El impacto del Covid-19 en el cerebro: detectan atrofia leve y cambios estructurales después de la infección


Investigadores del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín encontraron alteraciones en zonas vinculadas a las funciones ejecutivas y la atención en pacientes con síntomas persistentes. Los efectos fueron mayores en los no vacunados

Se estima que unas 400

Se estima que unas 400 millones de personas en todo el mundo que han tenido Covid prolongado (Imagen Ilustrativa Infobae)



 

Fuente: infobae.com

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Cinco años después del inicio de la pandemia, los científicos siguen investigando cómo la infección por SARS-CoV-2 puede dejar secuelas temporales y duraderas en el cerebro, incluso en personas que cursaron cuadros leves o moderados de la enfermedad.

Los investigadores quieren indagar y categorizar el impacto en una enorme parte de la población global —unas 400 millones de personas— que, tras la infección por COVID-19, desarrolló síntomas persistentes como fatiga, niebla mental, dolores musculares, falta de aire o problemas de memoria y atención.

Aunque estos efectos son conocidos desde las primeras etapas de la pandemia, su origen neurológico aún no se comprende del todo y no existen aún marcadores clínicos que permitan identificarlos con claridad.

La científica Marcela Brocco explica qué es el COVID persistente y su impacto en el cerebro (Gentileza: Escuela de Bio y Nanotecnologías UNSAM @ebynunsam/ Alejandro Zamponi)

En este contexto, un grupo de científicos del Conicet y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) comenzaron en 2023 una investigación para evaluar si el COVID prolongado está asociado con cambios cerebrales específicos.

En diálogo con Infobae, Martín Belzunce, investigador del Conicet y coordinador del estudio desde la Escuela de Ciencia y Tecnología de la UNSAM explicó: “Estudiamos pacientes con síntomas persistentes tras el COVID-19 a través de neuroimágenes y evaluaciones cognitivas, esa fue la primera etapa del trabajo, cuyos resultados fueron publicados en la revista BMC Neurology».

Belzunce señaló que las neuroimágenes mostraron “atrofia leve y cambios estructurales en el cerebro» de las personas que sufrieron Covid prolongado, y esas modificaciones fueron más marcadas entre los no vacunados.

Imágenes cerebrales y síntomas persistentes

Pacientes con síntomas persistentes reportan

Pacientes con síntomas persistentes reportan mayor ansiedad, dolor y problemas de memoria (Imagen Ilustrativa Infobae)

La primera etapa del proyecto fue publicada en la revista BMC Neurology con el título “Impacto cognitivo y cambios estructurales cerebrales en pacientes con long COVID: un estudio transversal con resonancia magnética realizado dos años después de la infección en una cohorte de Argentina”.

“Analizamos imágenes estructurales del cerebro —la materia gris, donde están las neuronas, y la materia blanca— para estimar el volumen y el espesor de la corteza cerebral”, detalló.

Según indicó, ese tipo de análisis permite detectar signos tempranos asociados a enfermedades neurodegenerativas. “Observamos atrofia leve y cambios estructurales, aunque eso no implica necesariamente que haya una asociación con una enfermedad neurodegenerativa. Su impacto aún debe investigarse más”, advirtió.

El trabajo, encabezado por Belzunce, se basó en el análisis de imágenes cerebrales obtenidas mediante resonancia magnética estructural en 137 personas, de las cuales 109 reportaban síntomas persistentes.

En el aspecto cognitivo, Belzunce señaló que “no encontramos diferencias marcadas, salvo una leve disminución en una prueba específica de velocidad de ejecución”.

Pacientes con COVID persistente mostraron

Pacientes con COVID persistente mostraron atrofia cerebral leve y reducción de grosor cortical, según la investigación argentina publicada en BMC Neurology (imagen: BMC Neurology )

El estudio incluyó a personas con síntomas persistentes durante más de tres meses, residentes en el partido de San Martín, que se inscribieron voluntariamente a través de un formulario del Ministerio de Salud de la provincia de Buenos Aires. “Reclutamos personas vacunadas y no vacunadas. La mayoría de quienes manifestaban quejas cognitivas no estaban vacunados al momento de infectarse”, sostuvo.

Aunque los tests cognitivos aplicados —como el Trail Making Test y otras escalas neuropsicológicas— no revelaron diferencias contundentes entre los grupos, las imágenes cerebrales sí mostraron atrofia en áreas como el cerebelo, el giro lingual y el precúneo.

El estudio observó, además, una reducción significativa del grosor cortical en las circunvoluciones postcentrales, regiones que también se ven afectadas en enfermedades como el Alzheimer.

Según los autores, “el patrón general de reducción sugiere una tendencia clara”, incluso si no todas las regiones alcanzaron significación estadística tras los controles múltiples. Y advierten que “estas alteraciones estructurales pueden reflejar efectos sistémicos más amplios más allá de la función cognitiva únicamente”.

“Dos años después de la infección, las personas con síntomas prolongados continúan experimentando una amplia gama de síntomas, una calidad de vida significativamente afectada y signos leves de atrofia cerebral”, señalaron los investigadores en la publicación.

La segunda etapa de la investigación busca biomarcadores del Long COVID

 

Marcela Brocco explica sobre el estudio sobre el Covid prolongado y su impacto en el cerebro (Gentileza: Escuela de Bio y Nanotecnologías UNSAM @ebynunsam/ Alejandro Zamponi)

Belzunce contó que la segunda etapa de la investigación comenzó tras obtener financiamiento de la Organización Internacional de Investigaciones del Cerebro (IBRO).

