Caso Las Londras: “Siento impotencia, pero no voy a callar”; Percy Suárez denuncia impunidad


Santa Cruz. Percy Suárez, camarógrafo secuestrado en Las Londras, denuncia la parálisis judicial y alerta sobre el uso indebido de la justicia indígena para evadir juicio.

César del Castillo
Percy muestra los daños que recibió su cámara cuando sufrió el ataque en el predio Las Londras.

 



Fuente: eldeber.com.bo

El juicio por el secuestro en Las Londras fue paralizado. Percy Suárez, camarógrafo agredido aquel día, relata cómo los acusados maniobraron para detener el proceso justo cuando testigos clave, como el piloto que voló desde Brasil, estaban listos para declarar. Su testimonio es un grito que no se apaga.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

¿Percy, ¿cómo estás hoy, a días de la audiencia que quedó suspendida? 

Un poco estoy… todavía no me pasa esa bronca. El día de la audiencia fue muy fuerte, escuchar tanta barbaridad. Ya con la cabeza más fría, después de todo lo que pasó, uno trata de entender, pero es frustrante. Estas personas nunca se presentaron a nada, y ahora que el juicio estaba por continuar, presentan esta demanda para que vaya en consulta a Sucre y congelan el proceso.

¿Cuándo fue exactamente esta audiencia y qué ocurrió?

Fue el 5 de agosto. El tribunal atiende de 8 a 4, y ellos presentaron el recurso a las 4:05. Lo hicieron justo al filo del cierre. Eso fue el argumento para suspender todo y esperar 15 días calendario a que Sucre diga si el juzgado de Concepción continúa o si el caso pasa a un tribunal indígena. No sabemos ni dónde está ese tribunal, puede ser Oruro o por allá, pero mientras tanto todo queda parado.

Para refrescar la memoria, ¿qué pasó ese día en Las Londras? 

Éramos 17 personas entre periodistas, policías, empresarios y trabajadores. Fuimos a hacer un sobrevuelo sobre unas propiedades avasalladas. Aterrizamos en la propiedad de Las Londras, y uno de los dueños nos dijo que había que viajar 45 minutos en vehículo para llegar al lugar. Hicimos caravana y fuimos. En el camino, una patrulla nos dijo que no avanzáramos porque la gente no estaba de buen humor. Le pedimos al comandante de la Chiquitania que hablara con ellos, y él se comprometió a ir.

¿Y luego?

Mientras esperábamos que volviera la patrulla, escuchamos cohetes. Pensamos que venían ya, que habían aceptado atendernos. Pero no. Habían estado ganando tiempo. Desde el monte, del lado donde había sembradilla y bosque, salieron armados. Ahí comenzó el secuestro. Pude registrar el momento cuando salen del monte y nos toman como rehenes. Nos pusieron boca abajo a todos, incluso al comandante que fue a hablar. Nos llevaron a un galpón, ahí nos pusieron boca abajo y empezaron a golpearnos.

¿Qué te hicieron a vos en ese momento?

Antes de que terminara de grabar, me dieron un cachazo en la cabeza con una escopeta. Me quitaron la cámara y le dispararon. Ese fue el inicio.

¿Cómo lograron reconocer a los responsables?

Al día siguiente, en ese mismo galpón, llegó el director del INRA, Alberto Rojas. Se reunió ahí con ellos, fue recibido con guirnaldas y todo. Lo único que cambió es que ya no tenían la capucha, pero estaban con la misma ropa, todo igual. Ahí se los reconoció.

Volviendo a la audiencia del martes, ¿por qué dices que fue todo muy preparado?

Porque hasta el juzgado de Concepción llegaron el actual director nacional del INRA y el exdirector Alberto Rojas, como testigos de la parte acusada. Todo estaba armado. La ley les permite hacer eso, sí, pero como dicen los abogados, fue una chicanería jurídica. Lograron parar en seco el proceso. Fue un cachazo en la espalda.

¿Qué pruebas clave tenían ustedes como parte afectada?

Tenía testigos clave como el piloto que nos llevó. Cuando ya estábamos secuestrados, él hizo un sobrevuelo y desde abajo le dispararon a la avioneta. Su testimonio era importantísimo para esta segunda audiencia. El piloto vino desde Brasil solo para eso. Imagínese el desgaste, todo el esfuerzo, todo lo que implica… y al final, todo quedó truncado.

¿Y los policías que también fueron víctimas, siguen en el proceso?

No. Estuvieron en dos audiencias cuando el juicio se hacía en Santa Cruz, después se retiraron. Ni la misma policía se hizo cargo. Hay dos o tres policías con costillas rotas, les pegaron a patadas. Ni así siguieron. Ni uno solo dijo “voy a seguir”, y eso que les quebraron las costillas.

¿Cómo estás vos hoy, emocionalmente?

A mí me dieron un cachazo con escopeta, me dispararon a la cámara. Logré ese video que es prueba del inicio de las siete horas de secuestro. Fue un momento durísimo. Y ahora que frenan todo, con ese recurso, es como vivirlo de nuevo.

¿Qué sentís al ver que el caso no avanza?

Siento impotencia. Todo lo que se hace se frena. Y lo más grave es que permiten que estos tipos jueguen con la ley. Yo no voy a bajar los brazos. Pero me duele.

¿Qué necesitas de los medios, de la sociedad?

Necesito que no bajemos los brazos. Ustedes, como medio, no se callen. Que sigamos exigiendo justicia. Eso es lo único que pido.

El desgaste emocional, económico y profesional que ha vivido Percy Suárez desde aquel día sigue marcando su presente.

No solo fue víctima de un secuestro, también —según sus palabras— de un sistema que lo ha dejado solo en la búsqueda de justicia. Pese a todo, insiste. “Yo no voy a bajar los brazos”, repite con firmeza. Su testimonio, junto al de testigos clave como el piloto que viajó desde Brasil, quedó sin escucharse por una maniobra legal de último minuto. Las audiencias se postergan, los responsables no comparecen y el proceso permanece suspendido. “Esto no se olvida”, dice Suárez, mientras carga con una verdad que aún espera ser juzgada en el lugar correcto.