¿Seguro que Del Castillo mueve los hilos?


El TSE y el TCP están condicionando las elecciones, pero no es para nada evidente que lo estén haciendo a la medida del MAS tras haber elegido al exministro de Gobierno como candidato

¿Seguro que Del Castillo mueve los hilos?
Del Castillo

 

Fuente: El País.bo



La renuncia del presidente Luis Arce Catacora a ser candidato a la presidencia con las siglas del Movimiento Al Socialismo (MAS) que el TSE le entregó luego de reconocer un semi cabildo abierto en El Alto como algo más legítimo que el Congreso convocado por Evo Morales en plazo (no tanto en forma) en Lauca Eñe, dirigió las especulaciones hacia una inminente reconciliación del MAS.

Era 13 de mayo y quedaba una semana para inscribir las listas. No había habido Congreso ni nada parecido para certificar el binomio del MAS y sin el presidente todo el mundo entendía más o menos lo obvio: que Luis Arce había asumido el fiasco de su gobierno, reflejado en las múltiples encuestas de intención de voto, y que en esa coyuntura había negociado una salida digna para él y su familia, desistiendo de ocupar el espacio e incluso, aportando “logística” para la campaña.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

No era descabellado. Para entonces ya se había consolidado la (supuesta) ruptura Morales – Rodríguez, pero las encuestas no detectaban ningún movimiento sísmico. Lo suyo era encontrar una candidatura unitaria y más o menos homogénea que les permitiera dar la batalla dentro de la norma. Pero no.

El viernes, unas horas después de que la Policía reprimiera con energía la primera marcha del evismo, en una sala más o menos amplia, pero vacía, Eduardo del Castillo era posesionado como candidato a la presidencia por parte del Movimiento Al Socialismo.

Aunque de entrada fue sorpresivo por las formas, era una decisión lógica. En las filas del arcismo hasta el final no han quedado los más afines al presidente, sino quienes han combatido con más fiereza a Evo Morales, y que entienden que no tendrán cabida en ningún otro proyecto popular. Es el caso de la tarijeña Julia Ramos, vicepresidente del aparato y realmente herida tras que Morales y todo el equipo se lavara las manos tras su detención por el caso del Fondo Indígena, donde purgó casi cinco años.

Del Castillo fue el primer señalado por el evismo y él se rebeló. Logró guardar la lealtad recíproca con Luis Arce, que hasta lo rehabilitó tras una censura parlamentaria. Como casi todo en el Ministerio de Gobierno, se sospechaba que tenía que ver con la droga. Morales lo denunció  de proteger a ciertos capos y lo cierto es que se le escapó Sebastián Marset, que había vivido felizmente en Santa Cruz pese a ser uno de los más buscados del continente. También hay reclamos por la gestión de otros asesinatos o el escándalo más reciente de la presencia de Tuta en Bolivia.

Estando contra las cuerdas, Del Castillo se lanzó de frente contra Evo, hablando de pederastia y de otros delitos. En el Trópico están seguros que lo intentó matar. Le aplaudieron muchas élites del país, pero de ahí a votarle va un largo trecho, más cuando en seis meses no ha cumplido su promesa de campaña: detener a Evo Morales.

El status quo tiene claro que Del Castillo ha tomado las riendas que Arce ha soltado y que con represión y cálculo puede lograr que el núcleo duro del bloque popular llegue a sus faldas incluso pasando por encima de las peleas atroces con Evo Morales. Otros creen que es estimar demasiado: primero porque el MAS, gracias al desmarque de Evo, es el partido de la crisis por encima de todo y segundo, y elemental, es porque Eduardo del Castillo del Carpio no es indígena ni mucho menos.

Hay otra clave en esta coyuntura: Si Del Castillo no tiene opciones de ganar ¿por qué le tendrían que guardar lealtades y pleitesía los otros poderes del Estado? ¿Por qué no buscarían nuevos padrinos con más opciones de continuidad con los que, quien sabe, asegurar su futuro?

Fuente: El País.bo