No es que los oficios estén muriendo. Es que los estamos dejando morir. Por olvido. Por desidia. Por haber confundido innovación con descarte. Y modernidad… con amnesia.
Fuente: Ideas Textuales
Cada oficio que desaparece se lleva algo más que una técnica. Se lleva una forma de mirar. Una forma de tocar. Una forma de entender el mundo con las manos.
No es nostalgia. Es urgencia.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Urgencia de detenernos. De mirar hacia quienes aún resisten en silencio. Urgencia de escuchar el sonido de un telar, el olor a madera recién cortada, el silencio de una puntada bien dada.
Un oficio no es un lujo. No es un decorado para ferias de domingo. Es cultura viva. Es economía posible. Es herencia compartida. Es una forma de cuidar.
No queremos ser la generación que lo dejó ir todo. No queremos rendir homenaje al último zapatero. Queremos ver abrir talleres, no solo cerrar persianas. Queremos que el futuro también huela a cuero, a barniz, a hilo, a barro. A tiempo.
Este no es un manifiesto de despedida. Es una declaración de defensa.
Porque mientras haya una persona que quiera seguir aprendiendo con las manos, vale la pena seguir luchando por lo que no puede automatizarse.
Los oficios no son el pasado. Son una posibilidad. Y aún estamos a tiempo.
Por Rodolfo Mcartney. Estudió Audición y Lenguaje. Cose etiquetas en la empresa familiar.
Fuente: Ideas Textuales