Las políticas migratorias, cada vez más estrictas, provocan un retroceso en los derechos de las personas migrantes, lo que a su vez genera diversas vulnerabilidades y riesgos.
Por Leny Chuquimia
Fuente: Visión 360
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“¿Por qué decidí irme? Porque allá ya no podía ejercer mi profesión ni generar los ingresos necesarios para mí y mis dos pequeños. Se presentó la oportunidad y dije: ‘Nos vamos’”, señala a Visión 360 María A. Hace un mes salió de Bolivia junto a sus hijos en busca de un futuro en Argentina.
En medio de una crisis económica, restricciones migratorias más severas y un aumento de la migración en condiciones de clandestinidad, los bolivianos buscan nuevas oportunidades en el exterior. Argentina, España y Chile son los destinos principales y este último país es un punto que comienza a consolidarse como uno de los más álgidos.
“Un elemento para ello es la crisis. Pero, no solo pensando en esta coyuntura, sino en un repaso de nuestra historia -y de las migraciones en general- podemos decir que los procesos de masificación de las movilidades poblacionales, guiadas por lo laboral, siempre están vinculados a un proceso o momento de crisis”, explica el docente investigador del Instituto de Investigaciones Sociológicas de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), Alfonso Hinojosa.
Para el investigador, la difícil situacion económica y las dinámicas poblacionales conforman una ecuación que, en la mayoría de los casos, se repite. Y es que, ante la sombra de la crisis, la respuesta de muchas familias y personas es la movilidad.
¿Cuántos se fueron y cuántos más se irán?
“Mi hermano mayor se vino a Argentina hace unos 20 años, hace tres se vino mi hermano menor y por último yo y mis dos hijos”, dice María. Ahora, ella forma parte de una de las colectividades más grandes de bolivianos que viven en el exterior.
Pocos son los datos oficiales sobre cuántos bolivianos dejaron el país en los últimos años o cuántos podrían tomar el mismo rumbo. Los resultados del Censo 2024, cuando se entreguen, seguramente darán datos importantes al respecto.
Hinojosa señala que las dinámicas migratorias en Bolivia son históricas y estructurales. “No es que estos movimientos empiecen de la nada, hay una dimensión estructural. Podríamos irnos a tiempos muy antiguos y ver cómo el moverse ha sido siempre una estrategia usada en los Andes para la autosubsistencia, el desarrollo, etcétera”, explica.
En los 80 o 90, producto de la relocalización minera, se vio un movimiento masivo de personas tanto de forma interna como externa. Se estima que entonces los migrantes eran alrededor de 224.693.
En 2013, los resultados del Censo 2012 señalaban que 489.559 bolivianos y bolivianas, casi medio millón, vivían en el exterior. Para 2020, de acuerdo con un informe publicado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), los habitantes que dejaron el país ya eran 927.244 emigrantes, lo que suponía un 7,85% de la población de Bolivia.
La última cifra dada por alguna autoridad data del 18 de diciembre de 2024. Entonces, Día Internacional del Migrante, en un conversatorio organizado por la Cancillería de Bolivia, se indicó que cerca de 1,8 millones de bolivianos viven en diferentes países del exterior. Calculando que, según el Censo 2024, en el país hay 11,3 millones de habitantes, dicha cifra representa el 15,93%.
Pero esa cantidad de residentes en el extranjero, alguna vez ya mencionada por los cuerpos diplomáticos, responde a los que ya lograron la legalidad. Los ilegales podrían subir el dato mucho más.
“Somos mucho más”, sostiene Orlando T., temporero en Chile. “Unos cuantos pasan de forma legal, gran parte son ilegales. Además, nosotros venimos por meses, luego volvemos a Bolivia”, relata.
“Según algunas estimaciones y datos más o menos formales que tenemos, en el país alrededor de un 15% a un 20% de la población se halla fuera de las fronteras nacionales. Esto es un dato muy alto para la región. ¿Por qué? Porque se asemeja a países de Centroamérica, que tienen índices migratorios hacia el exterior muy fuertes y elevados. Ese 20% son más de dos (2,26) millones de personas”, dice Hinojosa.
Pero ellos son solo los que se fueron. Los que piensan en irse podrían duplicar la cifra.
