Las elecciones presidenciales 2025 muestran un caso paradigmático para el análisis de las dinámicas electorales contemporáneas en Bolivia. La sorpresiva victoria de Rodrigo Paz, que obtuvo el 32,1% de los votos, superó las proyecciones de los sondeos que lo ubicaban entre el 8% y el 9%, y lo llevó al balotaje junto a Jorge «Tuto» Quiroga, que obtuvo el 27%. Esto plantea interrogantes fundamentales sobre la efectividad del sistema de segunda vuelta y los procesos de realineamiento político en democracias frágiles, incluidas algunas observaciones sobre la transparencia electoral. Me gustaría examinar las anomalías electorales observadas, analizar el fenómeno a la luz de la teoría crítica sobre los «mitos» del balotaje, y evaluar las implicaciones para la gobernabilidad democrática en Bolivia.
Primero, se ha podido evidenciar un Voto estratégico de sectores masistas que, como indica el argumento de líderes del MAS, prefirieron apoyar al candidato «menos amenazante» de la oposición, antes que votar por los «neoliberales históricos» (Quiroga, Doria Medina) –según su propia noción de lo neoliberal–. El ascenso de Rodrigo Paz de un rango proyectado del 8-9% a un resultado del 32.1% constituye una anomalía estadística extraordinaria que demanda explicación. La convergencia de varias encuestadoras independientes en proyecciones similares hace estadísticamente improbable un error metodológico masivo, sugiriendo la operación de factores no capturados por los instrumentos convencionales.
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Segundo, se percibe una Crisis de credibilidad electoral y dudas institucionales, luego de que más de diez encuestas convergentes fallaron simultáneamente sin explicación, en el posicionamiento de “un solo candidato” –dado que en el posicionamiento de las otras candidaturas: Andrónico Rodríguez, Manfred Reyes Villa, Jhonny Fernández, Eduardo del Castillo y hasta Doria Medina, no hubo mucha distancia entre encuestas y resultados en votación–. Esto a su vez, sugiere tres escenarios posibles:
- La posibilidad de un «voto dirigido» hacia Rodrigo Paz para evitar que candidatos más «antimasistas», como Samuel Doria Medina o Tuto Quiroga, lleguen al balotaje –aunque sería un porcentaje mínimo o no de la votación total del candidato, nunca la totalidad de su votación–.
- Fallo metodológico masivo, poco probable dado el consenso inter-encuestador, a menos que haya algún “voto oculto”, que muchas veces es una estrategia de las masas que no siempre están dirigidas por un intermediario político reconocido.
- Volatilidad electoral extrema, que se refiere a un cambio de preferencias en los últimos días o semanas.
Tercero, se podría anticipar una legitimidad artificial para la segunda vuelta, tanto para Rodrigo Paz como para Tuto Quiroga. Si Rodrigo Paz, que llegó primero con solo el 32%, está muy lejos de una mayoría natural, su legitimidad dependerá de coaliciones postelectorales frágiles.
Cuarto, desde las dinámicas de poder y realineamiento, los ganadores estratégicos serían: Tuto Quiroga, que consolidó un liderazgo con el 27% frente a Samuel Doria Medina, quien era primero en las encuestas; y Rodrigo Paz, que capitalizó el hartazgo antiestablishment sin ser percibido como una amenaza.
Quinto, los perdedores tácticos fueron: Samuel Doria Medina, puesto que la «guerra sucia» y una posible moderación le costaron el liderazgo del bloque percibido de derecha; Eduardo del Castillo, que representaba la esperanza de renovación del MAS-IPSP; y Andrónico Rodríguez, que habría fracasado como relevo generacional de izquierda.
Sexto, según las implicaciones para la gobernabilidad, el escenario postelectoral presenta altas probabilidades de gobierno dividido: un Congreso fragmentado, sin mayorías claras; coaliciones inestables, basadas en cálculo más que en afinidad ideológica. Aunque las afinidades ideológicas podrían definirse durante la segunda etapa de campaña, esto se haría con poca profundización teórica. Además, la legitimidad se ve un poco cuestionada por las dudas sobre la transparencia electoral.
Y, por último, desde el realineamiento del sistema político, la victoria de Paz marca el agotamiento de algunas coordenadas políticas tradicionales y la emergencia de nuevas divisorias: «élite tradicional» vs. «pueblo o ciudadanos», u «ortodoxia» vs. «capitalismo popular». Es perfectamente posible que, hasta el día de la elección final, se acreciente más la coordenada «izquierda» vs. «derecha», según la percepción del electorado, más que por una estricta clasificación de la congruencia ideológica.
Lorena Gutierrez Marconi – Economista y Politóloga