La corrupción y el ser corrupto


Ciro Añez Núñez.

Recientemente a invitación de la Universidad Privada de Santa Cruz de la Sierra, asistí al podcast “The Law” de la Facultad de Derecho UPSA, donde conversamos sobre “Corrupción en Bolivia y como enfrentarla”.



En lo que respecta a la corrupción, debemos decir que es aquella lacra que no cesa. Basta con hojear páginas de un periódico de cualquier parte del mundo, para ver cómo los escándalos suceden y en muchos de los casos están al orden del día.

Es un mal antiguo, tan antiguo como el ser humano, que implica, la pérdida del sentido de Integridad, no sólo desde una perspectiva moral sino de completitud y de inclusión.

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Las personas son corruptas, cuando empieza a excluir a los demás y sólo piensan en sí mismos y en los suyos (Ej.: sólo y únicamente piensa en él, sus propios hijos y su descendencia). No busca la integridad, no busca la completitud, en verdad, no les importa, el resto.

Por eso, el egoísmo está íntimamente ligado con la corrupción. El corrupto tiene la actitud centrada en el propio interés. Esta inclinación de anteponer los propios intereses a los de los demás, puede manifestarse en diversas formas, desde la falta de consideración, la mentira, el engaño hasta la manipulación o la explotación.

El corrupto es excluyente, no es íntegro, no busca completitud, no busca incluir, no busca integrar sino excluir.

El corrupto dice: sólo me interesa «yo y los míos» (al decir: “yo y lo mío” significa que es más importante que el tú; y, es ahí cuando empieza la corrupción. Dicen: «lo que es mío debe prosperar, lo que es tuyo debe perecer». Por ejemplo, el corrupto puede llorar al ver sufrir a los suyos, pero no se conmueve de la desgracia ajena, del sufrimiento de un niño hambriento que está en situación de calle, del dolor ajeno. Es el uno contra el otro. Eso es corrupción. Por eso, el mundo está lleno de corrupción), por lo tanto, el corrupto es indolente, busca obtener ganancias a expensas de otros o de la sociedad en general; y, para poder obtener esas ganancias a costa de otros, miente y engaña. Por eso, la semilla de la corrupción es la mentira y el engaño y, a menudo surge de un profundo egoísmo, donde el individuo prioriza sus propios intereses sobre el bien común.

De esa manera, la corrupción es la preocupación excesiva por uno mismo y sus propios intereses (él y los suyos), lo que puede llevar a la explotación de otros (Ej.: en ámbito laboral, engañar al trabajador, no los registra al seguro social porque desea acrecentar sus ganancias, efectúa mobbing laboral, hace uso de influencias para conseguir privilegios o beneficios tanto en el sector público como privado, es un prebendario, etc.) y también al incumplimiento de normas y leyes, pues solo busca sus satisfacciones personales, salirse con la suya, conforme a sus caprichos.

Por ejemplo, el nombrar y aceptar un cargo público, al cual, esa persona no es idónea, eso es corrupción (art. 157 -nombramientos ilegales- del Código Penal), porque en base a la mentira (esa persona no está preparada, pero resulta que es jefe en una empresa pública, en una institución pública o, es un funcionario o servidor público, pero no tiene vocación de servicio, solo desea usar el cargo para extorsionar y obtener sus beneficios personales o privilegios. No es cuestión de tener un papelito denominado «título profesional o tener doctorados», para automáticamente decir que esa persona ya está preparada para el cargo, porque en la práctica, resulta que no sabe, es ineficiente, no está preparado para ese cargo, es un incompetente, es un perjuicio y permanece ahí, en ese puesto, por favor político, muñeca política -es un cupo político- y está ahí, sólo por el dinero que puede sacar abusivamente-), está ganando un sueldo en base a una mentira y del engaño.

