La advertencia global de Nouriel Roubini: la Deuda como Megamenaza sistémica
El renombrado economista Nouriel Roubini, en su obra Megamenazas (2023), advierte sobre la creciente presión global de la deuda soberana y privada. Según él, estamos ante “la madre de todas las crisis de deuda”, impulsada por años de políticas monetarias laxas y endeudamiento sin control. Roubini, destaca que esta crisis se agrava por su intersección con otras amenazas globales como el cambio climático, la guerra comercial y la recesión económica energética. Su análisis enfatiza que los países emergentes –como Bolivia– son más vulnerables: enfrentan ciclos de endeudamiento, devaluación y recesión, cuyo peso social recae desproporcionadamente en los más pobres.
Desde la teoría económica, estos escenarios pueden comprenderse a partir de varias dinámicas interrelacionadas. Por un lado, los ciclos recurrentes de auge y colapso de deuda, analizados por autores como Hyman Minsky y Charles Kindleberger, muestran cómo periodos de euforia financiera y crédito barato suelen preceder a crisis abruptas de sobreendeudamiento. A esto se suma el riesgo moral y la llamada trampa de deuda externa, conceptos trabajados por Paul Krugman y Jeffrey Sachs, que explican cómo los países en desarrollo, al financiar recurrentes déficits con deuda externa, se vuelven dependientes de nuevos préstamos para pagar los antiguos, perpetuando su fragilidad macroeconómica. Finalmente, Joseph Stiglitz y José Antonio Ocampo han advertido sobre el comportamiento procíclico de las agencias calificadoras de riesgo y los acreedores internacionales, que tienden a agravar las crisis al restringir el crédito precisamente cuando los países más lo necesitan. Esta combinación de factores explica por qué economías como la boliviana enfrentan mayores vulnerabilidades en escenarios globales adversos, y refuerza la pertinencia de iniciativas como el reporte Jubileo
El plan Jubileo: una arquitectura financiera al servicio de las personas
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Hace un par de días sale un importante documento encargado – cuya coordinación la realizo el Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz y Martín Guzmán- por el entonces Papa Francisco, dicho informe plantea una transformación estructural de la arquitectura financiera internacional, proponiendo la creación de un mecanismo multilateral para la reestructuración ordenada de la deuda soberana, la implementación de canjes de deuda por desarrollo sostenible y el relanzamiento de una nueva versión de la iniciativa Jubileo. Dentro de sus principales lineamientos destaca:
- El establecimiento de procedimientos transparentes, ágiles y predecibles para aliviar la carga de deuda de los países vulnerables.
- La prohibición expresa de utilizar recursos públicos para rescatar acreedores privados, evitando así transferencias regresivas de recursos.
- La adopción de medidas para impedir flujos netos negativos que debiliten la inversión pública y los programas sociales esenciales.
- La aplicación de criterios de equidad, garantizando un trato igualitario y simultáneo a todos los acreedores, públicos y privados.
- Y un enfoque humanitario, donde las finanzas internacionales estén subordinadas a los objetivos de bienestar social, reducción de desigualdades y sostenibilidad climática.
Este enfoque integral busca romper los ciclos crónicos de sobreendeudamiento y vulnerabilidad estructural, en consonancia con las advertencias de Roubini sobre la necesidad urgente de reformar el orden financiero global antes de que se desate una crisis sistémica de mayor alcance.
Las advertencias del Colegio de Economistas de Santa Cruz: el peso de la Deuda como amenaza inminente
En mayo de 2024, el Colegio de Economistas de Santa Cruz (CESC) hizo pública una advertencia técnica dirigida al Ministerio de Economía, alertando sobre el creciente peso del servicio de la deuda externa en las finanzas públicas bolivianas. En su pronunciamiento, el CESC sostuvo que:
- La propuesta internacional de reestructuración de deuda no debía ser calificada como “resfriada”, sino que resultaba urgente y necesaria en un entorno financiero global adverso.
- Bolivia ya había recurrido a diferimientos y postergaciones de pago en 2020 y 2021 sin que esto implicara impago o default técnico.
- Denunció una preocupante falta de transparencia en las cifras oficiales de deuda, que reportan niveles cercanos al 46 % del PIB, cuando estimaciones de organismos internacionales la sitúan entre 80 % y 82 % del PIB.
- Señaló que el costo anual del servicio de deuda superaba los recursos asignados a inversión pública y gasto social, lo que estaba estrangulando la capacidad del Estado para sostener el crecimiento inclusivo.
- Propuso retomar una iniciativa tipo “Jubileo 2.0”, adaptada a las condiciones actuales, que permita aliviar las presiones fiscales estructurales y evitar escenarios críticos como los vividos en los años 80.
La advertencia fue clara: ignorar estas señales conduciría inevitablemente a restricciones fiscales severas, crisis de balanza de pagos y pérdida de reservas internacionales, poniendo en riesgo la estabilidad económica y social del país.
La respuesta del Ministro: más Deuda para pagar Deuda
Pese a estas advertencias, en junio de 2025 el Ministro Marcelo Montenegro, ratificó en declaraciones oficiales que Bolivia cumple puntualmente con sus obligaciones externas y no enfrenta riesgo de default. Descalificó además la propuesta de reestructuración internacional como “resfriada y sin sentido” para la situación boliviana.
Sin embargo, en una evidente contradicción respecto a ese discurso de solvencia, el mismo ministro solicitó a la Asamblea Legislativa la aprobación de nuevos créditos externos por USD 800 millones para cubrir el servicio de deuda y USD 1 800 millones para importación de combustibles, reconociendo indirectamente que sin esos recursos el país podría enfrentar problemas para honrar sus compromisos externos y entrar en default.
El Ministro explicó que se mantiene un flujo constante de pagos gracias a operaciones complementarias como la venta de oro de las reservas internacionales y créditos de corto plazo con organismos multilaterales. Sin embargo, estas medidas de corto plazo no resuelven la fragilidad estructural advertida por los economistas, y sólo postergan el inevitable ajuste si no se adoptan reformas de fondo. A manera de anécdota, en mi calidad de Director a.i. del Banco Central de Bolivia a inicios de gestión, sugerí al Presidente del BCB y, posteriormente, en una reunión del Grupo Macro, se planteó al Ministro de Economía la posibilidad de iniciar una renegociación e incluso condonación parcial de la deuda externa. Sin embargo, la propuesta fue desestimada, argumentando que ello enviaría una señal negativa a los mercados financieros. Lamentablemente, la recomendación no fue considerada, pese a las condiciones adversas que ya comenzaban a evidenciarse.
Crítica y recomendaciones de Política Económica
La situación expone un dilema evidente: cumplir con la deuda sin sacrificar inversión pública ni estabilidad económica. Frente a ello, se recomienda:
- Renegociar proactivamente la deuda, extendiendo plazos y reduciendo tasas para aliviar presión fiscal.
- Transparentar las cifras reales de deuda y crear una unidad técnica independiente que supervise su sostenibilidad.
- Promover canjes de deuda por inversión social y ambiental, priorizando salud, educación y transición energética.
- Consolidar reservas estratégicas y líneas de financiamiento para asegurar pagos sin afectar inversión interna.
- Articular una estrategia diplomática regional que reactive un Jubileo 2.0 con respaldo multilateral.
En resumen, Bolivia necesita dejar de administrar urgencias y adoptar una estrategia integral que combine alivio financiero, transparencia y protección del gasto social. El inmovilismo solo agravará los costos futuros.
Por: Bismarck Javier Arevilca Vásquez, Ph.D.
Economista