Andrónico o Del Castillo ¿Quién es más masista de los dos?


Las dos estrellas emergentes del MAS han acabado intercambiando asesores y objetivos, ambos luchan por la presidencia

Andrónico o Del Castillo ¿Quién es más masista de los dos?
Edu y Andry

 

Fuente: El País.bo



Al inicio del gobierno de Luis Arce, Andrónico Rodríguez y Eduardo del Castillo eran las dos figuras del momento. Dos estrellas que pisaban fuerte y a las que se auguraba un futuro promiusorio dentro de la estructura.

Andrónico Rodríguez había sido el niño mimado de Evo Morales, al que había formado al interior de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba. Su preferencia y dedicación seguramente siempre fue exagerada, pues Morales nunca perdió un minuto en pensar en su sucesión, pero el chico tenía carisma y marcaba diferencias en las bases.

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Por su parte, Eduardo del Castillo del Carpio había formado una dupla letal con su esposa, exjefa de gabinete de Álvaro García Linera, como Mariana Prado pero después. Dentro del mismo paraguas, Del Castillo del Carpio había medrado al interior de la Asamblea Plurinacional hasta convertirse en Oficial Mayor del Senado, es decir, mano derecha de la siempre influyente Adriana Salvatierra.

Rodríguez había nacido en el sindicato, entre bloqueos y movilizaciones en el Chapare. Del Castillo, por su parte, había dejado atrás Santa Cruz para concentrarse en la sede del poder y su misión: medrar rápido. Rodríguez entró de una como presidente del Senado y mantuvo el cargo cinco años; Del Castillo fue elegido para el ministerio de Gobierno que debía articular la “venganza” contra los “golpistas”. Rodríguez fue haciendo nuevos amigos en La Paz y en círculos intelectuales como la Celag y el peronismo kirchnerista; Del Castillo intentó incrementar su raíz en Santa Cruz y apostó radicalmente por Luis Arce cuando empezó la batalla interna.

Si algo no se le puede negar a Andrónico Rodríguez es que siempre apostó a la unidad. Lo hizo en 2019 ni bien Evo Morales se fue en el avión rumbo a México, pues sabía que la clave era recuperar la unidad entre los muy “fanáticos” de Evo y los que aquel año se quedaron en casa porque no estaban de acuerdo en el proceder de Morales tras el referéndum de 2016. La tesis la sostuvo después siempre y en cada lugar, incluso luego de que Morales le forzó para acudir al Congreso de Lauca Eñe de 2023, cuando se oficializó el cisma.

Por su parte, Del Castillo fue artífice de la ruptura: sin pretenderlo acabó siendo señalado por el evismo, que desde el Chapare pedía su cabeza vinculándolo abiertamente con el narcotráfico. Ahí es que tomó partido y Arce sintió que lo representaba: si cedía con Del Castillo irían a por él.

Del Castillo fue censurado en la Asamblea por la pinza Mesa – Morales, pero Arce usó esa técnica tan poco democrática que empleó Jeanine Áñez, y minutos después de aceptar su renuncia, lo volvió a posesionar. El enfrentamiento ya era abierto.

Del Castillo se convirtió en el hombre duro de Luis Arce y el principal fustigador de Evo Morales. Junto al ministro de Justicia Iván Lima operaron el asunto de la denuncia por trata de personas contra Evo y el respaldo de Arce fue total. Llegado el momento, Arce dio un paso al costado y fue Del Castillo el que asumió la candidatura del oficialismo. Una suerte de último tributo: defender su gestión con uñas y dientes en una campaña insólita.

Rodríguez esperó y esperó a que Evo Morales le diera la alternativa, y nunca lo logró, por lo que acabó escuchando los cantos de sirena del otrora armador y lanzándose en solitario. Su campaña no arranca por falta de claridad estratégica y Morales sigue sin dedicar ni un minuto a pensar en nombrar un sucesor o endosarle su voto.

Uno habla de bajar impuestos, el otro de reducir “papá Estado”; uno da volteretas, el otro lanza sonrisas. Uno acude a los debate y se faja bien con los viejos aspirantes de la derecha; el otro no va y sale mal parado de las entrevistas.

Del Castillo no sube, Andrónico sigue a la baja. Alguna vez alguien pensó que unirlos en la misma dupla era una forma de despedirse de Evo para siempre. El pacto de unidad sobrevuela el ambiente, pero más como una forma de eludir la responsabilidad de la destrucción que como fórmula ganadora.

Al tiempo.

Fuente: El País.bo