Reservas internacionales y tipo de cambio: una lección pendiente


En meses pasados, previo el hecho que los efectos de la crisis ocupen nuestro tiempo y energía, se posesionó en el debate público la idea que el gobierno financió con las reservas internacionales el déficit de dólares de sector privado. Este argumento se presentó en distintos escenarios, desde conferencia de prensa, declaraciones en medios y entrevistas y por numerosos interlocutores desde autoridades y analistas allegados a la Administración actual. Inclusive, se llegó a interpelar de manera directa al sector privado sobre la estrategia para abordar su “déficit comercial histórico, el cual habría contribuido con la caída de las reservas en el país”.

Ante la elocuencia de estas intervenciones, uno podría sentirse tentado a pensar que el sector privado es el culpable de la falta de dólares. Tal tentación no solo llevaría a conclusiones equívocas, pues se estaría partiendo de una premisa equivocada, una falacia al final del día, sino que también estaría obviando el análisis económico que la situación amerita. Que las importaciones del sector privado son y fueron mayores a sus exportaciones, es evidente, según los reportes del banco central. Pero eso no implica que el sector privado es el causante de la sequía de dólares en la economía. Concluir que el privado es causante de la falta de dólares es un análisis contable. Tal aseveración ignora la economía por detrás.



La idea central nace del estudio de la microeconomía es que las familias y empresas guían su decisión de compra o consumo al bien más barato. El precio es una seña clave. No se puede pasar por alto el efecto de los precios sobre las decisiones de consumo y ahorro de las familias y de producción de las empresas. Fuera de las ventajas comparativas o competitivas que pudieran existir en el comercio exterior a lo largo de los distintos sectores de nuestra economía con sus correspondientes en el extranjero, existe una variable clave que determinó que los bienes y servicios en el país fuesen –en términos relativos– más baratos a lo largo del tiempo: el tipo de cambio de Bs. 6.96.- por dólar. En efecto, se mantuvo un precio clave fijo de manera irresponsable durante un largo período de tiempo.

Con un tipo de cambio sobrevaluado por tan largo período de tiempo, la compra de bienes extranjeros se volvió accesible. Solo hace falta traer a la memoria las góndolas de supermercados o incluso los anaqueles en mercados populares abarrotados con alimentos importados, sean cereales, aceites y bebidas; eso sin considerar las prendas de vestir, entre otros.

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Hace muchos años, yo fui parte del Banco Central de Bolivia y fui testigo de la cuidadosa y prudente administración del tipo de cambio. Su presidente y Directorio, nutridos de información proveniente de su área, staff y recomendaciones de los cuerpos colegiados plasmados en los Comités especializados creados en su interior, administraban cuidadosamente el tipo de cambio, evitando se incurra en desalineamientos, como el presente. El éxito de tal trabajo se refleja en que se lo logró mantener un sano equilibrio externo sin la zozobra e incertidumbre que existen hoy con un mercado paralelo.

Si se trata de atribuir responsabilidades, no es correcto atribuírselas a las decisiones de consumo de decenas de miles de familias y de producción, a otro tanto de empresas. En todo caso, son los responsables de la política pública que deberán rendir cuentas y explicar por qué siendo el tipo de cambio un precio y una señal clave para las decisiones de millones bolivianos se decidió mantenerlo fijo por tanto tiempo aún y cuando sus fundamentos empezaron a decir todo lo contrario.

Ahora bien, dejando de lado el retrovisor y con la mirada puesta en el futuro, más allá de los discursos “de izquierda” o “de derecha”, “socialistas” o “capitalistas” la realidad es simple: toca reorganizar nuevamente un esquema cambiario que corrija la situación actual y, con ella, se reconstruya la credibilidad del banco central.  Toca aprender las lecciones. Una de ellas es entender que el precio del dólar es una de las variables más importantes de nuestra economía y que su administración debe ser técnica, pulcra y transparente.

*Hugo A. Rodríguez G. es Jefe de Análisis Económico de CEBEC/CAINCO