El tiempo transcurre y el escenario político-electoral va decantando. El proceso electoral comenzó con una gran noticia: los líderes políticos de la oposición se reunieron con el objetivo de conformar un bloque de unidad y promover una sola candidatura para evitar la dispersión del voto. Lamentablemente, el proyecto fracasó y las candidaturas opositoras quedaron dispersas, cada una en su propia campaña.
En la vereda oficialista, las disputas se intensificaron, dinamitando la candidatura única que caracterizó al MAS durante 20 años. La obsesión por el poder de Evo Morales, así como los afanes prorroguistas de Arce, terminaron configurando un escenario de aparente irreconciliabilidad, con tres candidaturas: Andrónico Rodríguez, Eduardo Del Castillo y Eva Copa; además, claro está, de la irrenunciable y fallida candidatura inconstitucional de Evo.
Todas las encuestas autorizadas por el TSE muestran un escenario favorable a las candidaturas opositoras, desplazando al masismo hasta una cuarta posición. También reflejan que nulos, blancos e indecisos lideran la preferencia de los encuestados. A partir de este alto porcentaje de indecisos se pueden inferir varios escenarios, que los dejaré para otro momento.
Las preferencias electorales se concentran en las candidaturas de Samuel y Tuto, líderes que muestran el perfil técnico y político adecuado para lograr las transformaciones necesarias que permitan salir de la crisis. Leo y escucho opiniones respecto a una segunda vuelta entre opositores; la veo poco probable. Veinte años de “proceso de cambio”, de ilusión de inclusión social, de poder absoluto, de empoderamiento de organizaciones sociales, prebenda y corrupción no se desvanecen tan rápidamente.
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En este derrotero, con las acciones de campaña, los programas de gobierno y los debates, la gente va obteniendo mayores elementos de juicio para encaminar sus decisiones finales que serán tomadas frente al ánfora.
La confrontación de ideas y programas en los debates y foros de las últimas semanas ha permitido mostrar las cualidades y la solvencia de los candidatos, un hecho importante que puede generar cambios en las preferencias electorales y fomentar la estrategia del “voto útil”. Los tres primeros candidatos opositores que disputan las preferencias tienen una larga trayectoria política, importante experiencia y saben que, en este último tramo de campaña, pueden cambiar la historia. En política, la imagen lo es todo; pesa más que los discursos o las promesas. La forma en que la gente percibe a un candidato influye directamente en su decisión final.
Tuto se define como liberal, tiene un perfil profesional interesante, fue presidente hace 24 años, cuenta con importantes relaciones internacionales y un buen desempeño en cámaras. Para mi gusto, abusa del discurso y la adjetivación, pero expone sus propuestas con solvencia pese a su estilo reiterativo. Dedicó su vida a la política; no se le conocen actividades empresariales ni académicas y, cuando no está en campaña, poco sabemos de él. Tiene carisma, pero carece de raíces sólidas. Es un candidato de la derecha que evoca el pasado y ofrece un proyecto respaldado fundamentalmente por élites empresariales del oriente. Su acompañante de fórmula no trascendió más allá de Equipetrol, y no se percibe una señal clara de equipo.
Manfred es un populista poco escrupuloso. Fue teniente de ejército, alcalde, exprefecto y exgobernador, con una buena trayectoria en gestión pública. No tiene grandes cualidades de oratoria y quedó sospechado de alentar guerra sucia desde Cochabamba, procurando descalificar a quienes le llevan la delantera en las encuestas. Su imagen se vio dañada por denuncias de vínculos con el oficialismo y por haber sido favorecido con gestiones judiciales. Sin duda, esta fue una de las principales razones por las que no logró impulsar alianzas importantes ni obtener apoyos significativos. Hoy su imagen es la de un alcalde de Cochabamba que aspira a la presidencia con un acompañante de fórmula absolutamente intrascendente.
Samuel es socialdemócrata, economista de larga trayectoria y uno de los empresarios más importantes del país, con cuantiosas inversiones en oriente y occidente. Ha impulsado fundaciones de beneficencia y, durante años, ha capacitado y forjado emprendedores. Su perfil equilibra lo empresarial con lo político, aunque con mayor incidencia en el primero.
Después de muchos años de trabajo y actividad política permanente, ha logrado desarrollar músculo propio, al punto que, después de 20 años, consolida un binomio donde ambos candidatos son de occidente y que lograron respaldo y aprobación del liderazgo cruceño más influyente, Luis Fernando Camacho. El apoyo de Marcelo Claure termina de configurar una sensación de certidumbre para atraer inversiones futuras.
No tiene carisma, pero sí profundas raíces y una clara vocación de servicio. No posee grandes habilidades mediáticas ni es un “gran bailarín”, pero eligió al mejor candidato a la vicepresidencia.
En términos de proyectar una imagen favorable, Samuel tomó la delantera.
Así vamos llegando a la elección del bicentenario.
Jaime Navarro Tardío
Militante de Unidad Nacional, ex Diputado Nacional y ex Secretario Ejecutivo de UN.