Justo Zapata: Bolivia, segundo productor mundial de indio, pero no lo sabemos ni cobramos


Bolivia es el segundo productor mundial de indio, un metal estratégico clave para la industria tecnológica global. Sin embargo, este dato no figura en las estadísticas oficiales ni en la agenda política nacional.

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Foto: Minera San Cristóbal

Fuente: ANF

La afirmación es parte del diagnóstico que realiza Justo Zapata Quiroz, investigador, doctor en química y docente de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA), quien denuncia que el país exporta concentrados de zinc y plata que contienen indio sin reportarlo ni gravarlo adecuadamente.



“El indio tiene más valor que la plata, pero como está dentro del concentrado, no se declara ni se paga impuesto alguno por él”, sostuvo Zapata en el podcast de Hora 25. Su preocupación forma parte de una crítica más amplia al modelo extractivista boliviano, que sigue anclado en la simple extracción de minerales sin avanzar hacia la industrialización ni el valor agregado.

Este metal, esencial para pantallas táctiles, celdas solares, semiconductores y aleaciones de alta tecnología, proviene principalmente de la mina San Cristóbal y de otros yacimientos de zinc. China es el principal productor mundial, y Bolivia, según Zapata, le sigue.

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“Producimos indio sin saberlo, sin medirlo, sin cobrarlo, y lo regalamos en cada tonelada de concentrado que exportamos”, denunció.

La falta de control y conocimiento sobre estos elementos raros evidencia un vacío institucional. Dijo que el problema es que ni el gobierno ni los técnicos del Estado están cuantificando estos metales, y al no registrarlos como parte de la producción, las empresas mineras los venden en el exterior sin pagar regalías ni impuestos.

Zapata señaló que esta omisión se debe a una combinación de desinformación, falta de formación técnica en las instancias responsables y la ausencia de voluntad política. “En Bolivia, no se enseña desde la escuela el verdadero potencial del país. No se explica que debajo de nuestros pies está el capital que podría transformar nuestra economía”, sostuvo.

El caso del indio es solo uno entre muchos. Bolivia también tiene importantes reservas de bismuto, tungsteno, tierras raras y cobalto, todos estratégicos para la transición energética mundial. Pero, como ocurre con el indio, estos metales muchas veces se van del país sin siquiera saberse que están ahí.

“El Estado tiene que asumir un rol activo, técnico, estratégico. No podemos seguir siendo solo el país que extrae”, señaló.

Para cambiar este escenario, propone refundar y fortalecer la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), dotándola de un equipo multidisciplinario que incluya geólogos, ingenieros metalurgistas, economistas y químicos, preparados desde una educación pública alineada con las necesidades del país.

Además, urge establecer laboratorios de control y certificación que analicen los concentrados que salen del país.

El vacío legal también contribuye al problema. La normativa boliviana no obliga a declarar metales como el indio si no se separan del concentrado. Eso deja una puerta abierta para la evasión y la pérdida de valor fiscal y económico.

Pese a los anuncios sobre la industrialización del litio y otros minerales, la realidad apunta a que Bolivia aún no controla toda la cadena de valor. En este contexto, el experto lamentó que el tema minero, pese a su importancia económica, siga ausente de los debates presidenciales y de la agenda electoral.

“¿Por qué no se habla de esto? ¿A quién no le conviene que los bolivianos sepamos lo que realmente tenemos?”, se preguntó.

La falta de transparencia y fiscalización en el sector minero tiene un costo millonario para el país. Solo en regalías perdidas por el indio no declarado, Bolivia podría estar dejando de percibir cifras significativas que podrían invertirse en salud, educación o infraestructura.

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