Datos del Seprec demuestran que a pesar que cada año se crean nuevas empresas, otras tantas no logran sobrevivir a la actual situación económica del país
Raúl Domínguez
Fuente: El Deber
El 27 de abril, uno de los restaurantes de pollos que marcó época en la ciudad de Santa Cruz, Pollo Moderno, cerró sus puertas después de 43 años de atención ininterrumpida en su sucursal de la avenida Cañoto. “Crecimos junto a ustedes y ustedes crecieron con nosotros. Nos llena el corazón haber sido parte de su infancia (…)”, expresó la empresa en un emotivo video colgado en sus redes sociales.
La principal razón para el cierre de empresas como Pollo Modero, fue la crisis económica, agravada por la inflación, el encarecimiento de los costos de producción, la pérdida del poder adquisitivo de las familias y la escasez de divisas, desde 2023.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Datos del Servicio Plurinacional de Registro de Comercio (Seprec) procesados por el Instituto Boliviano de Comercio Exterior (IBCE), demuestran que a pesar que la Base Empresarial creció a 391.904 empresas hasta abril de 2025, el registro de nuevas unidades económicas cayó de 16.471 en 2023 a 15.001 en 2024 (9%) y las cancelaciones de matrícula se incrementaron de 3.945 a 4.610 (17%) en el mismo periodo (ver gráfico).
De acuerdo con el análisis del economista Ruddy Sanguino, por cada 100 nuevas empresas, 30 cierran en el mismo periodo, pero lo más grave es la drástica caída en la renovación de matrículas, que tuvo un desplome del 91,08%. “Esto denota una pérdida significativa de incentivos para continuar operando formalmente o iniciar un emprendimiento”, consideró.
El analista resaltó que sin medidas de política económica que reviertan esta situación, la proyección para 2025 es de un crecimiento empresarial de solo 1,07%, con una continuidad en el cierre de empresas, contracción productiva (ya reducida a 0,73% en 2024) y una inevitable caída del empleo formal. “Este escenario alimentará la informalidad, que ya alcanza un preocupante 84,5%, afectando la recaudación fiscal, la inversión privada y, en consecuencia, la sostenibilidad del crecimiento económico”, aseveró Sanguino.
Gonzalo Morales, presidente de la Cámara Nacional de Industrias, también lamentó que en los últimos años el crecimiento de la base empresarial sea cada vez menor. Puso como ejemplo en 2020 respecto de 2019 creció 4,4%; en 2021 creció 3,9%, en 2022 creció 3,3% y en 2024 aumentó 2,7%.
“La crisis económica, la inseguridad jurídica, la complejidad burocrática y los altos costos fiscales (tributarios, laborales, seguridad social, etc.) generan una ralentización en el ritmo del crecimiento de la base empresarial formal, lo cual es reflejo del crecimiento de la informalidad de las actividades económicas”, expresó.
Recomendó que es fundamental generar un ecosistema económico e institucional propicio para la formalización de las actividades económicas, “que es una tarea que el próximo gobierno debe emprender”.
Desde la Cámara de Industria, Comercio Servicios y Turismo de Santa Cruz (Cainco), manifestaron que los registros del Seprec reflejan un proceso de alta rotación empresarial: nacen pocas empresas, pero muchas cierran en poco tiempo. “Es una señal de fragilidad estructural y responde a un entorno macroeconómico menos previsible, alta informalidad y costos regulatorios que afectan especialmente a micro y pequeñas empresas”.
La tendencia
El analista económico Juan Fernando Subirana, manifestó que la tendencia muestra un crecimiento neto de la base empresarial, pero con señales de fragilidad. El aumento del 3% en el número total de empresas refleja la resiliencia de ciertos sectores, especialmente servicios y comercio.
“Sin embargo, el incremento del 17% en las cancelaciones de matrícula evidencia un deterioro en la sostenibilidad de muchos emprendimientos, probablemente por condiciones macroeconómicas adversas, baja liquidez y alta incertidumbre. Es un crecimiento cuantitativo, pero con una calidad cuestionable”, apuntó.
Sin embargo, consideró que el crecimiento neto de la base empresarial no debe interpretarse únicamente como un indicador de salud económica, sino evaluar la consolidación de las empresas en el tiempo. “La alta rotación es síntoma de un ecosistema empresarial frágil. Políticas de acceso a financiamiento, simplificación tributaria, flexibilización laboral y seguridad jurídica son esenciales para revertir la tendencia”, dijo.
Por su parte, Sanguino señaló que el cierre de empresas no solo continuará, sino que podría agravarse si no se implementan medidas urgentes para revertir la tendencia. “Si esta dinámica persiste, para fines de 2025 veremos un incremento significativo de cierres, un mayor debilitamiento del tejido productivo y un crecimiento de la informalidad, que ya alcanza niveles alarmantes y erosiona la base fiscal, la competitividad y la generación de empleo de calidad”, resaltó.
Agregó que la situación es más preocupante si se considera que muchos emprendedores surgen como respuesta al desempleo, pero se enfrentan a múltiples barreras que hacen inviable su permanencia en el mercado formal.
En tanto, el presidente de la CNI resaltó que el contexto económico–institucional es el factor central para la creación o cierre de empresas públicas. “Este contexto está conformado por macroeconómicas, laborales, tributarias, de justicia, seguridad social, comercio exterior, sociales, políticas. La intervención estatal en la libertad de mercados es determinante para la creación de empresas privadas”, remarcó.
