Durante la gestión del partido de Gobierno el país pasó de producir 61,33 millones de metros cúbicos diarios de gas (MMmcd) a 31,60 MMmcd. La caída se debe a la falta de exploración y a una rígida norma fiscal. La tensión por la escasez crece
Fuente: El Deber
Mientras se escribe este reporte, en La Paz un chofer de minibús duerme en su vehículo esperando cargar combustible para poder volver a trabajar. Si tiene suerte, en tres días retomará su rutina. Al mismo tiempo, en el norte cruceño, un productor agrícola debe esperar hasta 15 días para conseguir diésel. La tensión por la escasez crece, pero el Gobierno insiste en que dejará como legado una solución estructural al problema de los carburantes.
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Sin embargo, los datos cuentan otra historia. En casi dos décadas, la producción de gas natural se redujo a la mitad: del pico histórico de 61 millones de metros cúbicos por día (MMmcd) registrado en 2014, a un promedio de 31,6 MMmcd en 2024, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE) y la estatal YPFB.
En 2014, Bolivia exportó gas por $us 6.030 millones, lo que representó cerca del 45 % del total de exportaciones del país. Esa bonanza permitió sostener el modelo económico basado en la subvención de combustibles líquidos como el diésel y la gasolina.
Hoy, la realidad es otra. Las exportaciones de gas cayeron a $us 1.614,7 millones, según cifras del INE. Con una drástica reducción en la producción y el valor de las ventas, el esquema de subvención —vigente desde hace más de dos décadas— se vuelve cada vez más insostenible. El resultado es visible en todo el país: largas filas para conseguir combustible, paralización de actividades productivas y una creciente sensación de frustración colectiva.
Desde el Gobierno admiten y aceptan estas cifras, pero no la responsabilidad compartida. En septiembre del año pasado, se culpó a la administración del entonces presidente Evo Morales por no cuidar el proceso de nacionalización. Se lo cuestionó por no haber priorizado la exploración hidrocarburífera.
“No se hicieron trabajos de exploración, lo que llevó a una menor producción y a una disminución en el ingreso de dólares a la economía del país”, dijo entonces.
Transporte más afectado
El motor aún caliente, las luces apagadas y los ojos hinchados por el viaje. Wilfredo Fernández, chofer de la flota Trans Copacabana, llega a Santa Cruz y no busca un café ni una ducha. Va directo a la fila. “Desde las seis y media de la mañana estoy aquí, maestro”, sostuvo con resignación, mientras espera en una fila que se extiende por varias cuadras.
Wilfredo llegó desde Cochabamba. No ha dormido. Dijo que, si tiene suerte, cargará diésel recién a las ocho y media de la noche para volver de inmediato a la carretera. “No hay descanso”, repitió.
Esa frase se escucha como un lamento colectivo entre los transportistas bolivianos. El país entero parece atrapado en una espera que no tiene fecha de caducidad.
Luis Moreira, chofer de la flota Transamérica, también vino desde Cochabamba y se sumó a la fila en Santa Cruz a las diez de la mañana del jueves. Está acostumbrado a estas colas, pero admite que la situación en su ciudad es aún peor. “En Cochabamba la fila es más larga. En La Paz ni qué decir: allá hay que hacer hasta dos días de fila”, aseguró.
Mientras algunos se turnan el volante y la paciencia, otros han decidido tirar la toalla. Indignada, María Eugenia Montaño, empresaria del sector transporte, confirmó que su firma comenzará a vender buses nuevos adquiridos recientemente, ante la imposibilidad de operar con normalidad. “No hay solución. Con dolor en el alma digo que vamos a empezar a irnos”, lamentó.
Arce: “Dejamos solución”
Mientras las colas continúan, el presidente Luis Arce aseguró que su gobierno dejará como legado económico una solución estructural al suministro de combustibles, al implementar una estrategia integral que incluye la exploración de hidrocarburos y la producción de biodiésel.