Por otro lado, para el colmo de males, resulta que incluso para hacer lo correcto (es decir, hacer lo que para eso han sido designados) resulta que exigen y cobran sumas de dinero extras a su sueldo, simplemente por hacer lo debido; caso contrario, dilatan, enredan, demoran, etc.; o, la otra, que la persona fue designada a un cargo público en específico para algo (esto es, para cumplir sus funciones previstas en la Constitución y las leyes), pero lejos de satisfacerlas, resulta que vive distrayéndose: viajando fuera y dentro de su país, dándose de “discurseador” por todo lado, haciendo campaña, afectando la independencia interna de su propia institución en la que se encuentra, ocupa más tiempo en conferencias de prensa y entrometiéndose en asuntos que no les compete, inaugurando eventos, etc.; y, en resumidas cuentas, no está haciendo el trabajo al cual fue encomendado y, se supone que recibe un sueldo por ello. Eso es abuso de poder, eso también es corrupción, está mintiendo, no está haciendo lo que debe hacer y, por el contrario, está delegando a otro que haga, lo que él debiera estar haciendo en persona, demostrando su propia excelencia.

En consecuencia, si nos preguntamos, ¿qué es ser corrupto?, es pues aquella persona indolente con un nivel de consciencia sustancialmente bajo, que carece de integridad. Tiene puros intereses deshonestos. Gente que se enriquece desvergonzadamente con la mentira y el engaño, o que está dispuesta a mentir con el fin de obtener sus propios beneficios, tanto en el ámbito privado como en el sector público. Eso es ser corrupto. No es que el poder, corrompa, sino que la persona es corrupta, solo que con poder público o en cargo público que ostente, se hace más visible esa su corrupción.

Reiteramos, la corrupción de las personas encuentra su mayor expresión, cuando ocupa algún cargo público o ésta tiene poder. Esto, se debe a que su corrupción es más visible y, por ende, adquiere una mayor expresión, su propia corrupción. Y a su vez, el daño es también enorme y transversal, pues la corrupción tiene además un gran impacto en los Derechos Humanos (por Ej.: caso Fondo Indígena).

Entonces, deberíamos tener más personas auténticamente decentes en los cargos públicos, pues si la persona no es corrupta y es integra, esa integridad encontrará también su mayor expresión, si obtiene algún poder público; por lo tanto, la verdadera lucha contra la corrupción empieza dentro de nosotros mismos, de cada persona, porque, por ejemplo, haciendo una analogía alegórica, si hay plantas con flores y plantas solo de espinas (que no da flores ni frutos). Si digamos, damos más poder a las plantas con flores (es decir, sembramos todo el campo de flores), lógicamente habrá más flores, las flores encontrarán una mayor expresión en todo el campo y, en primavera será un deleite para todos a nuestra vista. Mientras que, si les damos más poder a las plantas con solo espinas (sembramos solo plantas de espinas en todo el campo), habrá más espinas por doquier, todo será más espinas, por lo tanto, será un campo horrendo de espinas, que puede provocar daño constantemente, esto es, tener un ambiente peligroso por el daño que puede producir.

Como vemos, no se puede arreglar el exterior sin antes arreglar el interior. Empecemos en nosotros mismos y nuestro entorno inmediato. No que la gente, solo desea apuntar a los demás, sin antes arreglarse a sí mismo.

Por eso, el célebre Lee Kuan Yew  (quien fue un abogado, estadista y político singapurense, ex primer ministro de Singapur de 1959 a 1990, recordado en su nación bajo el seudónimo «padre de la patria». Ejerció un gobierno estricto en lo social, pero profundamente liberal y capitalista, que impulsó la economía de su joven nación hasta convertirla en uno de los países más competitivos del mundo), afirmó lo siguiente: “si quieres derrotar la corrupción, debes estar listo para enviar a la cárcel a tus amigos y familiares”.

Con todo ello, cada persona (que no es corrupta) debe enfocarse en lo que sí puede cambiar (en lo que está en sus manos), esto es, su propia actitud, sus propias acciones y sus propias respuestas a las circunstancias de la vida, es decir, tener una conducta de vida de «excelencia» (mejoramiento continuo y de forma íntegra e integral como ser humano, hacer las cosas bien con un sentido de integridad).

Excelencia es un camino continuo de autodescubrimiento y transformación. Se trata de vivir en armonía con uno mismo y con su entorno, trascendiendo las limitaciones autoimpuestas y explorando el potencial ilimitado de la propia existencia, pero sin socapar las intenciones deshonestas.