Para la Cainco, los factores que llevan a las empresas a cerrar sus puertas son el entorno macroeconómico adverso: menor liquidez, encarecimiento de insumos y mayores costos financieros; competencia desleal de la informalidad, que cubre cerca del 80% del empleo y más del 50% de la producción; altos costos regulatorios, laborales y tributarios para empresas formales, que reducen márgenes y capacidad de reinversión y desaceleración de la demanda interna y menor poder adquisitivo de los consumidores.
EL DEBER intentó conocer la versión del Seprec, pero no atendieron a las llamadas telefónicas. Solo se tuvo acceso a información que resalta que entre enero y abril de 2025, un total de 5.177 nuevas empresas se inscribieron y 48.688 se registraron en los últimos tres años. “Estas cifras reflejan la vitalidad y el dinamismo del tejido empresarial del país, así como el compromiso sostenido con el desarrollo económico y la formalización de actividades productivas”, destacó.
Conamype: 20 mil unidades productivas se cerraron
El secretario general de la Confederación Nacional de la Micro y Pequeña Empresa (Conamype), manifestó que desde la gestión 2024 hasta lo que va de 2025, se cerraron cerca de 20 mil unidades productivas, principalmente del sector textil, madera y metalmecánica.
“Es un cierre definitivo, en algunos casos, en otros hay un cierre temporal porque se acabó la materia prima y están a la espera de que, en un momento, hayan cambios (en la economía) y el mercado reaccione. Pero un gran porcentaje es un cierre definitivo, unas 15 mil unidades, porque han quebrado, se ‘comieron’ el capital y han vendido sus maquinarias a precio de gallina muerta”, lamentó.
Indicó que muchos propietarios y trabajadores tuvieron que migrar a otros países como Chile, Brasil o Argentina y muchos a trabajar en un rubro diferente al acostumbrado.
Vargas calculó que una microempresa cuenta con una media de siete empleados, por lo que se estima que más de 140 mil personas quedaron sin empleo. “Por eso se ve tanta informalidad, como aquí en Santa Cruz, vemos en cada rotonda gente vendiendo refrescos o pastillas. Y en alrededor de los mercados, lo mismo. Podemos ver eso también en otras regiones del país”, subrayó el dirigente.
Señaló también que las mypes que sobreviven trabajan a un 30% de su capacidad instalada y existe mucha maquinaria paralizada. “En su momento hemos buscado a las autoridades, sin embargo, nunca han aceptado la realidad de que la economía se estaba cayendo. No han hecho nada, absolutamente”, consideró.
PUNTO DE VISTA
Pablo Camacho – Past presidente Cámara Nacional de Industrias (CNI)
“Debe haber una transición ordenada”
Definitivamente es una situación que la habíamos venido advirtiendo. Hoy la crisis ya no se entiende como un discurso político. Hoy la crisis golpea la mesa de 11.5 millones de bolivianos.
Cerrar una empresa es ya un caso extremo al que un empresario recurre. No hay que olvidar que para llevar adelante un emprendimiento, se ha dedicado mucho tiempo, mucha pasión, se han invertido recursos.
También vemos que ha aumentado la cantidad también de bienes adjudicados en la banca. Existe una gran cantidad, desde departamentos, maquinaria, entre otros, que son el resultado de esta crisis.
Cada uno de nosotros tenemos un amigo, un pariente, un conocido que no encuentra trabajo. Hemos visto y sabemos de muchas empresas, industrias, que están reduciendo el personal porque, obviamente, su producción ha disminuido.
A veces, las posiciones radicales del Ministerio de Trabajo y otros, terminan asfixiando a estas empresas, obligándoles a reincorporar al personal y, lo único que origina en el mediano plazo, es la quiebra definitiva de estas empresas. La afectación es a todos los sectores de la economía.
Creo que es importante que el actual gobierno y el nuevo que viene tengan una transición ordenada, porque no hay que olvidar que es una transición después de más de 20 años. Imagínémonos que el nuevo gobierno llegue a tomar posición y no sabe dónde comprar o cómo pagar el diésel, cómo opera YPFB.
Va a ser una labor titánica y, si no hay una transición ordenada, va a ser más difícil tener a una Bolivia en el camino de la reactivación, de tener esa ley de inversiones, esa ley para el sector minero, para el litio, para el sector agropecuario, que implica también temas de biotecnología, para el sector eléctrico.
Entonces realmente hay un camino muy difícil y hoy Bolivia no debe perder las esperanzas. Lo que los bolivianos queremos es lograr una pronta reactivación.
Factores para el cierre de las empresas
Inseguridad jurídica. La ausencia de reglas claras y estables desalienta la inversión, tanto nacional como extranjera. Incluye cambios normativos imprevistos, arbitrariedades regulatorias y poca protección a la propiedad privada.
Inseguridad económica. Los bloqueos, tanto físicos como legales, afectan el traslado de insumos, materias primas y productos terminados, impactando la producción y la distribución.
Excesiva regulación. El marco normativo es complejo, restrictivo y burocrático, con altos costos de cumplimiento y limitadas políticas de fomento a la inversión, la producción y la exportación.