Saavedra, Minero, Puerto Fernández, Chané, Aguaí, Sagrado Corazón y San Pedro, zonas productivas de Santa Cruz, sufren el calvario por la falta de combustible. La zafra cañera y la siembra de soya en vilo
Fuente: eldeber.com.bo
La jornada está despejada y pronostican un día caluroso. Lo último es como una tortura para Carmen, que hace dos semanas y media espera, en la carretera, poder conseguir unos 1.500 litros de diésel para hacer frente a las labores de zafra.
Para no perder su turno tuvo que improvisar varias chatas, que por las noches usa para dormir. La incomodidad, el frio y el calor son la constante para esta productora de Saavedra que ve con temor cómo la caña que tiene en su chaco sigue sin poder ser cortada y transportada a los ingenios de la zona debido a que su maquinaria no tiene diésel.
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Carmen es una de los cientos de productores y transportistas que desde hace más de 14 días de forma paciente y estoica esperan que llegar a las bombas del surtidor de Saavedra y abastecerse con combustible.
Desde su camioneta Antonio, un productor soyero y transportista que presta servicio, asegura que la situación es insostenible, que los encargados de dar una solución a la dotación de diésel, “no hacen nada y no toman en cuenta que los productores no pueden estar esperando días y días en la carretera y dejar de lado sus labores en el campo.
Saavedra forma parte del Norte Integrado cruceño, conformada por las provincias Obispo Santistevan, Ichilo, Warnes y Sara, donde se concentra buena parte de la agroindustria boliviana.
Esta región es considerada el “granero de Bolivia”, por su amplio aporte de cultivos extensivos clave como la soya, sorgo, maíz, caña de azúcar y arroz, de ahí la importancia de que los productores tengan la certeza de contar con la dotación de diésel.
En la campaña de invierno de 2024, la superficie de soya en el Norte Integrado alcanzó 382.550 hectáreas, prácticamente igual a 2023, a pesar de condiciones adversas como la sequía. El rendimiento esperado fue de cerca de 800.000 toneladas de grano, para abastecer el mercado interno y generar excedentes destinados a exportación de harina y aceite de soya.
Siguiendo la carretera hacia el norte, otra fila de tractores, camiones y camionetas rompen la monotonía de Minero, un municipio cañero por excelencia. La queja se repite, la impotencia y resignación han minado el espíritu de las personas que religiosamente, día tras día, esperan que las cisternas contratadas por Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), lleguen y descarguen el diésel, un carburante clave para esta parte del país.
“Ya estoy en la cabecera como se dice cuando nos toca pasar a la bomba. Tuve que esperar más de dos semanas y no sabe como ese tiempo va provocar un grave retraso en la zafra. Cortar tarde la caña es perder, que no se corte es perder. Ojalá todavía pueda salvar parte de m cosecha, sino al año con seguridad si apuesto por la caña esta tendrá un menor rendimiento y eso también es perder”, se lamentó Jorge, que llegó desde Chané para conseguir diésel y así salvar su cañaveral a medio cosechar.
La hegemonía de los turriles
En Aguaí, el silencio que hay a la salida del surtidor es deprimente. De un lado de la carretera hay camiones y chatas, del otro una gran cantidad de turriles azules, blancos y negros. Todos están numerados o llevan una marca distintiva.
“Hace más de diez días que no llega diésel. Los productores se han cansado de esperar bajo el sol y prefieren dejar turriles para cuidar su puesto”, explica el joven vendedor que atiende a unos metros del surtidor.
Mientras que, en San Pedro unos 1.000 turriles tienen su numeración respectiva y un enjambre de personas, entre productores, transportistas, comerciantes y curiosos, se han apoderado de la carretera obligando a los que transitan a bajar la velocidad.
“No podemos sembrar nuestra soya. Jamás esta zona productiva tuvo que rogar por unos litros de diésel, siempre estuvo disponible para los productores. Ahora no sabemos si podremos sembrar y eso es un golpe muy fuerte para los que vivimos de la producción agrícola”, observó Jacinto que junto a tres productores celebran haber llegado a la bomba y poder cargar sus turriles.
Pero más de 1.000 productores aún esperan ser atendidos. Para evitar cualquier tumulto dos policías tienen una lista y van llamando uno a uno.
“Trescientos doce, trescientos trece… trescientos catorce”, grita una oficial, mientras los nombrados no disimulan una amplia sonrisa. Finalmente podrán contar con combustible.
En Minero los transportistas hacen filas desde hace catorce días/Foto: Ricardo Montero
Malestar entre transportistas
Si bien en los diferentes surtidores la dotación de combustible se da tanto entre los productores como entre los trasportistas, en San Pedro la figura es otra.
Para organizar la fila se han distribuido unos papelitos azules y rosados. Y el requisito para contar con diésel es ser productor y llevar sus turriles para cargar hasta 500 litros, pero ahí surge el malestar.
Un conjunto de transportista se acerca y cuentan que a ellos no se les está vendiendo, que primero pasan los productores.
“Distribuyen y distribuyen esos papelitos y siempre son los mismos los que están cargando. Ahí nomás en la fila deben haber más de 1.000 turriles que son de personas que hace dos días ya cargaron, pero como tienen esos papelitos vuelven hacer fila, mientras que, los transportistas llevamos más de tres semanas esperando nuestro turno. Eso no es justo”, criticó Jorge, un chofer que realiza el transporte de granos y caña.
El trago amargo, no solo se dan en Santa Cruz, sino también en la sede de Gobierno donde el Transporte, tras la suspensión de la reunión con el Gobierno, alista medidas de presión que de alguna manera permita contar con certidumbre en el abastecimiento de diésel.
En Santa Cruz, el daño al sector agropecuario se incrementa día a día, con consecuencias imprevisibles.
En 2023, las exportaciones agroindustriales de Santa Cruz alcanzaron los $us 2.683 millones, superando las exportaciones de los sectores tradicionales como la minería e hidrocarburos, según información del Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE).