Las primeras elecciones que vi en Bolivia, solo las presencié, porque el Dr. Paz Estenssoro, en 1964, decidió reelegirse y se llevó el 86% de los votos. Yo tenía 19 años, venía de acompañar en el largo exilio de mi padre en Chile, y confirmé la idea de que la democracia impuesta por el MNR era de tramposos.
Por primera vez voté en las elecciones de 1966, por la fórmula del general Barrientos y el Dr. Luis Adolfo Siles, que venció ampliamente con el 61% de los votos y quedó en segundo lugar el general Bernardino Bilbao Rioja de FSB. Muchos estábamos agradecidos con Barrientos, porque, gracias a él, se habían terminado 12 años de exilio.
Luego de años de golpes militares y gobiernos de facto, se produjeron las elecciones de 1979, cuando Paz Estenssoro y Siles Zuazo llegaron a un virtual empate. Al no poderse decidir, el Congreso designó como presidente constitucional interino a Wálter Guevara Arce.
Guevara fue derrocado por el Cnl. Natusch Busch, que no pudo sostenerse en el poder. Se produjo un nuevo interinato presidencial, esta vez de la señora Lidia Gueiler, quien presidió unas elecciones en 1980 en que ganó ampliamente el Dr. Siles Zuazo, pero sin el suficiente apoyo en el Congreso. En la espera para decidir, se produjo el golpe del general García Meza. Así estaba la democracia, entre porrazos y zancadillas. Voté por Banzer que resurgía a la vida política contra viento y marea.
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Las siguientes elecciones, después del desastroso gobierno de la UDP, fueron en 1985, en las que venció ADN con el general Banzer que obtuvo el 28% de los votos, seguido de Paz Estenssoro con 26% y Jaime Paz con casi el 9%. Como se esperaba, el MIR y la izquierda apoyaron al Dr. Paz y así, por primera vez en la historia de Bolivia, el ganador cedía su lugar al segundo respetando la Constitución.
En 1989 se esperaba un triunfo de Banzer, con el respaldo del MNR, según habían acordado Paz y el general. Sin embargo, Gonzalo Sánchez de Lozada incumplió el acuerdo. Ganó GSL con el 23%, seguido de Banzer con el 22.7% y Jaime Paz con el 19.6%. Si algo bueno se puede rescatar de la política boliviana de entonces es que derechas e izquierdas dejaran de odiarse, y es así, que, como lo permitía la Constitución, Banzer le dio sus votos en el Congreso al tercero, Jaime Paz, que fue elegido presidente.
Sánchez de Lozada se desquitó en los comicios de 1993 y ganó las elecciones con el 34%, seguido de Banzer con el 21% y Condepa, que empezaba a surgir, con el 14% y Max Fernández con el 13%.
En los comicios de 1997 el vencedor fue el general Banzer, en su quinto intento, logrando solo el 22 %, seguido del movimientista Juan Carlos Durán con el 18% y Remedios Loza con el 17%. La atomización del electorado fue muy grande y Banzer tuvo que armar, conciliando criterios y negociando seriamente, toda una gran coalición para obtener el poder y la gobernabilidad.
El 2002, final de un período democrático, Sánchez de Lozada (MNR) obtuvo el 22%, seguido por Morales y Reyes Villa con el 21% respectivamente. El Congreso le dio el poder a GSL.
A partir del 2005, Evo Morales no perdió más elecciones presidenciales, aunque se puede suponer que el fraude no solo fue el año 2019, sino desde el año 2009, dada la holgura de sus victorias, que no se habían visto desde épocas del MNR.
El año 2005 ganó Morales con el 53.74, seguido de Tuto Quiroga con 28.62 y Doria Medina con 7.79. Fue sorpresivo pero una elección legal.
El 2009 el triunfo de Morales resultó por 64%, seguido de Reyes Villa con 28.62 y Doria Medina con 7.79%.
En el 2014 volvió a ganar ampliamente Evo Morales con el 61.36%, Doria Medina con el 24.23% y Tuto Quiroga con el 9%
Y en el 2019 se produjo el gran fraude de Morales en que evitó la segunda vuelta con Carlos Mesa, que era el seguro ganador. Asustado, Morales huyó del país abandonando el gobierno, para después acusar a la “derecha” de haberlo golpeado. Accedió al mando, con toda las de la ley, la segunda presidente del Senado, Jeanine Añez.
Sorpresivamente, el 2020, venció por tunda Arce Catacora, con un inesperado 55% contra casi 29% de Mesa y 14% de Camacho.
El 17 de agosto, volveremos a las urnas, seguros de que el MAS en sus distintos colores, dejará el poder por fin. La incógnita está en quién ganará entre Samuel y Tuto o si han acordado un pacto parlamentario poselecciones para tener gobernabilidad sea quien sea el vencedor.