El informe “El 2024 en retrospectiva”, publicado por Ipsos Ciesmori, al término de diciembre pasado, revela que para seis de cada diez bolivianos sería muy o medianamente probable emigrar a otro país en 2025, si se les presentara la oportunidad. La encuesta de percepción pública fue realizada vía virtual.
En el próximo año, si usted y su familia tuvieran la oportunidad, ¿qué tan probable sería que emigren a otro país?, fue la pregunta realizada. Un 37% respondió como muy probable, un 23% medianamente probable, un 22% poco probable, un 13% nada probable y un 6% dijo no sabe o no responde.
Una encuesta de juventudes, citada por la Fundación ARU en su documento “Intención de migración: Un futuro fuera de Bolivia”, de Jurandir Sofía Vera La Rosa, señala que el 54% de los jóvenes bolivianos están dispuestos a migrar. Entre las razones indican “para vivir o experimentar algo diferente”, “por falta de trabajo” y “por la crisis económica”.
Si se considera que este grupo poblacional etario abarca a más del 40% de la población actual en Bolivia, hay la posibilidad que otro 20% de los bolivianos y bolivianas salgan del país. Lo lamentable es que se trata de población joven que está en edad productiva.
Argentina y España
Los datos varían en cuanto al porcentaje, pero la tendencia es la misma. El país con mayor presencia de bolivianos es Argentina, con un 45,6% de los radicados en el exterior. Le sigue España con un 17,25% y, en los últimos años, Chile comienza a consolidarse como el destino laboral preferido con un 13,89%.
“Argentina es un destino muy antiguo, muy arraigado. Pero, por lo menos, hace unos ocho o siete años, ese país se hallaba en un periodo de crisis económica, lo cual también afecta estas dinámicas migratorias. Pero aun así es el principal destino”, sostiene el investigador Hinojosa.
María sabe que esto es cierto, para ella misma fue una de sus principales opciones en cuanto empezó a pensar en migrar. Había pensado en ir a España, otro destino importante para los bolivianos, pero Argentina estaba cerca y ahí tiene familia.
“Argentina estaba en crisis, pero se nota cómo se está levantando. Su economía se está recuperando. Claro, eso implica que ahora también hay más restricciones para los migrantes. Yo me topé con ellas”, relata María.
No existe un número oficial de bolivianos que viven en territorio argentino, pero según el Censo 2022 desarrollado en Argentina, hay 338.299 residentes legales en ese país. No se sabe cuántos ilegales hay.
Otro de los destinos importantes es España, dentro de los países alejados. Allí, de acuerdo con el informe de la ONU, de 2020, entonces había 159.936 bolivianas y bolivianos.
“Lo que vivimos en los finales de los 90, en 2001 la Guerra del Agua en Cochabamba, 2003 la Guerra del Gas y otros eventos que generaron un escenario de crisis, también marcaron procesos de masificación migratoria, en ese caso a España, por ejemplo”, recuerda Hinojosa.
El investigador explicó que, en muy poco tiempo, unos cinco años, casi un cuarto de millón de personas, sobre todo mujeres y especialmente de Cochabamba y Santa Cruz, emigraron a España. “Había un escenario de crisis y el momento actual es similar, una crisis que venimos viviendo y que se está agudizando de forma muy fuerte en el último año”, observa.
Desde entonces este es un destino casi tradicional y habitual y que hasta hoy es una opción para quienes deben ir en busca de ingresos y la posibilidad de crear un futuro.
Chile cobra mayor relevancia
“Madrugar, tener que aguantar calor, frío, hambre y sed… llegar a dormir tarde. Así es trabajar en Chile”, relata Laura, en su cuenta de TikTok. Trabaja en los campos agrícolas de Chile, junto con otros bolivianos que cada año salen del país en busca de ingresos para sus familias.
“Mi familia: estudia mucho, para que llegues lejos. Yo: muy lejos, cosechando cebollines”, dice en otra de sus publicaciones sobre su vida como temporera. “La vida de los temporeros: manos sucias, dinero limpio”, dice en otro video al terminar una jornada de trabajo.
Los vínculos con el país vecino son varios, desde históricos y familiares, hasta comerciales, laborales o económicos. En los años 90 se observaba que los bolivianos que migraban a Chile, por lo general, eran oriundos del occidente boliviano, de los departamentos cercanos a la frontera y al norte del vecino país.