La excelencia es aquella búsqueda de un estado de bienestar interior y la realización del máximo potencial de cada individuo. No se limita a logros externos como el éxito profesional o la riqueza material, sino que abarca un sentido de plenitud, completitud y armonía interna. Implica vivir una vida plena y significativa, utilizando todos los recursos internos para alcanzar un estado de bienestar completo, sin depender de factores externos para la felicidad. Todo esto, la persona corrupta, no lo entiende ni lo entenderá y, dirá que tampoco le interesa. Por eso, el corrupto es una persona mediocre, mentirosa y sinvergüenza.

A nivel jurídico judicial, en el mundo, llevamos muchos años combatiendo la corrupción de la siguiente manera:

1)         Atacando los actos de corrupción mediante leyes, decretos y sentencias; y,

2)         Potenciando las Instituciones Públicas y ampliándose la intervención global de determinados organismos intergubernamentales internacionales (quienes, en algunos casos, lamentablemente, podrían también caer en abuso de poder, afectando la soberanía de los países, a través del chantaje crediticio a los Estados miembros).

Ahora bien, cuando hablamos de actos de corrupción, tenemos, por un lado, a la corrupción privada (esto es, entre particulares, orientado usualmente a delitos con consecuencias de afectación patrimonial, Ej.: estafas, apropiación indebida, falsedades con fines defraudatorios, etc.); y, por otro, tenemos, a la corrupción pública (donde el daño son los recursos económicos del Estado, y aquí puede ser cometidos por autoridades, servidores públicos; y, también particulares que relacionados con el sector público, causan daño económico al Estado; de allí que la corrupción es considerado un delito económico y es materia de estudio de la disciplina: “Derecho Penal Económico y de la Empresa”).

Dentro de las leyes anticorrupción, se establece un listado de delitos de corrupción y delitos vinculados con corrupción, con penas o sanciones, mayoritariamente altas.

Como hemos indicado, dado que la corrupción adquiere su mayor expresión en la función pública, es por ello que cuando hablamos de corrupción, el máximo enfoque jurídico es hacia la corrupción pública, por ende, se establecen leyes especiales (como la ley N° 004, la Ley N° 1390, que trajo consigo la responsabilidad penal abierta contra las personas jurídicas por delitos de corrupción y vinculados con ésta) y se dictan decretos y sentencias bajo ese encuadre. Y a su vez, se potencian instituciones públicas bajo el “rótulo” de anticorrupción o la “etiqueta” de transparencia institucional.

Y así, que desde los años 90, se viene con dicha idea y, en particular, en el caso boliviano, concerniente a identificar y clasificar determinados delitos como corrupción, llevamos aproximadamente más de 15 años; sin embargo, la situación sigue igual o incluso hasta peor.

Entonces, en vez de intentar cambiar al mundo, es menester cambiar las ideas, pues mucha gente solo está atrapada en situaciones sociales, esclavos por la angurria al dinero (siendo que es un bien, de mayor y constante depreciación, en todo el planeta).

Mucha gente a menudo padece de ansiedad, depresión e insatisfacción, por obtener mucho más dinero, por la comodidad que puede comprar, lo cual no tiene nada de malo, pero lo erróneo, es confundir su auténtico bienestar con la apariencia de lo externo, cuando nunca es suficiente, debido a que ni bien obtiene un excedente, querrá inconscientemente gastar más, bajo la idea de estatus social y luego basados en la envidia, viven permanentemente comparándose con los demás, por ende, siempre sus gastos estarán varios pasos más allá, por encima, de sus ingresos y, bajo esa idea de que más es siempre mejor, ciertas personas llegan incluso al extremo, de convertirse en sinvergüenzas, esto es, de estar predispuestos a enriquecerse con la mentira, la corrupción, el engaño, con la manía de salirse siempre con la suya o de lucirse aunque sea corrompiendo o corrompiéndose; y, en esa vorágine, resulta que se les va la vida, convirtiendo su propia existencia en miserable, desagradable y enferma, aunque haga el teatro de que siempre está radiante y piense que porque consume económicamente mucho más que otros, es alguien exitoso o es una mejor persona que el resto, cuando en realidad, lleva una vida convertida en un infierno, confundiendo su drama psicológico como si fuese la realidad existencial, olvidándose desde lo más básico, por ejemplo, que para su propia alimentación, resulta que más no es mejor, porque los extremos traerá consigo lógicamente dolencia a su salud.

