Frente a nuevas e importantes variaciones en el tipo de cambio que acentúan la devaluación de la moneda nacional y ocasionan nuevos saltos en los precios de los productos de consumo masivo, las autoridades buscan combatir la inflación con medidas coercitivas, las cuales están condenadas al fracaso, puesto que las leyes de la economía reflejan la realidad y no se condicionan por decisiones políticas o campañas de comunicación gubernamental.
El problema de fondo es que todos los productos nacionales tienen un alto componente de insumos importados cuyo costo varía en función del tipo de cambio con relación al dólar americano, por lo que mientras ingresen menos divisas que las que necesitamos para el funcionamiento de la economía, el bien escaso, en este caso el dólar, continuará su escala ascendente. Esto es cierto incluso para productos alimenticios básicos como la leche, la carne, ya sea de res, de pollo o de cerdo, el arroz, o cualquiera otro alimento que podamos analizar en su proceso productivo.
Analicemos por ejemplo la producción de carne de res. Las semillas que se usan para sembrar el pasto son importadas, como lo son también los distintos agroquímicos que se utilizan para combatir las malezas. También, provienen del exterior del país otros productos imprescindibles para la producción de la carne vacuna como medicamentos, vacunas y vitaminas. Igualmente, los implementos y maquinarias que se requieren para trabajar la tierra, desde machetes hasta tractores, sin contar los repuestos que se requieren para todos estos equipos y otros artículos necesarios para que los mismos continúen operando, como por ejemplo las llantas. Si hiciéramos un análisis en profundidad llegaríamos a la conclusión de que muy pocos insumos son íntegramente nacionales, como la tierra, el agua, el aire y por supuesto, el trabajo de las personas que laburan en el campo, aunque si hiciéramos un estudio de todos los productos importados que requiere una persona para sobrevivir, también encontraríamos que cada trabajador a su vez demanda una gran cantidad de ítems importados, para su alimentación, vestimenta, salud y transporte.
Podríamos hacer este mismo análisis para los otros productos que componen la canasta alimentaria básica y llegaremos a similares conclusiones. Por ejemplo, en el caso de la carne de pollo, el proceso productivo se inicia con la importación de los pollitos BB, los cuales provienen de países vecinos. Si hiciéramos el estudio de todos los granos que se utilizan para alimentarlos, las conclusiones no serían diferentes, puesto que, se estima que más del 60% del costo de su producción se origina en insumos importados. Al mismo tiempo, otros ítems como vitaminas y medicamentos o el material que se utiliza para la construcción de las granjas en los que se los cría también provienen del exterior.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
A su vez, todos estos productos, de una u otra forma, necesitarán algún tipo de empaque, ya sea para transportarles o comercializarlos una vez fraccionados. Todos estos envases también son fabricados con materias primas importadas como el polipropileno o el polietileno, que Bolivia no produce. Ya ni hablar de que en las distintas fases del proceso productivo todos estos artículos necesitan la concurrencia de medios de trabajo, ya hablamos de los tractores, o medios de transporte y distribución, camiones y otros tipos de vehículos que proceden del extranjero y que permanentemente requieren aceites, repuestos y llantas cuya importación también requieren divisas. Por supuesto, para operar estos motorizados se utilizan combustibles que actualmente escasean porque nuestro país no tiene la capacidad de autoabastecimiento.
Se ha hecho mención de productos alimenticios que por intuición pareciera que son íntegramente producidos en Bolivia y sobre los cuales existe una presión de la demanda pública muy intensa y, por lo tanto, la tendencia en los gobiernos a buscar solucionar su abastecimiento y fijación de precios mediante el control y la coacción. Si se hiciera este estudio sobre bienes de la industria manufacturera que nos proveen diversos artículos para el consumo personal y/o la demanda empresarial, llegaríamos a establecer una dependencia aún mayor de las importaciones para lograr su producción en territorio nacional. A todo este análisis se le debiera adicionar el llamado contrabando a la inversa, por el cual es inevitable que las poblaciones de frontera hoy tengan grandes ganancias exportando informalmente la producción nacional a los países vecinos aprovechando la diferencia cambiaria.
Dicen que los reyes de la antigüedad ya intentaron combatir la inflación cortando la cabeza de los carniceros; nunca lo consiguieron, pues al día siguiente había menos oferta y mayor incremento de precios. Mientras no se ataque las causas que originan la inflación, como el déficit público y la emisión inorgánica de dinero, tratar de combatir los síntomas no tendrá éxito y agravará los problemas.