El Bicentenario y la Bolivia inmutable


 

 



Después de escuchar el discurso presidencial, nuevamente quedamos estupefactos y maravillados, porque vivimos en el país más seguro de América Latina, en un país industrializado, y con una crisis apenas coyuntural, que no tiene nada que ver con los últimos 20 años de despilfarro, saqueo y robo. Es obvio que quisiéramos que dichas afirmaciones coincidan con la realidad, pero sabemos que fueron sacadas, seguramente de un cuento de hadas o de un evento esquizofrénico que, sin duda, todavía hace parte de las mentes de algunos fanáticos que se resisten a dejar el poder.

La crisis actual es caracterizada, por un desabastecimiento de hidrocarburos, una inflación elevada y un crecimiento económico cada vez más bajo. La inflación en alimentos, se aproxima al 40% y la inflación general se acerca al 20%, el crecimiento se posicionó por debajo del 1% en 2024, y la devaluación del tipo de cambio ya superó el 100%. Sin duda, no hay nada que nos haga pensar que la crisis pueda solucionarse fácilmente, más sabiendo que el gobierno no hace nada para cambiar el rumbo de la economía.

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La evidente crisis que vivimos hoy en día pone al desnudo las falencias del sistema de administración estatal y del modelo económico y político aplicado por el MAS desde el 2006. Pero, debemos preguntarnos, si pone al desnudo también, los 200 años de vida independiente.

Natalia Aparicio, afirma que desde la creación de la república nunca se diversificó la economía y nunca pudimos dejar atrás la dependencia al extractivismo de los recursos naturales. La causa; afirma ella, es la falta de voluntad política e instituciones fuertes. No contamos con instituciones que siquiera garanticen el Estado de Derecho. Sin duda, muchos analistas coinciden con este análisis.

Bolivia, antes de la independencia contaba con una de las ciudades más prósperas del mundo: Potosí. Ya en la etapa republicana y en la época del estaño, Oruro fue la ciudad que inauguró la modernidad en nuestro país, y contaba en esos años, con varios Bancos internacionales, el primer tren, el primer aeropuerto, el primer billete bancario, teléfono y las mejores casas comerciales del país, entre otras. Sin duda, ser la puerta más cercana al Pacífico, su riqueza minera, y la baja intromisión estatal, jugaron a favor de esta ciudad y del país. Sin embargo, ninguna de estas riquezas promovió un crecimiento acelerado y sostenible en el tiempo. ¿Qué pasó con toda esta riqueza?

En los últimos años, contamos con ingentes riquezas e ingresos por la explotación y exportación de gas, y, nuevamente podemos afirmar exactamente lo mismo, no fuimos capaces de aprovechar esta riqueza para cambiar el rumbo de nuestra economía. El modelo impuesto desde el 2006 exacerbó la destrucción de capital y depredó nuestros recursos naturales y financieros, sin cambiar en lo absoluto la estructura económica y nuestras posibilidades de futuro.

En el mundo, sabemos que las naciones que tuvieron éxito económico se dieron cuenta que la libertad, la propiedad privada y la seguridad jurídica son la base para la creación de riqueza. En la China hace 60 años, se dieron cuenta, por ejemplo, que la propiedad comunal de las tierras era una limitante para que los campesinos la cultiven y se apropien del excedente de su esfuerzo, que el control excesivo del Estado limitaba la libertad económica y que la inversión privada o extranjera era necesaria. Promoviendo el cambio en esa dirección, aumentaron su riqueza en más de 50 veces en 50 años (instauraron un capitalismo de libre mercado).

Sin embargo, el capitalismo de libre mercado (aplicado por China y muchísimos países más) tiene muchas críticas. La principal: “el capitalismo de libre mercado crea pocos ricos, muy ricos y muchos pobres, muy pobres”. Por esta razón el socialismo tiene éxito discursivo, ya que propone “redistribuir la riqueza”, dado que parece injusta esta realidad (concentración de riqueza); pero, ¿cuáles son las razones para que esto suceda?, ¿ha sido evidente esta crítica? ¿Bolivia, ha vivido esta realidad gracias al capitalismo?