Entre noviembre de 2019 y febrero de 2020, según datos de Migración de Bolivia, 241.587 bolivianos partieron a Chile. Entonces se afirmaba que en esta región se encontraban mayores oportunidades laborales y salariales en sectores de la economía chilena, como ser la agricultura, comercio, servicios domésticos y construcción.
“Considero, según las investigaciones hechas, que desde hace unos 10 años hay una masificación de la migración a Chile, pero ya no al norte, sino al centro y al sur del país; ya no solo se sale del occidente de Bolivia, sino todo el país. Estamos hablando de una migración circular, guiada básicamente por la recolección de fruta”, señala Hinojosa, quien investiga los movimientos migratorios en la frontera de Bolivia con Chile, desde hace varios años.
Chile es uno de los mayores exportadores de fruta a nivel mundial. Cuenta con cultivos de uva, arándanos, palta, kiwi, manzana, frutilla, etc. Ser uno de los principales productores implica un importante nicho de trabajo, sobre todo por las cosechas.
“Ahí se está insertando la fuerza de trabajo boliviana de manera muy fuerte”, afirma Hinojosa.
Aunque no hay datos oficiales, una de las muestras de ello es el reporte de remesas que recibe Bolivia. En 2023, con tendencia a que se repita, las remesas provenientes de Chile (312,97 millones de dólares) superaron a las enviadas desde Estados Unidos (301,33 millones de dólares), quedando en segundo lugar, después de España.
Pero estos son datos del dinero enviado por diferentes sistemas financieros. En el caso de Chile, al ser migrantes temporales, ellos entran y salen del país trasladando lo generado como parte de su equipaje, por lo que el monto es mucho mayor.
Restricciones que generan la clandestinidad
Si bien el siglo empezó con una serie de reformas y políticas orientadas a los derechos humanos, lo que incluye al tema migratorio, desde hace unos 10 años esto fue cambiando. La mayoría de los países han restringido políticas en torno a la recepción de migrantes, lo que hace que sean más vulnerables.
“Creo que el mayor ejemplo de esto es Chile. Desde 2017, en sus diferentes gobiernos, se viene ejecutando una política que llaman de seguridad nacional. ¿Cómo se expresa eso? en la militarización de la frontera con Bolivia. Esto ha complejizado muchísimo las políticas migratorias, lo que se cristaliza con mucha fuerza en las fronteras”, explica Hinojosa.
Por TikTok, los temporeros dan cuenta de ello. Dan consejos de cómo pasar la frontera como si fueran turistas, para no ser rechazados y poder entrar sin las exigencias de tener contratos previos.
Estas restricciones han generado una serie de riesgos y vulnerabilidades para quienes desean pasar la frontera en busca de trabajo. Por un lado, hay un mayor control para el ingreso y más si es para trabajar y por otro, aparecieron los pasos de herradura y con ellos los “coyotes”: traficantes de migrantes.
“En los últimos años han muerto más de 50 personas intentando cruzar esa frontera. La mayoría murieron por hipotermia, tratando de evadir los controles. Lo que pasa es que las restricciones no detienen la movilidad poblacional; lo que generan es su clandestinización, es decir, se evita el paso legal por la serie de restricciones y se busca pasos alternativos”, dice el investigador.
Hinojosa indica que Bolivia tiene una muy larga tradición de migración fronteriza con la Argentina, Brasil y Chile, desde los años 40 o 50. Hace énfasis en que en todo ese tiempo nunca surgieron temas como los “coyotes”, quienes cobran por hacer pasar a las personas por pasos ilegales.
“Nadie se moría por cruzar un paso no habilitado en la frontera. Lo que estamos viendo hoy en la frontera Pisiga – Colchane es todo lo contrario, es una necrofrontera”, lamenta.
En caso de lograrlo, el estatus de ilegal implica otro riesgo, pues sin papeles se cobra menos, es más fácil caer en explotación laboral o extorsión, además de no poder acceder a salud u otros servicios.
Pero las restricciones no están solo en Chile. En Argentina, hace algunos meses se cortó la salud gratuita para extranjeros. Para ingresar se requiere contar con pasaje de ida y vuelta, una reservación de hospedaje y un seguro médico que cubra toda la estadía.
En enero, desde uno de los consulados de Estados Unidos se advertía que había al menos 200 bolivianos que estaban en riesgo de deportación.
