En junio se lanzaron algunas encuestas que distan mucho unas de otras. Si bien todas cumplen con el rigor científico requerido, debemos hacer notar que hay muestras menos representativas para los departamentos, ya que, según los datos extraídos del padrón electoral de 2024, publicado por el Tribunal Supremo Electoral, solo el 54% de los electores se encuentran en las nueve ciudades capitales más El Alto, dato muy lejano a la falsa creencia del 70% de población urbana frente al 30% de población rural.
Si consideramos la población departamental, las diferencias se hacen más evidentes, ya que existen ciudades capitales que aglutinan menos del 50% de los electores a nivel departamental, como Trinidad, Tarija, Potosí y Cochabamba, provocando un mayor margen de error en el muestreo tanto para los estrategas como para los analistas.
Sin embargo, podemos ver que todas estas encuestas tienen un común denominador y solo uno: la incertidumbre y la indecisión de los electores, provocando una volatilidad electoral muy alta, y probablemente una excusa para algunos actores políticos de provocar aún más caos tras las elecciones. Vamos con algunos apuntes.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
- Participación ciudadana. El votante boliviano acude a emitir su voto debido a las sanciones que implica no hacerlo. En las últimas tres elecciones generales, la participación se promedia en 88% del padrón electoral, sin considerar las elecciones judiciales, por lo tanto, encontraremos a los bolivianos acudiendo masivamente a las urnas.
- Votantes indecisos. El boliviano tampoco está acostumbrado a expresar finalmente el voto blanco o nulo en la papeleta de elecciones generales, pese a que en estas encuestas se vea un porcentaje muy alto de ambos. Incluso en las elecciones de 2019, cuando la volatilidad era sumamente alta, ambos votos se encontraron en un nivel muy bajo, entre 5% y el 5,7% agregados. Por ello es muy probable que una vez llegue el día de votación, las personas que se encuentran entre la indecisión, el blanco y el nulo, otorguen su voto a uno de los candidatos. Entre un tercio y la mitad de los electores se encuentran en este segmento, según las encuestas.
- Dunn, la candidatura que divide la derecha más conservadora. Insólitamente, Jaime Dunn, un financista vinculado al exministro del MNR, Carlos Sánchez Berzaín, y que propaga un discurso de extrema derecha, no ha sido habilitado oficialmente y es factor de división en los votantes más conservadores y otros disgustados de la política. Si finalmente se concreta su candidatura, los afectados serán Jorge “Tuto” Quiroga, Manfred Reyes Villa y Samuel Doria Medina, en ese orden.
- Santa Cruz, el menos indeciso. El único departamento con menos encuestados indecisos es Santa Cruz, aunque los datos revelados siguen siendo muy altos comparados con anteriores elecciones, los indecisos se posicionan entre el cuarto y el segundo lugar de preferencia.
- Andrónico y Del Castillo. Según las encuestas, el presidente del Senado y exevista, Andrónico Rodríguez, aventaja al exministro de Gobierno, Eduardo del Castillo en la lucha por aglomerar el voto duro del MAS-IPSP, sin embargo, el silencio que antes era su aliado hoy se puede ir en contra, aún no mostró sus propuestas ni liderazgo. Por otro lado, Del Castillo ha salido exponiendo algunas de sus propuestas programáticas y habrá que ver si estas tienen un repunte en su intención de voto.
- La viveza de Paz Pereira y el PDC. Como es común en los últimos años, los partidos políticos alquilan sus siglas para mantenerse vigentes en la arena política. En este caso, el Partido Demócrata Cristiano (PDC) le otorgó su sigla a Rodrigo Paz Pereira, el hijo del expresidente Jaime Paz Zamora (MIR, 1989-1993) y éste, en una jugada inesperada, invitó al expolicía Edman Lara como su candidato a la vicepresidencia. Parece probable que esta dupla otorgue una bancada en la Asamblea.
Nuevamente, estos datos nos muestran una muy probable segunda vuelta (los dos nombres están en discusión, aunque sorpresas pueden pasar), una Asamblea Legislativa sin mayoría para la aprobación de leyes y un retorno a la democracia pactada, la de las megacoaliciones del periodo neoliberal.
Por Pablo Mariscal, politólogo