La medida se tomó debido a que el rial se ha vuelto casi inutilizable ante la alta inflación y su continua depreciación
El régimen de Irán aprobó un plan para eliminar cuatro ceros de su moneda nacional (REUTERS/Essam al-Sudani/Archivo)
Fuente: infobae.com
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El Gabinete del régimen iraní aprobó un plan para eliminar cuatro ceros de la moneda nacional con el objetivo de simplificar las transacciones económicas, después de que el rial se ha vuelto casi inutilizable ante la alta inflación y su continua depreciación.
“Nuestra moneda (rial) es prácticamente inutilizable debido a la inflación que hemos presenciado a lo largo de los años”, reconoció este martes en una rueda de prensa la portavoz del régimen, Fatemeh Mohajerani.
El Ejecutivo aprobó en una sesión del Gabinete recortar cuatro ceros de la moneda.
“Con el fin de reducir la carga psicológica e implementar algunas reformas estructurales, el gobierno aprobó esta medida”, explicó la vocera.
Según el plan, 10.000 de los actuales riales pasarán a ser un rial una vez que la medida sea aprobada por el Parlamento y el Consejo de los Guardianes, órgano que veta los proyectos de ley en la República Islámica.
Según el plan, 10.000 de los actuales riales pasarán a ser un rial una vez que la medida sea aprobada por el Parlamento y el Consejo de los Guardianes (Majid Asgaripour/WANA vía REUTERS)
En la vida cotidiana, los iraníes utilizan la denominación tomanes en lugar del oficial rial, con cada toman equivalente a 10 riales.
El país enfrenta una inflación de aproximadamente un 40%, que ha causado una continua depreciación del rial, en parte como consecuencia de las sanciones económicas de Estados Unidos.
Actualmente, los cajeros permiten retirar un máximo de dos millones de riales, y un café en un establecimiento de buena categoría cuesta cerca de 1.300.000 riales, lo que complica el pago en efectivo, por lo que se prefieren los pagos con tarjeta.
Tras la salida de Washington del acuerdo nuclear en 2018, el rial pasó de 42.000 riales por dólar a 920.000.
En 2020, el Parlamento iraní aprobó una legislación similar, aunque no llegó a implementarse.
Para muchos en la capital de Irán, años de sanciones, mala gestión y corrupción han significado aprender a arreglárselas con menos y dejar los sueños en pausa.
El país enfrenta una inflación de aproximadamente un 40%, que ha causado una continua depreciación del rial (Majid Asgaripour/WANA vía REUTERS)
Solo en el último año, el rial iraní ha perdido la mitad de su valor. Las empresas, aisladas del sistema bancario internacional por las sanciones occidentales, luchan por obtener capital o atraer clientes. La inflación es tan alta que muchos afirman que los precios en los supermercados parecen cambiar casi a diario.
En este contexto, este año los líderes iraníes entablaron negociaciones complejas y delicadas con Estados Unidos, buscando un alivio de sanciones a cambio de límites en el programa nuclear del país.
Algunos han interpretado la decisión del régimen iraní de participar como una señal de debilidad. Funcionarios, analistas y ciudadanos comunes en Irán ofrecen una visión más matizada: un país hambriento de cambio.
“Es difícil, pero hemos encontrado la manera de arreglárnoslas”, dijo Mariam, de 37 años, sentada con su amiga de la infancia Sarah en un parque bien cuidado del centro de Teherán mientras sus hijos jugaban cerca. Ambas dijeron apoyar en general el sistema en Irán, aunque “algunos políticos solo se preocupan por llenar sus bolsillos”, bromeó Sarah al The Washington Post en mayo pasado.
Ambas mujeres pertenecen a la clase media. Son propietarias de sus viviendas y pudieron dejar de trabajar al tener hijos, sostenidas por los salarios de sus esposos. Dijeron haberse adaptado a la inflación y otras presiones económicas con austeridad: menos juguetes y ropa nueva para los niños, y vacaciones familiares poco frecuentes.
Aunque Mariam se siente cómoda con la nueva normalidad, afirmó que es “imposible” que el país resista las sanciones indefinidamente.
“Esta generación joven es diferente a la nuestra”, dijo con una leve sonrisa. “Mi esposo trabajaba cuando era adolescente. Pero nosotros les decimos a nuestros hijos que estudien, no que trabajen; son menos resistentes que nosotros”, analizó.