Alas y buen viento


 

 



Ante la grata noticia del desistimiento del inhabilitado cocalero Evo Morales, de participar en las próximas elecciones presidenciales, aduciendo la falta de una justicia limpia e independiente, usada por el gobierno como arma política contra  sus opositores y el irrespeto a la vigencia de la Constitución Política del Estado, los bolivianos deberíamos estar de plácemes, ya que tales afirmaciones obedecen  a un repentino ataque de patriotismo, extraño en él, o simplemente a un estado de alucinación y/o máxima euforia, muy propio del medio ambiente que lo rodea.

Lo inexplicable de la actitud del autócrata, que nos gobernó discrecionalmente por más de catorce años, es la tranquilidad y el cinismo con la que justifica su decisión, siendo él, precisamente, quien manejó los hilos de una justicia servil y corrupta que le permitió apernarse en la silla presidencial desconociendo todas las normas y leyes que no se lo admitían. Ni siquiera hablar del referéndum, cuyo resultado, prohibiendo su reelección, desconoció solemnemente. Esa práctica deshonesta y dolosa trató de repetirla el año 2019, empero fue suficiente razón para que el pueblo fuerce su renuncia y huya despavorido a México.

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Si hay algo que supo manejar hábilmente y marcó la característica de su gobierno, fue la sañuda caza a sus opositores, mientras nos distraía con teatralizadas peleas  a lo interno de su partido. José María Bakovic, Marco Antonio Aramayo  y otros,  fueron las víctimas fatales de su encono. Ni hablar de los centenares de presos políticos que aún guardan prisión hasta nuestros días, como: Jeanine Áñez, el exgobernador potosino Marco Antonio Pumari; el de Santa Cruz, José Luis Camacho y muchos ex oficiales de las fuerzas armadas.

La supuesta defensa de la Constitución, por parte de Morales, es una argucia para movilizar a sus “militantes”, especialmente aquellos que pertenecen al núcleo de los agroquímicos chapareños, razón suficiente para esgrimir todas las artimañas características de ese sector, como las demostradas últimamente en el distrito minero de Llallagua, asesinando impunemente a pobladores y policías de esa localidad, so pretexto de boicotear, si no aplazar las elecciones de este año.

A escasos cuarenta días de las elecciones, han decidido repartirse lo que queda del Estado, los familiares y algunas personas piadosas que son  corresponsables  del despilfarro que hizo Morales en su gobierno, arguyendo que nada tienen que ver con la intolerable falta de hidrocarburos en estos días, siendo que ella es una absoluta irresponsabilidad de los que, junto a Morales, gobernaron este último cuarto de siglo al país y no supieron implementar políticas de exploración de este carburante, ya que su dedicación sólo se limitó a inflar la administración pública, con más de medio millón de funcionarios adeptos.

Ante semejante cuadro de corrupción y latrocinio, es necesario que los bolivianos acudamos a las urnas electorales, hoy aparentemente imparciales y honradas por la ausencia del mayor depredador, con el ánimo sincero de re institucionalizar nuestra amada patria boliviana, al cumplir precisamente, sus doscientos años de nacimiento. Y a los fautores, como expresaban nuestras abuelas: “Alas y buen Viento”.