Canasta familiar: 24 alimentos básicos cuestan al menos Bs 424 por semana


Al mes, el costo puede subir hasta 1.664 bolivianos, lo que equivale al 60% del salario mínimo nacional. Esto sin contar los gastos en productos de limpieza, transporte o servicios básicos.
Los mercados están algo vacíos; no hay productos ni compradores. Foto: Leny Chuquimia / Visión 360
Los mercados están algo vacíos; no hay productos ni compradores. Foto: Leny Chuquimia / Visión 360
Fuente: Visión 360
Por Leny Chuquimia

“Ya no alcanza para nada. Hay que llevar lo esencial”, afirma Gregoria Ticona en medio del mercado Rodríguez, principal centro de abasto de La Paz. La papa, el arroz y el huevo son sus prioridades. “Y pan y plátano (banano), eso no puede faltar, cuando no hay comida eso te salva”, dice.

En medio de la crisis, en la que los precios de los alimentos se incrementan, a las familias no les ha quedado más que hacer las compras de mercado dando prioridad a los víveres esenciales.

En un sondeo de precios realizado por Visión 360, se identificaron 24 productos básicos. Para una familia compuesta por cinco personas, se estimó que -en este momento- se requieren al menos 424,8 bolivianos a la semana. Al mes, el gasto puede subir a 1.664  bolivianos, lo que equivale al 60,6% del salario mínimo nacional (2.750).



Cabe resaltar que esta cifra no contempla otros gastos, como los productos de higiene y limpieza, cuyos precios han aumentado considerablemente en las últimas semanas. Tampoco incluye el pago de servicios básicos o de transporte ni otros alimentos necesarios que, aunque indispensables, ya no son considerados prioritarios.

“La crisis que estamos viviendo no es momentánea, responde a un modelo que prioriza la exportación de materias primas como la soya y la carne, en lugar de garantizar la alimentación de su población”, explica la coordinadora del Comité Municipal de Seguridad Alimentaria de La Paz (CMSA-LPZ), Viviana Zamora.

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Una canasta “muy básica”

“Lo primero que debe señalarse al hablar de canastas básicas es que toda selección de bienes y servicios constituye un acto arbitrario. Esto es así porque cada familia, tomada individualmente, exhibirá un patrón de consumo distinto; en otras palabras, no hay dos familias que consuman o demanden una misma cesta de bienes y servicios, aun cuando comparten bastantes elementos en común”, señala Óscar Mario Tomianovic, analista de Populi.

Explica que, aunque arbitrarias, las canastas básicas pueden ofrecernos una idea aproximada de la evolución de los precios dentro de una economía. “Sin ir más lejos, el Índice de Precios al Consumidor (IPC) se basa en esa idea: el INE toma una cesta de bienes y servicios y, ponderando su peso, arroja una cifra de cómo ha evolucionado el nivel de precios”.

Angela en su puesto de abarrotes.  Foto: Leny Chuquimia / Visión 360

En Bolivia, el IPC está formado por 397 productos y servicios, cuyos precios son medidos semanalmente por el INE en los mercados de todo el país. Estos ítems están divididos en 12 grandes grupos: alimentos y bebidas no alcohólicas; bebidas alcohólicas y tabaco; prendas de vestir y calzados; vivienda y servicios básicos; muebles, bienes y servicios domésticos; salud; transporte; comunicaciones, recreación y cultura; educación; alimentos y bebidas consumidos fuera del hogar; y bienes y servicios diversos.

Entre ellos se puede hallar alimentos como panetón, productos cárnicos procesados o preparados, decenas de verduras y cereales que no son consumidos de forma diaria. Hay repuestos de coches, rosetas de inspección, 42 prendas de vestir, 58 muebles, televisores, cámaras, cortes de cabello, manicura, pedicura o pasajes aéreos.

No todos son requeridos semanalmente o de forma prioritaria. “Carne de pollo” “carne de res”, “huevos y arroz”, “papa, fideo y zanahoria”, “pan, aceite y azúcar” son algunas de las respuestas de las personas consultadas por lo esencial a la hora de hacer sus compras en los centros de abasto, tanto barriales como en supermercados.

Con base en sus respuestas, Visión 360 identificó 24 productos alimenticios que podrían conformar una canasta alimenticia “muy básica”, que está compuesta por: aceite, arroz, arveja, azúcar, banana, café, carne de pollo, carne de res, cebolla, cocoa, fideo, haba, huevo, leche, lechuga, manzana, pan, papa, hierbas (perejil, apio), queso, sal, té, tomate y zanahoria.

