Desde 1987, Bolivia permanece en la categoría de ingreso mediano bajo, según el Banco Mundial. Mientras vecinos como Perú y Paraguay escalan posiciones, el país sigue sin romper el techo del desarrollo.
Fuente: El Deber
En 1987, Bolivia era un país de ingreso mediano bajo, según un ranking que elabora el Banco Mundial. En 2024, también lo fue. Tres décadas y media después, el país no ha logrado superar esa barrera económica que separa a las naciones en vías de desarrollo de aquellas que consolidan su crecimiento, esto pese a que vivió en un periodo de ingreso altos por las altas exportaciones de gas. El reciente informe de este organismo vuelve a ubicar al país en la misma categoría, junto a países como Nigeria, Honduras y Bangladesh.
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De forma anual, el Banco Mundial clasifica las economías del mundo en cuatro grupos de ingresos: bajo, mediano bajo, mediano alto y alto. Estas clasificaciones, que se actualizan todos los años el 1 de julio, se basan en el ingreso nacional bruto (INB) per cápita del año anterior, expresado en dólares estadounidenses calculado con el método Atlas.”
La clasificación establece que los países de ingreso mediano bajo tienen un INB entre 1.136 dólares y 4.465 dólares. Bolivia ha oscilado dentro de ese rango durante casi cuatro décadas, sin alcanzar el umbral que lo ubicaría en la categoría de ingreso mediano alto.
En 1987, el 30 % de los países informantes fueron clasificados como países de ingreso bajo y el 25 % como países de ingreso alto. En 2024, estos coeficientes cambiaron a 12 % (ingreso bajo) y 40 % (ingreso alto).
Época del boom
Bolivia no avanzó en esta medición incluso pese al boom que vivió entre 2006 y 2014 por las altas exportaciones de gas. Esto fue impulsado por el auge de las exportaciones de gas natural a Brasil y Argentina.
Gracias a los altos precios internacionales de los hidrocarburos y a contratos favorables firmados por el Estado, los ingresos por renta gasífera se multiplicaron, permitiendo al Gobierno financiar programas sociales, incrementar la inversión pública y acumular reservas internacionales récord, que llegaron a los 15.000 millones de dólares.
Este ciclo de crecimiento, acompañado por una fuerte presencia estatal en la economía, permitió reducir la pobreza y dinamizar el consumo interno; sin embargo, pese a los ingresos extraordinarios, el país no logró diversificar su matriz productiva ni sentar las bases para un desarrollo sostenible a largo plazo.
Estancamiento
Este estancamiento no es solo una cifra. Es el reflejo de una economía que no ha logrado diversificarse, que sigue dependiendo de la exportación de materias primas —gas natural, minerales y productos agrícolas— y que enfrenta serias limitaciones estructurales.
A pesar de periodos de bonanza, como el auge de los commodities en la década de 2000, el país no ha transformado esos ingresos extraordinarios en un modelo de desarrollo sostenible.
Mientras tanto, países vecinos como Perú y Paraguay han mostrado avances más consistentes. Ambos han mejorado sus indicadores de inversión, educación y apertura comercial, y lograron posicionarse en la categoría de ingreso mediano alto. Chile y Uruguay, por su parte, ya forman parte del grupo de países de ingreso alto.
En Bolivia, los desafíos son múltiples: baja calidad educativa, informalidad laboral, debilidad institucional, escasa inversión en ciencia y tecnología, y una creciente presión fiscal. A esto se suma un contexto internacional adverso, con precios volátiles de materias primas y un acceso más restringido al financiamiento externo.
Actualidad
El reporte llega un momento tenso en el ámbito económico. En el último año el PIB nacional, apenas creció un 0,73%. A esto se suma una escalada inflacionaria de dos dígitos, algo que no ocurría justamente desde la época de los 80 en el país. De acuerdo al Instituto Nacional de Estadísticas (INE) la inflación acumulada llegó a un 15,53%.
Este dato es superior a la meta anual de inflación estimada por el Gobierno del presidente, Luis Arce Catacora, que es muy cuestionado por la actual crisis económica, marcada por la escasez de dólares, problemas en el abastecimiento de combustibles y tensión social.
Otro dato preocupante lo da Centro de Estudios para el Desarrollo Laboral y Agrario (CEDLA), que en un reciente informe sostiene que el aumento sostenido de precios ha erosionado significativamente el poder adquisitivo de los hogares bolivianos.
Con datos consolidados a mayo de este año, sostiene que “frente a una inflación acumulada a doce meses del 18%, la reposición salarial del 5% resulta insuficiente para revertir el deterioro del ingreso real, especialmente entre quienes perciben menores salarios”.
“El “incremento salarial” de esta gestión beneficia de forma desigual a los trabajadores, profundizando las brechas en un mercado laboral caracterizado por bajos ingresos y limitada estabilidad”, aseguró la institución en su reporte.
Postura estatal
Hasta el momento, el Gobierno no se ha pronunciado sobre este estudio; sin embargo, en anteriores oportunidades, el Poder Ejecutivo ha rechazado informes similares.
Para la administración del presidente Luis Arce Catacora, estos reportes no consideran las medidas que se han implementado para contener los efectos de la crisis interna. Asimismo, el Gobierno ha sostenido en reiteradas ocasiones que estos análisis omiten el impacto del bloqueo legislativo a los créditos internacionales, lo que ha retrasado el desembolso de recursos destinados a la reactivación económica.
Recientemente, el Instituto Nacional de Estadística (INE) atribuyó el estancamiento económico y la alta inflación a los conflictos sociales impulsados por sectores afines al expresidente Evo Morales, que exigen su habilitación como candidato para las elecciones presidenciales previstas para agosto.
Fuente: El Deber