Infancia en riesgo: el acceso a la ayuda alimentaria en Gaza se convierte en una travesía mortal para miles de niños


Relatos de supervivencia y desesperación exponen los peligros que enfrentan quienes buscan comida en medio de la violencia y el caos

Niños palestinos reaccionan mientras reciben

Niños palestinos reaccionan mientras reciben alimentos cocinados por una cocina benéfica, en la ciudad de Gaza, 21 de junio de 2025. REUTERS/Mahmoud Issa

Fuente: infobae.com



Mira cómo estoy. Antes era hermosa, pero ahora todo mi día consiste en correr tras los camiones de agua”. La frase de una niña en la Franja de Gaza, recogida por James Elder, portavoz global de UNICEF, resume la transformación radical de la infancia en el enclave palestino. Fue en una entrevistas otorgada a The New Yorker. En medio de la devastación, la vida de los niños se ha reducido a la supervivencia más básica, mientras la crisis humanitaria se agrava.

La noticia principal: el número de niños hospitalizados por desnutrición aguda en Gaza aumentó un 50% entre abril y mayo, según UNICEF, y la escasez de agua y alimentos amenaza con provocar muertes masivas de menores.

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Durante su quinta misión en Gaza desde octubre, Elder pasó dos semanas en hospitales y campamentos, donde presenció heridas en niños que nunca había visto en otras crisis. “Vi quemaduras de cuarto grado en niñas y niños, heridas de metralla diseñadas para atravesar cemento. El olor a carne quemada de los niños en un autobús no se olvida”, relató.

La falta de analgésicos convierte los hospitales, saturados de heridos de guerra, en lugares donde los gritos de dolor de los pequeños son constantes. “No solo los veía, los escuchaba”, subrayó.

La situación alimentaria y de acceso al agua ha alcanzado niveles críticos. UNICEF informó que 5.119 niños fueron admitidos en hospitales en mayo por desnutrición aguda, de los cuales 636 sufrían desnutrición aguda severa (SAM), la forma más letal. Desde febrero, el número de casos de SAM se disparó un 146%.

FOTO DE ARCHIVO: Niños palestinos

FOTO DE ARCHIVO: Niños palestinos se reúnen cerca de contenedores utilizados para el agua, en la ciudad de Gaza, 6 de abril de 2025 (Reuters)

Elder explicó que la definición técnica de hambruna suele llegar tarde: “El cuerpo de los niños se degrada y el sistema inmunológico colapsa antes de que se declare oficialmente la hambruna. Eso ya está ocurriendo”.

La escasez de agua es absoluta y depende totalmente de las decisiones de Israel, que controla el suministro y mantiene un bloqueo de combustible esencial para las plantas desalinizadoras. “Si no se restablece la electricidad o se permite la entrada de combustible, veremos niños morir de sed. El agua es un problema político, no logístico”, afirmó Elder.

El sistema de ayuda humanitaria también ha cambiado drásticamente. Tras un alto el fuego temporal a principios de año, Israel permitió la entrada de más ayuda, pero después restringió el acceso o lo redujo a mínimos.

El anterior sistema, gestionado en parte por las Naciones Unidas, fue sustituido por uno operado por la organización privada Gaza Humanitarian Foundation. Ahora, los palestinos deben desplazarse a uno de cuatro puntos de distribución, custodiados por fuerzas israelíes y contratistas estadounidenses armados. Según la ONU, más de 600 palestinos han muerto al intentar recoger ayuda.

Niños palestinos juegan durante la

Niños palestinos juegan durante la festividad de Eid al-Adha, en la ciudad de Gaza, 6 de junio de 2025 (Reuters)

Elder recogió testimonios de personas que arriesgan la vida para conseguir alimentos. “Un niño de trece años, Abed Al Rahman, salió a comprar pan con dinero de su padre. Acabó siguiendo a la multitud hasta un punto de distribución, donde fue alcanzado por metralla de un proyectil de tanque. Solo una parte del conflicto tiene tanques”, explicó Elder. El menor murió por falta de atención médica y evacuación.

