“Lo verdaderamente sexy”


Santiago Terceros

 

Hoy se publica la primera encuesta preelectoral de este ciclo.

Y más allá del orden que ocupen los binomios, lo más valioso es que volvemos a contar con una herramienta que permite leer el país con evidencia y no con corazonadas.



En una sociedad sobreinformada, emocional y fatigada, lo más sexy hoy es tener claridad.

Y eso empieza por entender bien cómo se mide la intención de voto, y qué sesgos pueden alterar nuestra lectura del tablero.

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¿Cómo se leen las encuestas?

Primero lo básico: una encuesta no predice el futuro, es una fotografía parcial de un momento en movimiento. Pero si se la analiza bien, ayuda a ordenar posiciones y a corregir ilusiones.

Hay dos factores fundamentales que deben considerarse para hacer una lectura útil:

1. La Bolivia profunda

El 15% del padrón electoral está en zonas rurales.

En estos territorios, el MAS ha mantenido históricamente niveles de apoyo cercanos o superiores al 80%

En otras palabras, incluso sin ganar una ciudad, el MAS podría arrancar con un 12% de base sólida.

Por eso es esencial revisar si la encuesta incluye representación proporcional en estas zonas. De lo contrario, el dato estará sesgado hacia lo urbano, donde la crisis se siente más y el rechazo es mayor.

2. El voto en el exterior

Representa aproximadamente el 5% del padrón.

Y aunque en el pasado fue también favorable al MAS, esta vez podría comportarse de forma distinta.

Los bolivianos en el exterior suelen estar más informados, más expuestos al contraste con otras realidades, y más atentos a las consecuencias de la crisis económica.

Si el resultado es estrecho, pueden ser decisivos.

¿Cómo se calculan los porcentajes?

Una trampa común es comparar los porcentajes de encuestas (que incluyen “no sabe” o “no responde”) con los resultados oficiales, que se calculan solo sobre votos válidos.

¿La clave? Reducir la base de cálculo.

Por ejemplo: si un 20% de encuestados no elige a ningún candidato, ese grupo debe eliminarse del denominador.

Si un candidato marca 20% sobre el total, realmente estaría en 25% proyectado sobre votos válidos (20 dividido entre 80).

Estas pequeñas correcciones pueden cambiar el análisis y detectar tendencias reales que se ocultan bajo el promedio plano.

¿Trabajar en el Estado es sexy?

Esta semana, un candidato a vicepresidente aseguró que quiere “hacer sexy trabajar en el Estado”.

La frase circuló, gustó, incomodó y generó debate.

Pero más allá del impacto, la pregunta de fondo es esta: ¿cuál es el modelo de Estado que queremos?
Porque seamos sinceros: trabajar en el Estado siempre ha sido atractivo.

No solo por los sueldos (como el del Presidente de YPFB, de casi 50 mil Bs mensuales), sino por el poder, la visibilidad y la posibilidad de usar recursos públicos para construir redes personales.

Eso ya es sexy

Lo que no es, es sostenible, ni ético.

Lo que se necesita no es hacerlo más deseable, sino hacerlo más pequeño, más eficaz, más técnico y más transparente.

Un Estado que acompañe al ciudadano y al emprendedor, no que lo asfixie.

Un Estado que pague bien, sí, pero a los mejores, no a los leales.

Un Estado que se modernice y deje atrás la lógica del “loteo” y la “mochila política”.

Eso sí sería sexy

Hoy comienza una nueva etapa.

Y entre tanta consigna, tanta selfie y tanto humo, lo verdaderamente sexy es pensar.

Pensar con datos, con contexto, con sentido común.

Porque si no entendemos cómo funciona el sistema, no sabremos cómo cambiarlo.

Nos vemos el próximo domingo.

Fuente: https://www.facebook.com/photo?fbid=1463390151719392&set=a.746918266699921