Si analizamos con detenimiento la historia de Bolivia, la única constante que nunca cambió en las diferentes etapas denominadas como estatistas, dictaduras, neoliberal o socialistas, ha sido el excesivo poder estatal y de los políticos sobre los agentes económicos o la población en general. Por supuesto, esto tuvo varias connotaciones importantes que explican nuestro subdesarrollo, especialmente en términos de la “apropiación del excedente o de la riqueza”. De hecho, el resultado de toda la vida desde nuestro nacimiento como nación, es que la economía boliviana siempre ha concentrado la riqueza en pocas manos, regularmente, las del “gobierno y sus amigos”. Esto significa, que pocos se apropian del excedente, utilizando el poder político. Por lo tanto, por lo menos en Bolivia, no podemos achacarle al capitalismo de libre mercado, esta constante histórica.

La distribución de la riqueza; según la teoría económica, en un alto porcentaje depende de la distribución primaria de los factores económicos. En términos sencillos y a nivel familiar esto significa que, si una persona hereda una casa y un carro, respecto a otra que no hereda nada, la primera tendrá mayores posibilidades en términos económicos de que le vaya mejor en la vida. Por supuesto, estas diferencias son normales, siempre habrá personas o grupos más favorecidos que otros, pero cuando esta brecha entre unos y otros es demasiado grande, los resultados para el conjunto de la economía, se reflejan en la pobreza, o la imposibilidad del desarrollo.

En una economía, estos factores económicos -además del trabajo-, son los recursos naturales (tierra) y la formación de ahorro que se transforma en inversión (capital), este último, muy relacionado con la apropiación del excedente. En un capitalismo de mercado, la única manera de creación y reproducción de riqueza es a través de la inyección continua de capital, el cual se origina inicialmente con la disponibilidad de recursos naturales en favor de los agentes económicos que luego son transformados y comercializados. Posteriormente, esos ingresos se transforman en excedente, del cual una parte se ahorra y luego se invierte. Sin embargo, cuando un gobierno tiene poder exacerbado, puede evitar o limitar este ciclo de reproducción.

En los últimos 20 años, el gobierno se apropió de todos los recursos naturales, especialmente del gas. Se apropió de los excedentes y gastó los ingresos de manera desmedida. Se olvidó de incentivar la reproducción de capital, y, de hecho, la destruyó. Entonces, un gobierno, puede operar de esta forma, dado su compulsión desesperada de gasto, ya que de esta forma reproduce su poder comprando conciencias. En ese sentido, se explica el crecimiento desmedido del Estado, ya que permite ejercer un control exacerbado sobre los agentes. Conozco mineros en Oruro, que desde hace 20 años siguen solicitando 4 cuadrículas mineras al Estado, sin ningún éxito.

Por otro lado, sin en China tenían tierras comunales, en Bolivia tenemos TCOs (territorios comunitarios). Este es uno de los principales engaños discursivos del MAS, justificado por la ideología indigenista y los supuestos valores de la “comunidad”. Despojó de sus tierras a los campesinos, destruyendo la base que origina la producción y la reproducción de capital.

La primera conclusión es que un modelo socialista convierte a todos los bolivianos en inquilinos en su propio territorio, nos deja sin tierra y sin recursos, o nos limita el acceso a los mismos (burocracia, coimas, extorsiones). ¿Somos dueños de nuestro territorio? ¿los recursos naturales nos pertenecen? O, ¿pertenecen sólo a quienes nos gobiernan?

En conclusión, igualdad de oportunidades significa que, tengamos todos la misma oportunidad de acceder a los factores productivos, especialmente capital y recursos naturales, apropiándonos del excedente, que se genera a partir de nuestro propio esfuerzo. Entonces, si hay marcadas diferencias en riqueza es porque simplemente unos son mejores que otros o se esforzaron más, y no que recibieron favor político para enriquecerse. Pero, ¿cómo cambiamos esta realidad en esta etapa de nuestra historia?

