¿Por qué está bajando el dólar? ¿Volverá a subir?


 

 



 

¡Quién lo iba a decir! El criticado, demonizado y vilipendiado dólar estadounidense, al que por muchos años ni se lo quería nombrar en el ámbito político en Bolivia, por estar relacionado con el “imperio yanqui”, y frente al cual la moneda nacional -el Boliviano- hizo gala de fortaleza durante más de una década, hoy no sólo está cotidianamente en la boca de todos, sino que ahora es requerido, ansiado y hasta depositario de la fe de mucha gente, que ve en dicha moneda una suerte de refugio frente a la inmisericorde inflación que socaba el poder adquisitivo del Boliviano.

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En efecto, el tipo de cambio oficial del dólar en el país, que había cerrado en Bs. 8,08 el 31 de diciembre de 2005, empezó a declinar lentamente su cotización a la par que las exportaciones nacionales crecían, el superávit comercial se repetía, y las Reservas Internacionales Netas (RIN) del Banco Central de Bolivia (BCB) aumentaban, llegando a cotizar a Bs.6,96 el 9 de noviembre de 2011, fecha desde la cual se mantiene sin cambio, con la pertinente aclaración de que hoy es prácticamente imposible conseguir el dólar a ese precio, ya que la ausencia de un mercado paralelo verdaderamente libre, dio lugar a un mercado negro donde el dólar llegó a rozar los Bs. 20.- a mediados de mayo pasado, debido a factores externos e internos -objetivos y subjetivos- que una vez aplacados, derivó en un bajón de la divisa hasta ubicarse entre Bs.16.- y Bs.15.-

Sin embargo, durante los últimos días, no solamente el dólar físico, sino también el dólar cripto (digital), han venido experimentando una tendencia a la baja, cotizándose al momento de escribir esta columna en poco más de Bs.13.- posicionando tres preguntas repetitivas: ¿Por qué está bajando el dólar? ¿Hasta cuánto bajará? Y, la pregunta del millón: ¿Volverá a subir el dólar?

Para intentar contestar dichas preguntas -cuyas respuestas podrían cambiar la vida de mucha gente para bien, si se le atina, y para mal, si se hace un mal pronóstico- habrá que entender que responder tales cuestionamientos de ninguna forma es algo fácil, siendo que la cotización de mercado de la divisa estadounidense obedece a la conjunción de varios elementos no solo de orden económico, sino, también, políticos, sociales y algo no menor: las expectativas de la gente.

Entre las explicaciones de los analistas y de quienes se precian de ser esclarecidos en la materia, cuentan como argumentos para la baja del dólar: Un aumento de su oferta en el mercado por el crecimiento de las exportaciones; la menor demanda de dólares por parte de los importadores; un cambio en las expectativas de la población por la mejora de la posición de las RIN del BCB -como se informara- y que vengan mejores días, luego de las Elecciones Generales; también, que la baja se debe a la caída del dólar frente a otras monedas; al desatesoramiento, por temor a que el dólar caiga más, entre otras razones, aunque estas son las principales.

Frente a ello, la evidencia: La exportación legal viene bajando, en vez de crecer; los dólares siguen saliendo del país por el déficit del comercio exterior; suena razonable que la baja se deba a que la importación va disminuyendo por razones de mercado, siendo que en muchos rubros los productos o las empresas no aguantan el tener que operar con un dólar 100% más caro que el oficial; en cuanto a la incidencia de la caída del dólar a nivel mundial, su impacto es marginal en el país, no así, el cambio de las expectativas de los agentes económicos.

Como la economía muchas veces se explica más por la sicología que por la “numerología”, las expectativas podrían estar jugando un rol gravitante, p. ej.: Ante la incertidumbre, menos negocios ligados al dólar, frenan su demanda; está, también, la esperanza de una mejora por un cambio en la política económica; los anuncios de los políticos que aspiran a la Presidencia, ofreciendo el oro y el moro para conseguir votos, prometiendo una lluvia de dólares a corto plazo, ya sea vía colosales créditos externos, liberación de exportaciones, ventas anticipadas de recursos naturales, etc., además de un drástico recorte del gasto público para controlar el déficit fiscal.

Lo arriba señalado, son las difíciles respuestas, por comprobar, ante la sesuda y recurrente pregunta: “¿Por qué baja el dólar?” Pero, no menos riesgoso resulta responder el segundo cuestionamiento: “¿Hasta cuánto bajará?”

Para que el dólar baje deberían darse profundos cambios estructurales a fin de incrementar las exportaciones y traer dólares al país; sustituir importaciones, para evitar la salida de divisas al exterior; además, mejorar el entorno para captar inversiones extranjeras o créditos internacionales, todo lo cual no ocurre de la noche a la mañana. Basta ver lo que está pasando en la Argentina que, pese a sus progresos, lucha aún con el alza del dólar.

En cuanto a la pregunta del millón: “¿Volverá a subir el dólar?” Alguien señaló: “Puede que sí, puede que no, lo más seguro es que ¡quién sabe!”. Solamente Dios, que no es economista, lo sabe…

 

Gary Antonio Rodríguez Álvarez 

Economista y Magíster en Comercio Internacional