“Esto ha hecho que se haya retrocedido en términos de derechos migratorios. Argentina en 2013 sacó una ley migratoria que era un ejemplo en estos términos. Pero hace unas semanas se ha aprobado un nuevo decreto que autoriza las deportaciones exprés, se le niega la salud a los migrantes. Es un retroceso”, explica Hinojosa.
María entró a la Argentina cuando las restricciones empezaban a aplicarse. Logró un préstamo y con él compró el seguro y los pasajes. “Yo y mis pequeños ahora somos ilegales”, sostiene desde el otro lado de la frontera.
“Te fuiste en buen momento”
“Los primeros días fueron difíciles, no teníamos un espacio. La habitación que me dieron era pequeña, tenía su cocinita y una camita de una plaza, ahí entramos los tres”, cuenta María a casi un mes de haber dejado Bolivia.
No empezó a trabajar de inmediato. Los primeros días ayudó a cocinar y aprendió el negocio en el que iba a trabajar. Sus pequeños enfermaron, no podían dormir, y en medio de eso empezó a dudar de su decisión.
“Mis papás fueron migrantes, antes de venir me dijeron que aún con familia no sería fácil, que me iba a costar, que la vida del migrante es difícil”, cuenta.
Empezó a trabajar en una tienda y no podía cumplir con los horarios para atender a sus pequeños. Como no estaban acostumbrados a estar entre tanta gente, se pegaban a ella y no podía atender a los clientes.
“Mi hermano me decía suéltalos. Yo quería agarrarles, pero era imposible decirles que no se me acerquen. Fue muy difícil el cambio, pero tuvimos que irnos adaptando. Son cosas que no se pueden contar, se viven”.
Dice que su hermano la animó a irse porque desde afuera ven la situación de Bolivia como catastrófica y que no se podrá salir de la crisis en poco tiempo.
María salió del país con sus dos pequeños cuando los bloqueos nacionales empezaban. En medio de un ambiente electoral tenso, con filas por combustible en todos los surtidores.
“Nos venimos cuando ya se hablaba de un cerco a las ciudades. Al principio mis papás no querían que venga, pero cuando los conflictos se agudizaron, me dijeron: te fuiste en buen momento. Desde allá me cuentan cómo sube todo, cómo no hay combustible ni alimentos”.
Afirma que Argentina está resurgiendo y está mejorando su economía. “Pero lo malo es que no acepta fácil el ingreso de los migrantes. Ese es el siguiente paso. Ahora con mis peques somos ilegales y tenemos que empezar a sacar los documentos”.
En sus planes no está regresar. Sabe que, para tener los papeles, no debe salir de Argentina mínimo por dos años. “Mi meta es de al menos 10. No quiero irme sin conseguir por lo que vine; no me refiero a ser millonaria, sino darles algo mejor a mis hijos”.
No solo las personas, las inversiones también migran
No solo migran las personas, también lo hacen las inversiones y con ellas las empresas. Y es que, en medio de la situación del país, debido a las dificultades para encontrar dólares, suministro de combustible, burocracia, pocos incentivos tributarios y otros factores, los empresarios bolivianos miran a Paraguay como un nuevo nicho.
La tendencia no es nueva. En junio de 2024, el presidente paraguayo, Santiago Peña, llegó al país para reunirse no solo con su par Luis Arce, sino con los empresarios bolivianos. Junto con los miembros de su delegación, Peña explicó las facilidades que ofrece Paraguay para la inversión extranjera.
Indicó que son al menos mil las empresas bolivianas que ya operan en su país.
Uno de los ejemplos más conocidos, por la coyuntura que vive Bolivia, es el del emprendedor Xavier Iturralde, propietario de Oxsa SRL, empresa dedicada a la producción de diésel.
“Mientras que en Bolivia falta diésel y no nos dejan trabajar, en Paraguay estamos terminando de montar nuestra primera planta de producción de diésel en base a residuos”, publicaba Iturralde en sus redes sociales en julio de 2024, cuando la crisis del combustible tomaba fuerza en Bolivia.
Originalmente la planta estaba planeada para la ciudad de El Alto, pero la construcción se vio obstaculizada por la falta de un marco legal y los obstáculos burocráticos.
Y eso es algo que Paraguay promete evitar. Una de las principales ventajas es su régimen impositivo, más bajo que el de Bolivia. Mientras que acá hay un IVA del 13% y un IUE del 25%, allá son del 10% cada uno. Además, hay mayor flexibilidad en temas laborales.