuras importantes, en su mayor parte mujeres, han sido propuestas como vicepresidenciables”, observó.
No cubren las necesidades
En un país en el que se ha llegado a un retorno de la oleada de pobreza, que logró detenerse y hasta retroceder hasta 2015, Cortez señala que se requiere un candidato presidencial y vicepresidencial que entienda y tenga voluntad de confrontar esa situación. Quien desee intentarlo debe saber que lo máximo que puede hacer en el lapso de cinco años es comenzar esa tarea. Para ello es necesario comunicarse con la mayor parte de bolivianas y bolivianos para ir en un solo sentido.
“Eso es lo que no hay. Simplemente veo vendedores de baratijas que quieren ocupar el puesto, con mejor o peor voluntad -ahora- es irrelevante. Pero en definitiva, entender a lo que nos enfrentamos, significa que por primera vez en casi un siglo hay que modificar el patrón de crecimiento, la forma de relacionarnos con nuestro entorno y reencauzar nuestra producción. Salir del esquema de ordeño de recursos naturales, migración desorganizada a tierras bajas, eso ya no va”, sostiene.
Apunta que quizás, el candidato que parece hoy día tener mejor posibilidad estadística, el continuador del régimen, hoy presidente del Senado, Andrónico Rodríguez, sea quien tenga los peores problemas, porque va a partir con expectativas falsas y con cero respuestas.
“Si bien un opositor encontrará desde el primer día un MAS reunificado en la base para resistir las figuras señoriales que se ofrecen como alternativa, si es electo alguien que proviene del propio MAS, la mezcla de desilusión y la base que ha estado aguantando al actual Gobierno podrían generar más problemas”, resalta Cortez.
Para afrontar esto, cualquier candidato necesita alguien que lo complemente.
“No se lo ve en el presidente del Senado. Quiere llegar al Gobierno apoyado por dos de los grupos sociales más destructivos, la minería ilegal aurífera y los traficantes de tierras. Son los dos sectores que se han puesto adelante y dijeron que harán Troya si Andrónico no participa. Está prisionero y al lado debería tener una figura que compense eso. Pero tiene a una acompañante burócrata que entiende, igual o menos, la figura presidencial. En décadas de estar en despachos ministeriales, salones de organismos internacionales, no ha aprendido la lección de que Bolivia necesita una contrapartida contra esas fuerzas destructivas, un modelo de desarrollo nuevo”, afirma.
En el caso de la candidata Eva Copa, que procede de una región fuertemente combativa, observa la elección de su acompañante. “Decidió llevar a un prestidigitador de las palabras. ¿En qué le ayuda? o el señor (Jhonny) Fernández, que parecería necesitar a alguien inteligente para poder nadar en las aguas tempestuosas, suponiendo que tuviera una crisis en todos los sentidos”.
“El gran problema es que no hay una persona y menos una dupla que se afronte la hondura de la profundidad de las tareas que hay que llevar a cabo. Que sepa embarcarnos a la mayor parte, ojalá a todos, en una idea de futuro compartido”, finalizó.
Cómo se elige al Vicepresidente en Bolivia?
De acuerdo con la Ley Electoral vigente, al igual que el Presidente, el Vicepresidente es elegido “en circunscripción nacional única, mediante sufragio universal”. Es parte de las listas de candidatas y candidatos que presentan todas las “organizaciones políticas de alcance nacional con personalidad jurídica vigente” al momento de una elección general.
Este es electo como parte de los binomios presidenciables, por lo que se proclama Vicepresidenta o Vicepresidente, junto con el Presidente o Presidenta, a quienes hayan obtenido más del 50% de los votos válidos emitidos; o un mínimo del 40%, con una diferencia de al menos 10% en relación con la segunda candidatura más votada.
En caso de que ninguna de las candidaturas haya obtenido los porcentajes señalados, se debe realizar una segunda vuelta electoral entre las dos candidaturas más votadas. Se proclamará electa a la candidatura que obtenga la mayoría de los votos válidos emitidos en la segunda ronda electoral.
Dicha opción se efectúa con el mismo padrón electoral y la convocatoria de nuevos jurados electorales. Entre la primera y la segunda votación debe haber un plazo de 60 días.
No solo son electos con la votación en territorio nacional. Para este cargo, como el del Presidente, se cuentan también los votos emitidos en el extranjero.
El mandato es de cinco años y pueden ser reelectas o reelectos por una sola vez de manera continua. Su renuncia es aceptada o rechazada por la Asamblea Legislativa Plurinacional.
Asimismo, tanto Presidente como Vicepresidente pueden ser sometidos a un revocatorio. En este, el electorado puede destituir a las autoridades electas.
Este procedimiento puede activarse solo a partir del cumplimiento de la mitad del mandato. Puede ser solicitado por iniciativa popular.
Ministro, doble “vice” y cabeza del Congreso: cambios en la historia
En la historia, muchos consideran a Antonio José de Sucre como el primer vicepresidente de Bolivia. Sin embargo, este gobernó sin ese cargo y dos años antes de que se promulgara la primera Constitución y por tanto cuando el puesto aún no existía.
Cuando renunció, presentó una terna al Congreso para elegir un Vicepresidente; empero el electo -José Miguel de Velasco- no logró ejercer, pues desde un inicio fue Presidente interino, ante la ausencia de Andrés de Santa Cruz. El primer vicepresidente formal fue José Ramón de Loayza, elegido por Pedro Blanco.
La Constitución de 1831, en el gobierno del Mariscal Andrés de Santa Cruz, determinó la elección del Vicepresidente por las juntas electorales de parroquia, por un periodo de cuatro años, sin restricción para reelegirse o postular a Presidente en el periodo inmediatamente posterior. Se establecía que podía encargarse de cualquier ministerio, a juicio del Presidente. Era una parte activa y exclusiva del Ejecutivo.
En 1839, otra Constitución eliminó el cargo, situación que se prolongó hasta 1878. Por 39 años, el país no tuvo Vicepresidente. El reemplazo temporal o sucesión constitucional del Presidente estaba a cargo del presidente del Senado o del presidente del Consejo Nacional, organismo consultivo de control constitucional.
Fue en la Constitución de 1878 que se repone este cargo. Aparece por primera vez como cabeza del Senado, aunque pertenecía al Ejecutivo. Era elegido por voto directo.
A partir de ese cambio, se define su función específica como la de reemplazar o suceder al primer mandatario, y mientras ello no aconteciera, era cabeza de la Cámara de Senadores. Todavía no se hablaba de la Presidencia del Congreso. No podía ser reelegido ni ser Presidente para el periodo posterior inmediato.
La Constitución de 1880 incorporó la figura de dos vicepresidentes, que eran elegidos por voto directo, pero con distintas competencias. El primero presidía el Senado y estaba facultado para reemplazar o suceder al Presidente, mientras que el segundo solo tenía la función de reemplazar o suceder al Presidente en caso de ausencia, renuncia, inhabilidad o muerte del primero.
Esta forma dual estuvo vigente hasta 1920. En ese periodo se eligió a 19 vicepresidentes, la mitad del total que tuvo Bolivia.
El Congreso-Convención de 1921 suprimió la doble Vicepresidencia, manteniendo una sola. Como consecuencia de la nueva Constitución, el retorno a la Vicepresidencia única fue efectivizada en 1926, mediante la elección por voto directo de Abdón Saavedra, durante el gobierno de Hernando Siles.
El cambio más notable se produjo en la Asamblea Constituyente de 1938, en la que aparece por primera vez el carácter del Vicepresidente como presidente del Congreso, además de Vicepresidente de la República. Con la promulgación de la Constitución de 1967, se reconoció al Vicepresidente de la República como Presidente Nato del Congreso Nacional y del Senado.
La Constitución Política del Estado de 2010, redactada por la primera Asamblea Constituyente con representantes electos por voto general y aprobada en referéndum, describe al Vicepresidente del Estado como Presidente de la Asamblea Legislativa Plurinacional, con nuevas tareas.