En ese orden de ideas y prácticas carentes de sentido común, también está aquella idea de que si bien en teoría, las Constituciones de los Estados, textualmente usan las etiquetas de “rendición de cuentas” y “transparencia”, pero en los hechos, esto no se cumple, porque se los premia, por ejemplo, existen gobernantes, autoridades y funcionarios públicos, que llevan a sus países a permanentes crisis y catástrofes económicas, pero no sólo existe impunidad por dichos actos, sino que además jamás rinden cuentas, no devuelven ni se recupera todo lo sonsacado, tampoco se repara el daño económico y todavía recibieron su remuneración mensual durante toda esa su gestión pública corrupta y, otros incluso llegan a recibir sueldos de forma vitalicia.

De allí que podemos evidenciar el acrecentamiento del número de quienes, sin estar realmente preparados, formados y sin tener siquiera vocación, dejan sus profesiones, oficios u ocupaciones, para volverse políticos, sólo por el dinero que pueden obtener y cada vez abundan más políticos, quienes de boca para afuera, supuestamente están muy preocupados por nuestro bienestar, el suyo y el mío, pero resulta que ni saben de nuestra existencia y tampoco les importa de verdad, si Ud se enfermó o si sus hijos están bien alimentados.

Así, de esta manera, están emergiendo muchos políticos sin ninguna preparación en la materia (ni por asomo, conocen con solidez sobre lo que es la geopolítica) y sus países continúan empeorándose, sin ninguna mejoría, agravándose alarmantemente su situación.

Todo lo antes mencionado, sin duda alguna, está por demás de claro que existe una total incoherencia entre lo que se dice y se hace; por ende, amerita que esta idea y práctica absurda sea cambiada, para ello, en nuestros países se requiere de tecnócratas patriotas y no de aventureros e improvisados; y, sobre todo es menester que exista la remuneración del sector público por resultados y bajo responsabilidad, con fuertes sanciones por corrupción y con la correspondiente recuperación del daño económico causado o provocado, embargando sus bienes a nivel nacional e internacional y procesándolos no solo a ellos sino a todos sus beneficiarios (familiares, testaferros, prebendarios, etc.) de aquella corrupción, por delitos vinculados a ésta, como ser el ilícito de legitimación de ganancias ilícitas (lavado de dinero), una muestra de esto y con buenos resultados, es Singapur, por lo tanto, aprendamos y practiquemos lo que funciona, no las fumadas filosóficas, los fanatismos culturales, ideológicos y dogmáticos sobre Derechas Vs Izquierdas, sin transformar y cambiar las ideas insensatas y perniciosas, que llevan a los países a la pobreza, la decadencia y la catástrofe.

Singapur es considerado el Estado más eficiente del mundo, con un gasto público equilibrado que no supera el 13% de su PIB, brinda una gran facilidad para hacer negocios con seguridad y certidumbre jurídica, posee un gobierno digital al 99% (tramites en línea, mediante la plataforma singpass), inversión en infraestructura del 4 al 5% del PIB anual además de fuertes sanciones reales contra los corruptos; y, en China, los funcionarios locales son evaluados con datos comprobables, como ser: crecimiento del PIB regional, atracción de inversiones y estabilidad social, si cumplen ascienden, si no es así, son removidos o se quedan estancados y funcionarios corruptos son sancionados.

No romanticemos la corrupción, por ejemplo, ensalzando como si fuese un gran vendedor, quien miente, engaña y es sinvergüenza, hagámoslo rendir cuentas. Llevemos una vida sensata, con un sentido de integridad, como cualidad interna de cada ser humano, pues la verdadera lucha contra la corrupción, empieza dentro de cada individuo.