Se calcularon las cantidades necesarias para una semana, para una familia de cinco miembros, y con ello se consultó el costo en los mercados populares. El costo ascendió a 424,8 bolivianos.

En agosto del año pasado, el costo de estos productos era de 314,25 bolivianos, de acuerdo con el “Sondeo de precios de productos de consumo general”, realizado mensualmente por la Defensoría del Pueblo, de agosto de 2024 a marzo de 2025. El incremento es de más de 100 bolivianos, aunque la percepción en el bolsillo de los bolivianos y bolivianas pareciera ser mucho mayor, y es que todo sube -no solo los alimentos- y los ingresos se vuelven cada vez menos valiosos para repartirlos.

“No solo se trata de precios. Hay cosas que son muy caras, pero que además de eso no están llegando. No hay productos para comprar, aunque las familias vengan no encuentran nada, no hay arroz, no hay leche ni aceite, ¿qué van a llevar? Cuando traigan será ya a otro precio, más caro que ahora”, señala Ángela, una vendedora de abarrotes asentada en las puertas del mercado de carnes del Rodríguez.

La carne de res es uno de los productos que subió de precio.  Foto: Leny Chuquimia / Visión 360.

Entre los productos que más han subido en el mercado popular está la carne de pollo. En noviembre de 2024, el kilo llegó a costar entre 16 y 17 bolivianos. Hasta el jueves pasado (5 de junio de 2025), las comerciantes lo ofrecían a 29,5 bolivianos.

Para una familia de cinco personas, lo mínimo que se necesita  comprar es un pollo de dos kilos. “Ajustando los cortes, como máximo se pueden sacar 11 o 12 presas”, comenta Isabel Pardo. Esa cantidad, dice, le alcanza para preparar dos almuerzos.

Si antes, además, compraba dos kilos de carne de res, ahora solo lleva uno, ya sea de pulpa o carne molida, que puede rendir más al mezclarla con otros ingredientes. En este caso, el kilo de pulpa subió de 50 bolivianos en agosto del año pasado a 65 bolivianos en junio de este año.
Otro producto en el que se siente el aumento es el aceite. El litro, que antes se encontraba a 14 bolivianos, ahora cuesta 22, en el mejor de los casos.

Los mercados tienen pocos productos para ofrecer.   Foto: Leny Chuquimia / Visión 360

El supermercado

La compra semanal de los mismos 24 productos, para una familia de cinco personas, en el supermercado cuesta unos 559,5 bolivianos. La diferencia entre el supermercado y el mercado popular, además de los precios, está en las cantidades, las marcas y la disponibilidad.

“En el mercado no hay arroz, y está más caro”, comenta Alcira V., frente a un estante de un supermercado en Sopocachi. Allí, diferentes marcas del grano están expuestas en varias presentaciones: 1 kilo, ½ kilo y 5 kilos. El precio del kilo varía entre 19 y 21 bolivianos, excepto el arroz nacional, que no tiene el precio etiquetado.

“Dicen que vaya con la bolsa a caja, que ahí me darán el precio. Varios productos están así”, asegura Alcira. Ese kilo de arroz (2,2 libras) cuesta 14 bolivianos, cinco menos que las otras marcas e incluso más barato que en el mercado popular.

En los mercados barriales, el arroz ha desaparecido casi por completo. Algunos puestos venden arroz a granel, pero con un precio algo elevado: 7,50 bolivianos la libra, cuando debería ser más económico.

“A nosotros así nos traen”, explica, molesta, una vendedora del mercado de Sopocachi.

El fideo corto también está algo más barato, la bolsa de un kilo cuesta  14 bolivianos, mientras que en el mercado la libra a granel es de siete bolivianos. El kilo de azúcar se encuentra en siete bolivianos y afuera, a ocho.

Otro de los productos en los que se nota la diferencia es el aceite refinado. En el supermercado, el precio se mantiene en 14 bolivianos el litro, siempre y cuando la industria sea nacional.

La diferencia se debe a que muchos de estos productos son adquiridos directamente de la fábrica, mientras que en los centros de abasto barriales los vendedores reciben el producto luego de que este pasa por varios intermediarios. Cada uno de ellos saca una ganancia y aunque sea mínima, al sumarse genera un fuerte incremento. Eso sin contar con la especulación.

Pero así como hay productos que están algo más baratos y que además vienen con factura, hay otros que están mucho más elevados, como las frutas, las verduras o la carne. Un kilo de carne de res puede llegar a costar hasta 78 bolivianos y en el caso de la carne de pollo, hasta 39 el kilo de pechuga.