La violencia y el caos en los puntos de ayuda han obligado a las familias a debatir quién asume el riesgo de buscar comida. Elder conoció a tres hermanos que intentaron siete veces obtener ayuda sin éxito. “Las familias discuten democráticamente quién irá. Siempre es un joven el que quiere ir, y la familia le suplica que no lo haga porque puede morir. Algunos se escapan de noche”, relató. Una joven de veintitrés años sufrió cortes graves por el alambre de púas al intentar acceder a la ayuda, pero aseguró que volvería a intentarlo: “Solo pido no morir de hambre”.

El mercado local sigue existiendo, pero los precios son prohibitivos. “Vi tomates que costaban entre quince y veinte veces más que en Nueva York. El noventa por ciento de la población no puede acceder a ellos por falta de ingresos y efectivo”, detalló Elder. El niño que intentó comprar pan lo hizo porque quería ayudar a su familia, desobedeciendo a su padre. “Ahora su padre lo escucha contar la historia, sabiendo que le quedan doce días de vida, y rompe a llorar”, describió.

FOTO DE ARCHIVO: Niños palestinos

FOTO DE ARCHIVO: Niños palestinos desplazados, uno con una olla vacía, sentados mientras esperan recibir comida de una cocina de caridad, en la ciudad de Gaza, el 3 de junio de 2025 (Reuters)

La desnutrición severa no suele causar la muerte directa por inanición, sino por enfermedades como la diarrea aguda, que un sistema inmunológico sano superaría fácilmente.

El director de hospitales de campaña de Gaza declaró a NBC News que más de 66 niños han muerto por hambre y desnutrición desde el inicio de la guerra. Elder subrayó que la mayoría de los casos no se registran porque los niños no llegan a los hospitales, saturados y con acceso casi imposible, especialmente en el sur, donde solo hay un hospital plenamente operativo y se encuentra en una zona de evacuación militarizada.

El impacto psicológico es devastador. “No se habla de trastorno de estrés postraumático en Gaza porque no hay ‘post’, siempre hay nuevos traumas”, explicó Elder. Los profesionales enseñan a los niños técnicas para sobrellevar las pesadillas, aunque muchas veces los recuerdos son de hechos reales, como huir de casa de madrugada y ver morir a familiares. Elder destacó la alta tasa de alfabetización, del 98%, y el temor de los padres por la destrucción del sistema educativo. “La prioridad es que los niños vuelvan a la escuela, más que en ningún otro lugar donde he estado”, afirmó.

El sentimiento predominante entre los padres es de vulnerabilidad y desesperanza. Muchos portan formularios de evacuación médica, aprobados pero inútiles ante la magnitud de la necesidad: “Miles de niños necesitan evacuación médica, pero esos papeles son solo una falsa esperanza”. Elder relató el caso de una mujer que perdió a su hijo y a su esposo tras nueve años intentando concebir. “No quería nada, solo necesitaba contar su historia. La desesperación en su mirada era absoluta”.

El acceso a Gaza para los trabajadores humanitarios implica atravesar Jordania, cruzar el Puente Rey Hussein hacia Israel y luego ingresar al enclave tras múltiples controles de seguridad. El trayecto desde Jordania puede durar entre 12 y 15 horas para recorrer unos pocos cientos de kilómetros. Elder describió la devastación total: “Es un paisaje apocalíptico, 360 grados de destrucción. De repente, aparecen miles de personas alrededor de los vehículos, haciendo el gesto universal de llevarse la mano a la boca. Los niños muestran sus costillas entre lágrimas, esperando que detrás de los vehículos de la ONU venga un convoy de ayuda”.

La inseguridad es constante. “En Gaza, los trabajadores humanitarios, periodistas y, desde luego, los niños nunca están a salvo. Hay culpa al intentar dormir mientras los bombardeos continúan sin cesar”, confesó Elder. La alimentación diaria de los cooperantes es mínima: un poco de gachas por la mañana y, por la noche, lo que el cocinero logre encontrar, a veces solo sopa de lentejas.

Aunque se habla de un posible nuevo alto el fuego, Elder advirtió que el trauma es tan profundo que “no hay precedentes en el mundo de que UNICEF haya declarado que todos los niños necesitan apoyo en salud mental”. La resiliencia existe, como demostró la reapertura de cafés el primer día de la tregua anterior, pero la magnitud del daño físico y psicológico es inédita.