Por esas sorprendentes coincidencias, dos localidades geográficas de nuestro continente no sólo llevan nombre parecido, sino que están insertas en la historia por razones diferentes. Tal es el caso del imponente rio venezolano y su relación con la lucha por la independencia Sudamericana, así como el paraje orureño que fue cuna de un autoproclamado “enviado de Dios” para ser presidente de Bolivia.
En lo que al nombre de la vía acuática se refiere, su significado proviene de la lengua warao, donde «güiri» significa «remo» y «noko» significa «lugar», o sea un «lugar para remar» o «lugar navegable». En cambio: Orinoca, en el idioma aimara se puede colegir que proviene de “Uru” que se refiere a los “Urus” y “noca” que en aimara se relacionaría con “lugar” o “territorio” Por tanto, Orinoca se traduciría libremente como “Lugar o Territorio de los Urus”.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
Tal como expresamos líneas arriba, nos hemos permitido hacer esta pequeña digresión, más por razones históricas y políticas, que por las del Gentilicio, dado que el río Orinoco y Simón Bolívar están vinculados a través de la historia de Venezuela por haber sido escenario de importantes campañas militares durante la guerra por la independencia, así como la ciudad de Angostura, ubicada a orillas de esta imponente vía fluvial, donde Bolívar proclamó la República de Colombia y donde nació el periódico «Correo del Orinoco» como portavoz de la epopeya.
La cuenca del Orinoco, también llamada Orinoquia, o tal vez Orinoca, abarca un área de aproximadamente 989,000 km², casi la extensión territorial de Bolivia. Su importancia está basada en la gran cantidad de información que suministra sobre la campaña libertadora y las ideas liberales, en un momento de convulsión y transformación social en todo el continente.
Ahora bien, como señalamos al principio de esta entrega, es allí donde comienzan las sorprendentes coincidencias del histórico rio Orinoco, con el cantón Orinoca del departamento de Oruro, donde Bolivia, hija predilecta del Libertador y Padre de la Patria, a sus 134 años de edad concibió un tataranieto que, por avatares del destino, llegó a la primera magistratura, donde su primera medida fue desconocer su nombre y substituirlo por el de “Estado Plurinacional, pachamamista y multi folclórico”, acuñando una de las más célebres evadas antiimperialistas de las que se tenga memoria: “ En países como Puerto Rico y Cuba los indígenas prefirieron autosuicidarse antes que ser esclavos de los españoles” (El Deber, 19-6-2005).
A escasos días de la realización de elecciones presidenciales, Bolivia se debate entre la enorme disyuntiva de resignarnos a que nos obliguen a aceptar la opción que plantea el Evócrata desde su Edén agroquímico: “Votar por el nulo o que todos los bolivianos nos vayamos a la izquierda”, o finalmente sacudirnos de un régimen que nos hundió en la pobreza gracias a la corrupción y el despilfarro de nuestros recursos y reservas, hasta el punto de llevar a la nación a la condición de un estado fallido, como acaba de denominarnos la fina mandataria del Perú.
A ese triste dilema nos han llevado los zurdópatas del Socialismo del Siglo XXI, creados por el Foro de São Paulo, que paragógicamente fueron subsidiados por la izquierda española y sus satrapías adoptadas de Cuba, Venezuela, Nicaragua y todas esas tiranías que nunca diferenciaron la historia del Orinoco a Orinoca.