Verdura y fruta subirán

“Me da un plátano para comer ahorita”, consulta un joven en un puesto de frutas en el tramo final de la calle Illampu. La vendedora le responde que el 25 está a 14, que puede darle seis o siete por 3,50 bolivianos. En enero de este año, 25 unidades de esta fruta costaban 11 bolivianos, a pesar de que ya había  algunos problemas de combustible y veníamos de un año complicado para la producción.

La fruta no llegó a los mercdos por los bloqueos.    Foto: Leny Chuquimia / Visión 360

“No ha subido mucho, porque llegó la semana pasada. Ahora no está llegando; la siguiente semana ya no habrá y va a subir”, explica la vendedora que prefiere no dar su nombre, aunque permite que se le tome una fotografía.

Y es que como dicen muchos, el plátano es infaltable. Acompañado de un pan puede convertirse en el sustituto de un almuerzo cuando no hay más que comer.

Igual de esenciales son las verduras y los tubérculos como la zanahoria, la papa y la cebolla. “Los jueves suelen traer, pero ahora no hay nada. Muchos de los productores salen desde Cochabamba y por los bloqueos no han llegado. Mañana dicen que llegarán de otros lugares… va a subir por los conflictos”, explica una vendedora del Rodríguez.

Allí la cuartilla de cebolla está a 22 bolivianos, cuando en agosto del  año pasado costaba nueve bolivianos. Una familia de cinco personas, calcula la vendedora, necesitará una media cuartilla.

La cebolla es uno de los productos prioritarios para las familias.    Foto: Leny Chuquimia / Visión 360

La papa puede conseguirse con 50 bolivianos la arroba, cuando antes podía encontrarse desde los 30. Claro está, eso depende de la variedad, el tamaño y hasta la procedencia. En el caso de la zanahoria, presentó una disminución. Una media cuartilla ahora puede encontrarse en cuatro bolivianos, en febrero costaba poco más de ocho.

En el supermercado, los precios de estos productos son más altos. El kilo de zanahoria puede llegar a costar siete bolivianos y una media cuartilla, 21. El tomate, la libra, está a 2,50 en el mercado, mientras que en el supermercado a seis. La papa no se vende por arroba, sino por kilo y este cuesta 9,5 bolivianos.

¿Quién surte las mesas?

De acuerdo con el estudio “Desmitificando la agricultura familiar en la economía rural boliviana: caracterización, contribución e implicaciones”,  el 87,6% del volumen de alimentos producidos en el país viene de la agricultura  indígena y campesina. Y pese a ello es insuficiente, por lo que Bolivia se ve obligada a importar.

Las verduras y fruta son parte de la agricultura familiar.   Foto: Leny Chuquimia / Visión 360

En la canasta básica hay 39 alimentos de cultivos. Son alimentos fundamentales en la dieta diaria de los habitantes de las diferentes ecorregiones. Destacan -entre varios productos- la papa, la yuca, ciertas variedades de maíz y algunas hortalizas.

Son cultivos que requieren de un nivel de procesamiento muy bajo, por lo que los modos de producción suelen ser relativamente tradicionales. Desde luego existen excepciones, como el trigo, el arroz o la quinua.

“Es importante recordar algo fundamental: la alimentación no comienza cuando tenemos el plato servido ni cuando vamos a comprar al mercado. Empieza mucho antes: en la semilla, en el agua, en el suelo, en las decisiones políticas, en las relaciones sociales y en el clima”, afirma Zamora.

Explica que el sistema alimentario está entrelazado con todo: con la justicia ambiental, con el acceso a la tierra, con el transporte, con la educación, y con el trabajo digno. Por eso, defender el derecho a una alimentación sana, suficiente y sostenible implica transformar muchas cosas al mismo tiempo.

Los productores se ven impedidos de llegar a los mercados por falta de combustible y los bloqueos.    Foto: Leny Chuquimia / Visión 360

Por ello, desde el CMSA-LPZ se indica que la escasez de productos básicos, el encarecimiento de los alimentos, la incertidumbre sobre el abastecimiento, los conflictos sociales en zonas productivas, el impacto de los desastres ambientales y la fragilidad institucional del Estado para garantizar los derechos humanos más básicos, nos convocan a actuar de manera urgente, colectiva y consciente.

Además, proponen medidas importantes, como promover una canasta básica alimentaria compuesta por productos justos, sostenibles y agroecológicos; sustituir importaciones con producción local diversa y saludable; proteger la agricultura familiar como eje central de la seguridad y soberanía alimentaria; reducir, y de ser posible eliminar, las quemas e incendios; y apostar por una economía circular.