Hay más billetes en circulación. Foto: Archivo.
Por Daniel Zenteno
Entre 2020 y 2024, la emisión monetaria en el país creció de Bs 53.616 millones a Bs 80.310 millones, un incremento de Bs 26.694 millones, equivalente a un aumento del 49,8%, según los datos oficiales del Banco Central de Bolivia (BCB).
Fuente: La Razón
Este ritmo de crecimiento, según los expertos, no se corresponde con el comportamiento del Producto Interno Bruto (PIB). De hecho, el presidente del Colegio Departamental de Economistas de Tarija, Fernando Romero, señaló que la emisión monetaria fue mayor que el crecimiento de la economía nacional en las últimas dos gestiones, lo que pone sobre la mesa un desbalance que podría estar generando mayor inflación.
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Emisión
“El crecimiento de la emisión monetaria ha sido, al menos en los últimos dos años, mayor al crecimiento económico”, advirtió Romero, en contacto con La Razón.
De acuerdo con el economista, en 2023 la emisión monetaria creció un 18,14%, pero el crecimiento económico fue de apenas 3,08%.
Es decir, en esa gestión, la emisión fue seis veces mayor al crecimiento del Producto Interno.
Para 2024 la situación podría ser peor, pues la emisión creció un 19,87% y, según Romero, el Banco Mundial (BM) proyecta un crecimiento económico de solo el 1,4% en el país, por lo que el incremento monetario sería aproximadamente 14 veces más que el aumento de la economía nacional.
La lógica de la emisión monetaria, en condiciones normales, es sencilla: el dinero debe crecer en la misma proporción que la producción de bienes y servicios, para evitar presiones inflacionarias o recesivas. Sin embargo, en el país este equilibrio parece haberse roto en los últimos años.
La presión de los gastos públicos, especialmente los corrientes, como salarios y funcionamiento del aparato estatal, habría llevado al Estado a recurrir a la emisión como una fuente de financiamiento. Aunque esta explicación no ha sido confirmada por autoridades del área económica, Romero no descarta este escenario.
“La necesidad del financiamiento de los gastos corrientes en moneda nacional puede que haya hecho que se haya solventado con mayor emisión de dinero, aunque esto debería ser respondido por el Gobierno”, indicó el economista.
El dinero en circulación es mayor al que necesita la economía real, y eso, explica Romero, genera presiones inflacionarias.
Esto podría explicar, al menos parcialmente, que a mayo de 2025 la tasa de inflación acumulada sea del 9,81%, superando la meta del Gobierno, que se había propuesto no sobrepasar una tasa de inflación anual de 7,5%.
“Si se ha inyectado mayor cantidad de dinero al requerimiento de los agentes económicos, en el país se generan presiones inflacionarias. Éste, si bien no es el factor determinante, colabora a que exista más inflación”, puntualizó Romero respecto al tema.
La mecánica es clara: si las personas tienen más dinero en sus bolsillos, pero no hay un crecimiento equivalente en la oferta de bienes y servicios, los precios inevitablemente suben, debido a que la demanda se incrementa.
“Si la gente tiene más dinero en su bolsillo o existe más cantidad de dinero en circulación y no existe una cantidad de producción de bienes y servicios, una oferta a la altura de la capacidad monetaria, eso hace que los precios también suban en la economía”, explicó Romero.
Según la información del Banco Central de Bolivia, en los últimos dos años no solo se han emitido más billetes, sino también se ha producido una renovación en los cortes monetarios, retirando series antiguas y reponiéndolas con nuevas., lo que podría justificar y explicar el marcado incremento en la emisión.
Sin embargo, la diferencia entre lo que se emite y lo que se retira no se ha hecho pública de manera transparente, lo que impide conocer con precisión el nivel neto de liquidez que se ha inyectado al mercado estos años.
BCB
Aunque en julio de 2024, el presidente del BCB, Edwin Rojas, anunció que se repondrían 321,5 millones de piezas de material monetario destruidos y en mal estado por un valor de Bs 18.000 millones. En ese entonces, se dijo que la operación tomaría un mes.
“La entrega del material monetario se inició en junio de la presente gestión (2024) y concluirá en las próximas semanas de acuerdo con el cronograma y lotes de entrega establecidos en el contrato; posteriormente, será monetizado conforme el Reglamento de Monetización del BCB”, señaló en esa oportunidad.
No obstante, la experiencia regional sugiere cautela. Romero recordó los casos de Venezuela y Argentina (en anteriores gestiones), donde los bancos centrales imprimieron dinero para cubrir déficits fiscales, lo que desencadenó crisis hiperinflacionarias.
“Se ha visto en otros países, como Venezuela y Argentina (antes), se ha solventado el déficit fiscal con mayor emisión de dinero, lo cual les ha repercutido una inflación muy grande”, comparó.
A medida que el Estado incrementa su participación en la economía a través de subsidios, bonos y gasto público, el desafío es encontrar un equilibrio sostenible. De lo contrario, la emisión descontrolada puede deteriorar aún más el poder adquisitivo de la población y una mayor inflación.
La evolución de la emisión monetaria en el país refleja una tendencia llamativa, pues entre entre 2015 y 2019 la emisión se mantuvo siempre controlada, por debajo de los Bs 50.000 millones; pero apartir del año 2020 comenzó a observarse el incremento.
La trayectoria de la emisión monetaria entre 2020 y 2024 evidencia un patrón de aceleración que resulta preocupante. En el primer tramo del periodo, de 2020 a 2021 el crecimiento fue relativamente moderado, con un aumento de apenas Bs 2.500 millones, es decir, un 4,7% en términos relativos entre esas dos gestiones.
Sin embargo, a partir de 2022, la tendencia cambió bruscamente: la emisión creció más de Bs 10.000 millones entre 2021 y 2023, y luego se disparó casi Bs 13.000 millones adicionales en un solo año, hasta alcanzar el récord de Bs 80.310 millones en 2024.
Esta curva ascendente, en lugar de estabilizarse con la recuperación postpandemia, se intensificó, lo que refuerza las sospechas de que el Gobierno recurrió con más frecuencia al dinero emitido para financiar gastos corrientes y compensar la falta de ingresos fiscales y externos, como se indicó.
Este patrón de emisión creciente no puede analizarse de forma aislada: su evolución refleja, en el fondo, una fragilidad estructural en la economía boliviana. A medida que la inversión pública cae, los ingresos por exportaciones se reducen y el acceso al crédito externo se restringe, la emisión de dinero emerge como un recurso de emergencia, pero de alto costo. Como lo advirtió el economista Fernando Romero, este exceso de liquidez, al no estar respaldado por un aumento en la producción de bienes y servicios, está provocando distorsiones en el mercado, debilitando el poder adquisitivo de la moneda nacional e introduciendo riesgos inflacionarios que, aunque aún controlados en términos comparativos, podrían desbordarse si esta tendencia persiste sin correctivos estructurales en el corto plazo.
Si esta tendencia continúa, Bolivia podría enfrentar mayores distorsiones económicas, especialmente si el crecimiento del PIB no acompaña el incremento del circulante. La emisión monetaria, como política transitoria en situaciones excepcionales, puede ser útil. Pero como mecanismo sistemático para cubrir gastos, representa una bomba de tiempo. El desafío está planteado si es que se quiere evitar un mayor crecimiento de las presiones inflacionarias.
Fuente: La Razón