JJ Spaun, diabético, gana el US Open con un putt imposible


El estadounidense sorprende a todos en Oakmont y Jon Rahm acaba séptimo.

JJ Spaun (34) celebra el putt que certificó su victoria en el US Open
JJ Spaun (34) celebra el putt que certificó su victoria en el US Open
Fuente: Marca.com
Por Gerardo Riquelme

El US Open 2025 se resolvió en favor de JJ Spaun, 34 años, un jugador que pensó dejar el golf cuando un diagnóstico equivocado de diabetes le hizo perder 23 kilos en tres años, la tarjeta del PGA Tour y las ganas de jugar al golf. La vida siempre concede una última oportunidad y Spaun lo corroboró con un final de antología: con un putt de 21 metros para birdie, con la bandera puesta en el hoyo.

La lucha del domingo, interrumpido durante hora y 40 por un aguacero tremendo, fue una interpretación libre de su carrera: un inicio hacia el precipicio, un vuelo hacia la gloria a continuación. En la jornada final (72 golpes) pasó de cinco bogeys antes del parón a cuatro birdies -y un bogey- que le llevaron a ser el único jugador que batió al ogro de Oakmont en el tercer grande del curso (-1 en total), en un epitome de su vida. (Resultados)



Tras ser diagnosticado JJ en 2018 con diabetes 2, su mundo dio un vuelco..Sus niveles de azúcar en sangre a menudo afectaban su juego, causándole visión borrosa, fatiga y mareos. El impacto emocional de vivir con una enfermedad crónica era abrumador. Apenas comía, perdió la tarjeta en 2021, cayó por debajo del puesto 500 del ránking mundial. Resurgió en 2022 con el Valero Texas Open, su única victoria de relieve hasta el US Open.

Un campo distinto

Los greenes rápidos que se había encontrado su vecino en Scottsdale Jon Rahm, séptimo al final en una remontada de mérito, se volvieron pesados después del mencionado parón y que luego daría paso a una lluvia permanente. A la presión que pesa sobre los hombros y encoge el estómago en la última jornada del grande más cruel, se unió que las velocidades habían cambiado. Las barbas de Oakmont seguían enormes, el rough apelmazado, regatos en las calles. Los birdies llegaban a cuentagotas. Entre los dos últimos partidos tras 10 hoyos sumaban 16 sobre par entre cuatro golfistas, Spaun iba +5 en el día. Nadie estaba bajo par ya.. El +4 final de Rahm era sólo un sueño, pero seguía siendo el mejor resultado en la casa club.

A falta de cinco hoyos, la USGA salivaba. Había cinco jugadores en +1, Burns, Scott, Spaun, Hatton y Ortiz. El US Open, y en campos terribles como el de Pensilvania, es una oda al masoquismo y la clasificación respondía a las expectativas creadas. Scheffler, el número 1 del mundo y que ha compartido casa esta semana con su amigo Burns, como en el Masters, no había podido desbancar  a Jon en la casa club como líder, tras un 72 discreto y con un bogey en el últmo hoyo.

Spaun se abraza a su caddie
Spaun se abraza a su caddie

Spaun, un jugador que fue autodidacta en los comienzos dando bolas en un garaje con su padre, embocó el segundo putt kilométrico cuesta abajo y saltó al liderato. No es el golfista hijo de una mujer mexicana que hasta los ocho meses de embarazo no dejó de jugar a este deporte, un tipo que se vea en estas batallas. Sin experiencia, con balance paupérrimo en los grandes y una sola victoria en el PGA Tour, parecía un líder ocasional. Se distanciaron hacia abajo el mexicano Ortiz y el veterano Scott. Emergió MacIntyre, el zurdo más famoso de Escocia para un cuádruple en cabeza y aspirar a convertirse en el primero de su especie que ganaba un US Open. Fue el mejor del domingo entre los que salieron adelante con sus 68 golpes.

MacIntyre fijó el listón verdadero en la casa club con su +1 en total. El que quisiera arrebatarle el título tendría que hacer tablas con Oakmont como mínimo. Y eso era mucho decir. Hatton, en el generoso 17, un par 4 cuyo green se podía alcanzar de un golpe, claudicó, cometió un bogey, y se lo tomó con aspavientos groseros para variar. La emprendió no contra los cristales sino contra la hierba; Burns se desquició con otro doble bogey y se perdió para siempre; Spaun era el único enemigo de MacIntyre.

Entonces dio el primer golpe del día. Su madera alcanzó el green y se pasó cuatro metros del hoyo. Se fabricó una rotunda oportunidad de eagle. El birdie ya amenzaba con dejar a Escocia, que no saborea un major desde la victoria de Paul Lawrie en Carnoustie (1999), con la miel en los labios. Luego llegó el delirio con ese putt imposible. Luchar contra las adversidades suele tener premio. La vida misma.