El pasado 1 de julio, un equipo de astrónomos de la NASA anunció el descubrimiento del cometa 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar en llegar al Sistema Solar: Avi Loeb, controvertido astrónomo, vuelve a ver alienígenas
El cometa 3I/ATLAS podría ser una «nave alienígena hostil», según Avi Loeb (Wikimedia Commons)
Fuente: infobae.com
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Cada vez más gente está de acuerdo en que lo más probable es que, en algún otro lugar de este universo infinito, haya (mínimo) una bacteria alienígena proliferando en los alrededores de un géiser submarino o en el interior de una nube. Lo de la vida compleja es más difícil de imaginar, y aun así muchos tienen claro que también habrá, o habrá habido, o estará por haber. Lo de la vida inteligente – desde el prisma humano de “inteligencia” – es otra historia, pero el mismo argumento funciona igual: dada la inmensa e incomprensible magnitud espaciotemporal del Universo, es poco realista asumir que los seres humanos son los únicos capaces de sumar dos y dos. Otra cosa es que los otros vengan de visita.
17/03/2021 Concepto del artista del objeto interestelar ‘Oumuamua como un disco en forma de panqueque.
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WILLIAM HARTMANN
Oumuamua, un “artefacto alienígena” (según Avi Loeb)
Avi Loeb es un astrónomo un tanto controvertido. Cuando Oumuamua irrumpió en el Sistema Solar – el primer objeto interestelar en hacerlo desde que existen registros -, una serie de anomalías llevaron al científico a plantear la hipótesis de que el objeto – cuyo nombre significa, más o menos, el “primer mensajero o explorador llegado de lejos” – podía tratarse de una sonda enviada por una civilización alienígena. O los restos de algún pedazo de tecnología extraterrestre.
Su estudio generó, muy comprensiblemente, bastante controversia, pero lejos de retractarse o rectificar, Loeb reafirmó su planteamiento en una entrevista con la BBC: “Oumuamua tenía varias anomalías que me convencieron de que podría ser un artefacto de una civilización tecnológica. En 2020, el mismo telescopio que lo detectó observó otro objeto, conocido como 2020 SO, que se comportaba de manera similar, y resultó ser el propulsor de un cohete construido en 1966. Sabemos entonces que los humanos construimos ese objeto artificial. La pregunta es ‘¿Quién produjo a Oumuamua?’“. Y es verdad que nunca pudo demostrarse que Oumuamua no fuese una sonda alienígena, pero claro, en general lo suyo es que las afirmaciones extraordinarias vengan acompañadas de pruebas extraordinarias.
Loeb tampoco se dedicó a asegurar ciegamente que se tratase de zeta reticulianos o reptilianos. No podía asegurar “con certeza” que se tratase de tal artefacto “porque no recopilamos suficiente evidencia”. Su motivo principal para plantear dicha hipótesis eran las anomalías presentadas por el objeto: “Cuando giraba, la cantidad de luz solar que reflejaba cambiaba por un factor de 10, lo cual implica que tiene una forma muy extrema, probablemente como la de una tortita. También tenía un empuje excesivo alejándose del Sol, no tenía una cola como la de un cometa, ni evaporación de gas o de polvo que le pudieran dar ese empuje, así que la única explicación que se me ocurrió es que se debiese al reflejo de la luz solar. Para que eso ocurriera, el objeto tenía que ser muy delgado, como la vela de un barco, pero no necesariamente diseñada para ser una vela. Quizás Oumuamua era solo un receptor que se comunicaba con sondas que ya están en la Tierra”. O quizás era una piedra espacial con una forma un poco rara y todo lo demás tiene también una explicación más mundana. O quizás no.
Un diagrama que representa la trayectoria que seguirá el cometa 3I/ATLAS en su paso por el Sistema Solar (NASA/JPL-Caltech via AP)
3I/ATLAS, la “nave alienígena hostil” de Loeb
El pasado 1 de julio, un equipo de astrónomos de la NASA anunció el descubrimiento del cometa 3I/ATLAS, el tercer objeto interestelar en llegar al Sistema Solar, una mole de 20 a 40 kilómetros de diámetro – lo que lo convierte en el mayor objeto interestelar jamás observado – que se desplaza a unos 61 kilómetros por segundo. No viene para quedarse, sino que realizará una trayectoria hiperbólica: se acercará al Sol, arrastrado por su gravedad, pero su distancia del astro y la velocidad a la que se mueve permitirán que no se quede atrapado, sino que salga disparado de nuevo hacia las profundidades del Universo.
Como cabía esperar, la NASA niega rotundamente que se trate de un objeto alienígena. Los expertos afirman que presenta una actividad habitual en cometas, ya que tiene un núcleo helado rodeado de una coma de gas y polvo. Para Avi Loeb, sin embargo, algunas de sus características podían indicar que es de diseño inteligente, un visitante de una civilización extraterrestre avanzada.
La trayectoria de ATLAS es el principal motivo que lleva a Loeb y su equipo a considerar la “posibilidad” alienígena: es muy poco habitual, ya que está casi alineada con el plano del sistema solar, es decir, en su mismo eje. Además, su camino lo acercará de forma inusual (por probabilidad) a varios planetas, entre ellos Venus, Marte y Júpiter. También llama la atención el hecho de que, en su momento de mayor acercamiento al Sol, el objeto quedará oculto tras el mismo con respecto a la Tierra, lo que, según el astrónomo, permitiría “realizar maniobras” sin ser observado. El científico ha mencionado incluso una fecha concreta para la llegada de esta “nave alienígena hostil”: el 29 de octubre de 2027, el momento en el que el Sol esconderá el objeto.
Un “insulto” y un “disparate”, según expertos
Realmente, Loeb es consciente de lo extraordinario de sus alegatos, y admite que lo más probable es que 3I/ATLAS sea un cometa natural. Insiste, sin embargo, en la importancia de este tipo de “ejercicio pedagógico” e insta a no descartar el análisis de las anomalías.
Otros expertos han condenado duramente la hipótesis de Loeb. Tiene sentido, en realidad, porque es como escuchar romperse una rama en un bosque de Vigo y asumir que se trata de un tigre de bengala: una conclusión improbable construida sobre datos insuficientes.
Samantha Lawler, astrónoma de la Universidad de Regina (Canadá), asegura que en realidad 3I/ATLAS se comporta como un cometa expulsado de otro sistema solar y que no presenta indicio alguno de tratarse de tecnología, extraterrestre o no. Chris Lintott, de la Universidad de Oxford, fue más duro: tachó de “disparate” el planteamiento de Loeb, calificándolo además de “insulto” al trabajo de los astrónomos. Davide Farnocchia, ingeniero de navegación de la NASA, aclara que, en realidad, los datos tampoco son del todo certeros, explicando que la principal incógnita reside en el tamaño exacto del núcleo, ya que el brillo observado podría deberse tanto a sus dimensiones como a su composición o movimiento (es decir, que podría tener que ver con la forma en que la luz se refleja y dispersa).