CBDC: El caballo de Troya de los Estados


 

 



En el mundo de los criptoactivos, estamos acostumbrados a hablar de libertad, descentralización y disrupción. Pero ahora, los estados a través de los bancos centrales quieren ser parte de este de este juego: las CBDC (Central Bank Digital Currencies), es decir, monedas digitales emitidas por el Estado. No es ciencia ficción. Ya están en marcha en varios países y el debate es urgente.

 

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Las CBDC se presentan como la versión digital del dinero fiat tradicional. Respaldadas por bancos centrales, buscan reemplazar —o al menos complementar— el efectivo. Pero no hay que confundirse: esto no es Bitcoin. No es descentralizado. No es libre. Y definitivamente no es anónimo.

 

A diferencia de las criptomonedas que conocemos, una CBDC es controlada por el mismo poder que decide cuánto imprimir, cómo regular y qué hacer con tu dinero. Es una herramienta que podría ser útil —sí— pero también peligrosa si no se regula con criterios democráticos.

 

China lleva la delantera con su yuan digital, ya probado en grandes ciudades. El Banco Central Europeo avanza con el euro digital. Estados Unidos estudia su viabilidad. Y en América Latina, Brasil se perfila como pionero con el real digital en 2025. México y Colombia también están haciendo pruebas.

 

La narrativa oficial suena bien: inclusión financiera, eficiencia en pagos, reducción del efectivo, modernización del sistema. Y es cierto, hay beneficios posibles. Pero también hay que ver el lado que no se promociona.

¿Quién va a controlar la información de nuestras transacciones? ¿Qué pasa si se usa una CBDC para vigilar ciudadanos, congelar fondos por razones políticas o aplicar tasas de interés negativas directamente sobre nuestros saldos? ¿Qué harán con toda la información sobre en qué uso mi dinero? ¿A quién beneficiará? Con la tecnología correcta, todo eso es posible. Y en manos equivocadas, es preocupante.

Otro riesgo: si los ciudadanos empiezan a guardar dinero directamente en cuentas del banco central, las entidades financieras privadas podrían perder depósitos. Eso podría provocar efectos secundarios en los créditos, la inversión y el sistema financiero en general. No es una hipótesis lejana. Es parte del debate real que los mismos bancos centrales reconocen.

Como alguien que valora el ecosistema cripto por su capacidad de poner el control en manos del usuario, las CBDC me generan una mezcla de curiosidad y cautela. No podemos rechazarlas por reflejo, pero tampoco aceptarlas sin condiciones.

¿Son el futuro del dinero? Probablemente. ¿Deben convivir con Bitcoin, Ethereum y stablecoins? Idealmente, sí. Pero lo más importante: ¿quién escribe las reglas del juego?

Las CBDC podrían redefinir el concepto de dinero en esta era digital. Por eso, es esencial que la comunidad cripto participe activamente en el debate. No solo como espectadores, sino como voces críticas, técnicas y políticas. Si no lo hacemos nosotros, otros lo harán por nosotros.

El futuro del dinero no será puramente descentralizado, ni puramente estatal. Pero si no defendemos los principios que nos trajeron hasta aquí, podríamos terminar con lo peor de ambos mundos: vigilancia total con apariencia de modernidad.

Mientras los bancos centrales avanzan con sus propias monedas digitales, se abre un nuevo frente en la batalla por el control del dinero. Bajo la promesa de eficiencia e inclusión, las CBDC podrían convertirse en una herramienta de vigilancia masiva y concentración de poder. Si no prestamos atención, el futuro financiero podría parecernos moderno… pero oler a pasado.

Gamal Serhan Jaldin