El análisis de Martin Wolf advierte que una victoria rusa podría abrir una crisis continental, debilitando la seguridad europea y fortaleciendo la influencia de Moscú en la región ante la retirada de Estados Unidos.
ARCHIVO: El jefe de estado ruso, Vladimir Putin, en el Kremlin, el pasado 14 de julio (Reuters)
Fuente: infobae.com
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“Rusia ha sufrido aproximadamente cinco veces más bajas en Ucrania que en todas las guerras rusas y soviéticas combinadas entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la invasión a gran escala en febrero de 2022”, señala un informe de junio del Center for International and Strategic Studies.
Esta cifra, que desmiente la expectativa de una victoria rápida por parte de Vladimir Putin, ilustra la magnitud del desafío que enfrenta el Kremlin y sirve como recordatorio de la resistencia ucraniana. En palabras del propio autor, “Putin pensó que sería un paseo militar. ¡Qué equivocado estaba ese tirano!”.
A partir de este dato, el análisis de Martin Wolf, principal comentarista económico de Financial Times, se adentra en las implicaciones más profundas de la guerra en Ucrania. Según el periódico británico, el desenlace de este conflicto no solo determinará el destino de Ucrania, sino que podría definir el futuro de la democracia liberal europea.
La lucha ucraniana representa, en esencia, la defensa del derecho de un pueblo a decidir su propio rumbo frente a la imposición de una autocracia. Rusia, gobernada por un presidente cuyo poder es absoluto, busca someter a Ucrania y borrar su identidad nacional, como han argumentado Fiona Hill y Angela Stent en Foreign Affairs: “Putin ordenó su ‘operación militar especial’ porque cree que es el derecho divino de Rusia gobernar Ucrania, eliminar la identidad nacional del país e integrar a su pueblo en una Gran Rusia”.
Un miembro de servicio de la 13ª Brigada de Propósito Operativo “Khartiia” de la Guardia Nacional de Ucrania comprueba un obús M101 después de disparar hacia las tropas rusas, en una posición en primera línea, en medio del ataque de Rusia a Ucrania, en la región de Kharkiv, Ucrania 21 de julio de 2025 (Reuters)
La preocupación de Wolf se extiende más allá de las fronteras ucranianas. Europa, recuerda, está marcada por límites territoriales disputados. Si se permite que Rusia imponga su voluntad, se corre el riesgo de abrir una “caja de Pandora” que podría desestabilizar el continente, especialmente cuando fuerzas políticas afines a Moscú ganan influencia en varios países europeos.
Una victoria rusa convertiría a Moscú en la mayor potencia militar de Europa, amenazando directamente a los miembros vecinos de la OTAN y la Unión Europea. Con Estados Unidos mostrando una actitud cada vez más distante respecto al destino europeo, el continente quedaría vulnerable y debilitado.
El impacto global de la guerra también preocupa al analista de Financial Times. Si Europa fracasa en su respuesta, Estados Unidos se mantiene al margen y el eje formado por Rusia, China y Corea del Norte se fortalece, el equilibrio de poder e ideas en el mundo se vería alterado. Wolf plantea una pregunta inquietante: “¿Quién confiará en quienes dicen defender la libertad y la democracia si se muestran indiferentes cuando estos ideales son brutalmente eliminados en sus propias fronteras?”.
A pesar de la gravedad de la situación, Wolf subraya que la guerra, que ya dura casi tres años y medio, está lejos de estar perdida para Ucrania. Según el informe citado, Rusia ha conquistado menos del 1 % del territorio ucraniano desde 2024. No obstante, conversaciones con observadores informados en Ucrania revelan que “la situación es precaria”. La población ucraniana muestra signos de agotamiento, pero continúa luchando. Wolf insiste en que esta resistencia no solo es por Ucrania, sino por toda la comunidad occidental. “No debemos repetir los errores de los apaciguadores antes de la Segunda Guerra Mundial. Al menos, debemos proporcionar a Ucrania los recursos que necesita”.
El desequilibrio de fuerzas, aunque real, no ha resultado decisivo. Rusia cuenta con una población casi cuatro veces mayor que la de Ucrania y un PIB (ajustado por paridad de poder adquisitivo) más de diez veces superior. Sin embargo, Moscú no ha logrado imponerse. Existen indicios de que la economía rusa enfrenta más dificultades de las que sus autoridades reconocen. El Ministerio de Finanzas de Suecia, citado por Wolf, sostiene que las cifras oficiales de inflación en Rusia son inferiores a las reales, lo que podría explicar por qué la tasa de política monetaria del banco central se sitúa en 20 %, mientras que la inflación oficial ronda el 10 %.
El potencial de apoyo europeo es considerable. La población y el PIB (a paridad de poder adquisitivo) de la Unión Europea, sumados al Reino Unido, superan en 3,5 y 4,8 veces, respectivamente, a los de Rusia. En un conflicto militar tan equilibrado, la disponibilidad de recursos puede resultar decisiva.
Sin embargo, el Ukraine Support Tracker del Kiel Institute for the World Economy indica que el apoyo europeo ha sido insuficiente. Hasta este año, la ayuda de la UE y el Reino Unido era similar a la de Estados Unidos, pero tras la retirada estadounidense, solo unos pocos países han cubierto el vacío. Wolf advierte que esto debe regularizarse: hasta ahora, los gobiernos europeos han destinado apenas 0,1 % de su PIB anual a ayuda bilateral para Ucrania. Recomienda duplicar de inmediato este porcentaje, lo que seguiría siendo menos de la mitad de lo que aportan Dinamarca y los países bálticos, y similar a las contribuciones de Polonia y los Países Bajos.
Para alcanzar este objetivo, los países más grandes —en particular Francia, Italia y España— deben incrementar significativamente su apoyo. Alemania, hasta ahora, ha movilizado solo 0,13 % de su PIB, una cifra que Wolf califica de trivial dada la magnitud del desafío. Francia aporta menos de la mitad de esa cantidad. Ambos países, y otros, tienen margen para aumentar su contribución.
El suministro de material militar estadounidense, especialmente el ofensivo, sigue siendo esencial. Europa deberá aumentar su propia producción, financiar la fabricación ucraniana y adquirir directamente a Estados Unidos. Wolf sugiere que el reciente distanciamiento de Donald Trump respecto a Putin podría facilitar este proceso.
La única lección positiva de los horrores de 2025, según el análisis de Financial Times, es la claridad que han aportado. Ahora se sabe que Putin solo busca obtener en la mesa de negociaciones lo que no ha conseguido en el campo de batalla. Los europeos también han comprendido que la administración Trump en Estados Unidos es un aliado poco fiable, aunque podría ser persuadida o incentivada para proporcionar lo necesario.
Europa debe asumir que su futuro depende cada vez más de sí misma, aunque en el caso de Ucrania, el respaldo de instituciones internacionales como el Fondo Monetario Internacional sigue siendo relevante. El verdadero reto no es de recursos, sino de voluntad y de tiempo. Wolf concluye que Europa debe movilizar todo lo necesario para demostrar a los rusos que no se les permitirá ganar y a los ucranianos que cuentan con aliados fiables.
Las decisiones que se tomen ahora, como en los años 30, pueden definir el futuro del continente y del mundo durante generaciones, dice el autor.