Un primer cambio es una “revolución de propiedad privada”. Jaime Dunn diría, que transitemos de un país de proletarios a propietarios. También podríamos denominar a esta política como un “restablecimiento de los derechos de propiedad”. Las medidas son fáciles: devolvamos las tierras productivas a nuestros campesinos, o sea, propiedad individual de la tierra; y, adicionalmente, como propuso mi amigo Carlos Chalup: que los gremiales sean dueños de sus casetas en los mercados.

Otra de las medidas que permitiría la formación de un mercado de capital y la devolución de la riqueza confiscada por el Estado a los agentes económicos, es la que denominé: “nacionalización de las empresas públicas”.

Las empresas públicas fueron financiadas especialmente por la renta de los recursos naturales (el gas). Siendo que los recursos naturales son de todos los bolivianos (según la CPE), la idea es rescatar y sanear las empresas que tengan posibilidades de obtener utilidades, valorarlas y convertir su propiedad en una sociedad de acciones, mismas que en un porcentaje serán transferidas de manera gratuita a todos los bolivianos. Este paquete accionario luego se pondrá a disposición de los bolivianos en forma de créditos productivos, con acompañamiento técnico. Esta propuesta la discutí y la afiné con Jorge Trujillo, y fue escrita el 2020 y publicada el 2021, en un libro de mi autoría que pueden encontrarlo en redes: “Diagnóstico y Acciones en el Ámbito Productivo – Comercial para la Recuperación Económica. Bolivia 2030”. Pueden revisar en el mismo, muchas más propuestas, y, es más, un candidato presidencial la tomó para su campaña.

Otra medida que me parece pertinente y que sigue el razonamiento presentado, es la propuesta que un día comentó mi amigo Eduardo Campos, denominada: Renta directa por la explotación de recursos naturales. Por años, todos se quejan de que cuando llegan transnacionales se enajenan nuestros recursos naturales y los excedentes sirven sólo a estos empresarios. La idea con esta propuesta es que, dado que somos dueños de los recursos naturales, nosotros también podamos ser dueños de estas empresas extranjeras. Si se realiza una cuantificación de reservas y un estudio de factibilidad del negocio o de la explotación, se puede determinar exactamente el valor del yacimiento. Este cálculo servirá para emitir acciones a nombre de los bolivianos, en el porcentaje que corresponda. El resultado será que cuando la empresa distribuya ganancias, esas rentas deben llegar directamente a la cuenta bancaria de cada uno de nosotros. Entonces, estaremos desesperados y dispuestos de invitar muchos inversores extranjeros dado que el beneficio ya no será sólo para ellos o para los políticos de turno, sino, para todos los bolivianos.

Si bien estas medidas, sientan las bases de un mercado, poniendo a disposición el factor tierra y el factor capital para todos los bolivianos, debemos buscar medidas que faciliten el acceso a los mismos. Esto significa, una nueva administración eficiente de los recursos estatales con cero corrupción. La administración estatal debe estar al servicio del pueblo, y su eficiencia no debería depender de quienes nos gobiernan, sino, de un nuevo modelo de administración que no extorsione, que no limite tu libertad y que sea transparente.

Por ejemplo, la Aduana es un mal endémico, que obviamente no puede desaparecer. Entonces, podemos concesionar su administración a privados, creando, además, competencia. En Oruro, podemos tener 5 aduanas, que seguirán perteneciendo al gobierno, pero serán administradas por privados. Al crear competencia, tendrán que contratar a los mejores profesionales y mejorar su administración en favor de todos los importadores y exportadores, anulando la corrupción. Además, esta medida, reducirá la planilla estatal y quitará el poder extorsivo a los malos políticos.

Sin duda, todas estas propuestas, acompañadas de una reducción en impuestos y aranceles, digitalización y desburocratización del Estado, donde además se descentralice el poder y las competencias de la administración central, configurarán un nuevo futuro para el país, bajo el nuevo paradigma de creación de riqueza. Este es el verdadero cambio que queremos para Bolivia.