Estiman que dólar escaso y boliviano devaluado frenan el ingreso de contrabando hasta en un 50% en Bolivia


“Con la devaluación del boliviano y su pérdida de competitividad ante las demás monedas, y la escasez de divisas, hace que importar legalmente sea más costoso, pero también obviamente traer cosas de contrabando”, dijo el economista Fernando Romero

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Incautación de contrabando a la inversa. Foto: Viceministerio de Lucha contra el Contrabando

 

Fuente: ANF / La Paz



 

El contrabando que históricamente ha golpeado a la industria boliviana ha registrado una caída notable en el último año. De acuerdo con estimaciones de expertos y autoridades, factores como la escasez de divisas y la pérdida de competitividad de la moneda nacional han incidido directamente en la reducción del ingreso de mercancía ilegal, especialmente desde Argentina. La caída se calcula entre un 40 y un 50%, un fenómeno sin precedentes en la última década.

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Fernando Romero Torrejón, economista, investigador y docente universitario, considera que esta tendencia responde a una combinación de factores estructurales. “Con la devaluación del boliviano y su pérdida de competitividad ante las demás monedas, y la escasez de divisas, hace que importar legalmente sea más costoso, pero también obviamente traer cosas de contrabando”, dijo a ANF.

Romero subrayó que la caída ha sido especialmente notoria en productos provenientes de Argentina. “Yo estimo que el contrabando que llegaba de los países vecinos ha caído entre un 40 a 50%, principalmente el de Argentina hacia Bolivia; y esto ha ocurrido porque los productos todavía son caros, y en este momento nuestra moneda no es aceptada para una compra directa, y para pagar en dólares tampoco es buen negocio”, indicó.

La demanda de productos ilegales también se ha retraído debido al alza de precios en el contrabando. “Si uno observa, los productos de contrabando que llegan de Argentina han subido entre un 50 a un 100%; entonces, la demanda está cayendo, está habiendo una especie de reajuste en los gastos familiares”, añadió el economista.

No obstante, Romero aclaró que la aparente “buena noticia” viene acompañada de consecuencias negativas. “Lo negativo de esta situación —que tiene que ver con la recesión económica que estamos viviendo, la inflación y un crecimiento muy reducido de la economía que ha sido apenas de 0,73% la gestión pasada— es que, con seguridad, el contrabando hacia fuera, a la inversa, como lo llama el gobierno, mínimamente debe ser el doble o el triple respecto a lo que está ingresando al país de contrabando”.

 

Desde el Estado, los datos confirman esta transformación en el comportamiento del contrabando. El viceministro de Lucha Contra el Contrabando, Luis Velásquez, informó que los decomisos alcanzaron los 66,4 millones de bolivianos durante el primer semestre de 2025, tras la realización de más de 6.382 operativos.

Velásquez aseguró que lo más llamativo es el crecimiento del llamado “contrabando a la inversa”. “En la mayoría de los operativos se detectó que los productos iban a salir del país de forma ilegal. El huevo es uno de los productos que más se está sacando por la línea fronteriza, se han comisado hasta la fecha 182.606 unidades”, dijo a los periodistas.

Además del huevo, las incautaciones incluyeron grandes volúmenes de maíz, azúcar, aceite, carne y combustibles. Solo de diésel se decomisaron 142.270 litros. “El Gobierno ha detectado 23 nuevos pasos clandestinos en las fronteras, principalmente con Perú, Chile y Argentina”, agregó la autoridad.

Romero advirtió que esta nueva dinámica genera efectos perversos. “Hay un contrabando de productos de toda índole e industria, que el gobierno ha denominado ‘contrabando a la inversa’, que sí genera un movimiento económico importante y una economía de subsistencia para las familias que están dedicadas a este negocio, pero también ganancias cuantiosas para comerciantes y contrabandistas mayoristas, que prefieren desabastecer el mercado interno”.

El impacto también se refleja en la inflación de los productos de primera necesidad en el país, debido a que para los que hacen contrabando a la inversa “es más rentable vender a los peruanos y a los argentinos, que en algunos casos les pagan en dólares, pero eso genera también mayor presión inflacionaria; eso hace que el poder adquisitivo del peso boliviano haya caído en un 80% en los últimos 12 meses”.

A su juicio, la industria nacional no se beneficia realmente de esta coyuntura. “No podría decir que esta situación es algo positivo para la industria nacional, porque al final esto no se consume en Bolivia. El productor no ha incrementado su cantidad de producción, solamente está vendiendo a un mercado donde el intermediario compra y eso va a las fronteras”.

La lógica del negocio ilegal favorece a quienes comercializan, no a quienes producen. Romero remarcó que, en lugar de generar un impacto positivo en la industria nacional, el impacto positivo es para los intermediarios, “que, en vez de llevar al mercado interno, lo llevan a mercados externos”.

Desde el sector industrial, el diagnóstico también es crítico. Pablo Camacho, expresidente de la Cámara Nacional de Industrias (CNI), consideró que el contrabando sigue siendo “una competencia desigual y desleal” para la industria formalmente establecida, aunque reconoce la caída del ingreso de productos ilegales.

Camacho cuantificó el problema en cifras contundentes: “El contrabando en el país supera los 3.300 millones de dólares por año; y genera una evasión impositiva mayor a los 930 millones”, dijo a un medio local.

Sobre el contrabando a la inversa, advirtió que está “impulsando actividades productivas informales” y, como efecto, “promueve la desindustrialización”.

El impacto se traduce en riesgo laboral y deterioro económico. “Hay más de 40.000 industrias afectadas; y más de 600.000 fuentes de trabajo en riesgo”, afirmó Camacho. Aunque valora el trabajo interinstitucional con el Estado, cree que aún falta mayor coordinación para resultados más efectivos.

La industria formal representa el 16% del PIB nacional, genera el 11% del empleo formal y aporta con el 17% de las recaudaciones fiscales. Para Camacho, cuidar ese tejido productivo debe ser una prioridad: “Aún resta por profundizar las actividades público-privado para un trabajo estatal efectivo”, dijo.

Romero, por su parte, insistió en que, si bien el ingreso de contrabando ha disminuido, el panorama sigue siendo complejo. “No digo que no esté llegando productos de contrabando al país, pero está llegando mucho menos, precisamente por esos factores -recesión e inflación-; eso ha dado cierto oxígeno a la industria nacional”, explicó.

Sin embargo, aclaró que ese respiro es relativo. “Con la caída de contrabando que venía de países vecinos, hay cierto margen para tener competitividad, una competitividad que se ve limitada o amenazada no tanto por lo que viene de afuera, sino por la inflación. Las familias están haciendo un ajuste en su consumo y buscan lo más barato”.