
Con información de AP
Fuente: https://actualidad.rt.com
El pasado jueves, la época de Elon Musk como empleado especial del Gobierno de Estados Unidos llegó a su fin. A lo largo de 130 días, Musk fue una figura prominente en el escenario político estadounidense al frente del Departamento de Eficiencia Gubernamental (DOGE), que prometía ahorrar dos billones de dólares del presupuesto federal.
Sin embargo, sus proyecciones actuales apenas alcanzan los 160.000 millones de dólares para el año fiscal 2026, una cifra modesta frente al gasto impulsado por la Administración de Donald Trump, que prevé añadir 2,4 billones de dólares a la deuda nacional en la próxima década.
La decisión de retirarse del escenario político marca un giro importante para el magnate, que busca retomar el control de su narrativa pública y reforzar sus principales proyectos tecnológicos, reafirmando su visión de un futuro multiplanetario como el verdadero legado que quiere dejar.
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‘Motosierra’ en acción
La incorporación de Musk en la Administración de Trump dejó una profunda marca en la burocracia federal. El regalo del mandatario argentino Javier Milei —una lujosa motosierra cromada— pareció servir su propósito: el multimillonario cumplió con su promesa de ponerla en acción «contra la burocracia» y emprendió una verdadera revolución no vista en décadas.
Miles de empleados fueron despedidos o forzados a renunciar a sus cargos, siendo la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID, por sus siglas en inglés) la primera víctima de la ‘aplanadora’ del DOGE. Se quedó sin 92 % de sus programas a largo plazo por valor de casi 60.000 millones de dólares y se vio obligada a despedir la mayor parte de su personal.
Musk también promovió su lucha contra «el virus de la mente ‘woke'». Junto con Trump, brindó apoyo a los que se oponían a esa ideología. Siguiendo el ejemplo de los organismos gubernamentales, grandes corporaciones y empresas también empezaron a renunciar poco a poco a las prácticas ‘progresistas’ en sus entornos laborales.
El legado
Con su incendiaria entrada en el escenario político, Musk dio lugar al comienzo de un proceso grande en lo que se creía difícil de cambiar drásticamente e incluso sugirió que el DOGE podría «adquirir impulso» en el futuro. «El DOGE es una forma de vida», dijo recientemente ante los reporteros. «Como el budismo».
Sin embargo, sus ambiciones en cuanto al DOGE a estas alturas son casi imposibles de poner en práctica debido a un escollo importante: no es un departamento y nunca lo ha sido. Por su estructura, DOGE es una comisión asesora del presidente de EE.UU.
Como los departamentos y otras agencias federales solo pueden ser creadas o disueltas por decisión del Congreso, el Departamento de Eficiencia Gubernamental no podría ni puede abolir oficialmente ninguna agencia gubernamental y, por lo tanto, hacer realidad los sueños de Musk en esa materia.