“Aplicamos junto con Marcela Brocco —quien trabaja en biomarcadores de estrés y salud mental— y obtuvimos la financiación. Eso nos permitió extender la muestra de voluntarios y avanzar en una nueva fase que todavía está en curso”, indicó Belzunce.

En esa línea de investigación, la doctora en Ciencias Químicas Marcela Brocco, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-UNSAM), lidera junto a Belzunce un estudio que busca validar biomarcadores del Covid prolongado en muestras de saliva.

El objetivo es generar una herramienta no invasiva que permita detectar personas en riesgo y evaluar la eficacia de los tratamientos disponibles.

“Desde hace dos años iniciamos este proyecto. En la primera etapa, tratamos de estudiar el efecto del COVID persistente a nivel del funcionamiento del cerebro, con imágenes y pruebas cognitivas, con imágenes del cerebro, con resonancia magnética y PET para ver el metabolismo cerebral”, explicó Brocco.

“Y en la segunda etapa incorporamos la medición de biomarcadores de salud mental en la saliva para tratar de encontrar una prueba diagnóstica integrada que que tenga todos los componentes de la parte cognitiva, la parte de salud mental y las imágenes de cerebro», completó la investigadora.

Lo que se sabe y lo que falta explicar sobre el COVID persistente

La mayoría de quienes reportaron

La mayoría de quienes reportaron quejas cognitivas no estaban vacunados al momento de la infección, indicaron los autores del estudio
(Reuters)

Aunque aún no existe una hipótesis concluyente sobre el origen del COVID persistente, algunos estudios internacionales sugieren que podría tratarse de una disfunción del sistema inmunológico, una reacción autoinmune o la activación localizada de partículas virales residuales, especialmente en el cerebro.

Adultos, personas no vacunadas o quienes cursaron formas graves de la enfermedad parecen estar más expuestos, según distintos trabajos revisados por pares.

Frente a este panorama, los investigadores argentinos plantean la necesidad de generar marcadores objetivos que permitan distinguir el COVID persistente de otras afecciones neurológicas o psiquiátricas.

“Aunque las pruebas cognitivas no mostraron deterioro significativo, la resonancia magnética estructural reveló regiones específicas de atrofia cerebral”, concluyeron en BMC Neurology. “La reducción sustancial de la calidad de vida y los niveles de actividad física subraya la necesidad de intervenciones integrales que aborden tanto la salud física como la mental”.

Un problema global con consecuencias neurológicas persistentes

Además de los estudios con resonancia magnética e imágenes de alta resolución que muestran atrofia en áreas involucradas en la memoria, la cognición, el sistema autónomo y la regulación emocional, diversas investigaciones globales identificaron procesos neuroinflamatorios vinculados a las secuelas del la infección por COVID-19.

Estudios identifican que los síntomas

Estudios identifican que los síntomas neurocognitivos afectan hasta el 36% de quienes padecen covid prolongado . (Imagen Ilustrativa Infobae)

Una investigación de la Universidad de Pittsburgh publicada en PNAS en 2023 analizó imágenes cerebrales de 223 personas no vacunadas que habían atravesado una infección leve o moderada por COVID-19. El estudio identificó signos de neuroinflamación persistente y alteraciones en la sustancia blanca del cerebro.

También, de manera similar al hallazgo reciente de los investigadores argentinos, los científicos hallaron evidencias de atrofia cerebral. El estudio estadounidense detectó estas anomalías en regiones vinculadas con la memoria y la regulación emocional, incluso entre pacientes que no presentaron cuadros severos.

A pesar de que el seguimiento científico del virus solo abarca cinco años, la comunidad médica comienza a plantear interrogantes sobre sus secuelas a largo plazo. “Si tuviste niebla mental una vez, ¿significa eso que tu cerebro está predispuesto a problemas cognitivos más adelante?”, planteó en marzo el epidemiólogo Ziyad Al-Aly, de la Universidad de Washington en St. Louis, quien es uno de los referentes globales en investigaciones sobre los efectos del Long Covid, en declaraciones a The Washigton Post.

Diversos estudios recientes han detectado un aumento de biomarcadores cerebrales asociados con demencia e inflamación tras la infección por SARS-CoV-2.

Según metaanálisis publicados en 2024 y 2025, una infección por coronavirus —como ocurre con otras infecciones virales— podría elevar el riesgo de deterioro cognitivo o enfermedades neurodegenerativas en la adultez. “Esas son las cosas que me preocupan”, afirmó Al-Aly.

La magnitud del fenómeno es significativa: más de 400 millones de personas en el mundo han experimentado COVID prolongado.

Los especialistas coinciden en que el COVID prolongado no es una sola enfermedad, sino un conjunto de más de 200 síntomas posibles.

Se estima que los síntomas neurocognitivos —como fatiga extrema, niebla mental, pérdida de memoria y dificultad para tomar decisiones— afectan entre el 18% y el 36% de quienes desarrollan COVID prolongado.

Aunque se avanza en su caracterización, la necesidad de estrategias terapéuticas y herramientas diagnósticas específicas sigue siendo urgente. Estudios internacionales alertan, además, sobre su posible vinculación futura con un mayor riesgo de demencia o deterioro cognitivo, incluso en quienes ya no presentan síntomas visibles.