“Ningún candidato presidencial de oposición plantea una propuesta de solución estructural”, afirmó, citado por la agencia ABI.
Arce respondió así a las críticas de diferentes sectores que lo acusan de no resolver la escasez de diésel. Señaló que opositores como Jorge Quiroga, Samuel Doria Medina y Manfred Reyes Villa proponen medidas de “shock”, como la eliminación de la subvención y el alza del precio de los carburantes, lo que, a su juicio, afectaría a la economía popular y productiva.
Arce resaltó que su gestión logró “18 pozos exploratorios exitosos, como ninguna otra”, entre ellos el pozo Mayaya Centro X1 en el municipio de Alto Beni, donde, según dijo, se descubrieron 1,7 TCF (trillones de pies cúbicos) de gas natural. “Es uno de los diez hallazgos hidrocarburíferos más importantes del mundo en 2024”, afirmó.
Ponderó también que en marzo de 2024 comenzó a operar la Planta de Biodiésel 1 en Santa Cruz y próximamente lo hará la Planta de Biodiésel 2 en El Alto.
Ambas, junto a la Planta de Diésel Renovable HVO, permitirán producir hasta el 80% del diésel que demanda el mercado interno, lo que reducirá la importación.
“Esta política, que inició en nuestro Gobierno, debe convertirse en una política de Estado para garantizar un futuro energético seguro y próspero”, consideró en un post en sus redes sociales.
Análisis
“El Movimiento al Socialismo (MAS) deja un desastre como herencia en hidrocarburos”, sentencia Raúl Velázquez, economista de la Fundación Jubileo, al evaluar el estado del sector tras casi dos décadas de gestión gubernamental. Frente a los recientes anuncios del presidente Luis Arce y del titular de YPFB, que destacaron como logros las nuevas cuencas exploratorias y proyectos en curso, el investigador es tajante: “Eso es especulativo. No hay resultados concretos. La producción cayó 55% en gas y 62% en líquidos, y no fue de un día para otro”.
Velázquez sostiene que la crisis actual es el resultado de una década sin inversiones efectivas en exploración, de una gestión politizada y de una política rentista que priorizó el gasto inmediato sobre la sostenibilidad del sector. “La exploración debió haberse hecho hace 15 o 20 años. Hoy ya es tarde”, afirmó.
Carlos Delius, expresidente de la Cámara Boliviana de Hidrocarburos, no tiene dudas al calificar el estado en que el Movimiento al Socialismo (MAS) deja el sector energético del país: “Una destrucción total”. Según su diagnóstico, el sistema construido para impulsar la exportación de gas hacia Brasil fue desmantelado por una gestión que, a su juicio, actuó con improvisación, propaganda y uso político de las empresas estatales.
“Todo fue bien armado: reservas, mercados, inversiones, financiación. Pero llegaron estos aprendices de brujo en 2006 y destruyeron todo. No dejaron nada por construir”, afirmó.
Delius también se refirió a los proyectos de exploración que el Gobierno asegura dejar como legado. “Son 2.400 millones de dólares invertidos en pozos secos ¿Qué quieren, que les demos otros 2.500 millones que el país no tiene? Es trágico”, lamentó.
Según su análisis, se nacionalizó el riesgo exploratorio, algo que nunca debió ocurrir. “Ahora cada pozo seco lo pagamos todos los bolivianos”, dijo.
DATOS
18 Pozos exploratorios. Se perforaron entre los años 2021 y 2024, según datos oficiales del Gobierno
1.614 millones de dólares. Fueron las exportaciones de gas natural, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas (INE)
Exportaciones de gas. Cayeron a $us 1.614,7 millones, según el INE
Datos de consumo. Según Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB), el consumo de gasolina en 2014 era de 8,8 millones de barriles al año y esta cifra se incrementó a 14,5 millones de barriles anuales. En cuanto a la producción nacional, que en 2014 cubría el 78% del consumo, en la última gestión solo alcanzó el 44%.
Fuente: El Deber