“Es mejor un final terrible, que un terror sin fin”


 

 



 

“Es mejor un final terrible, que un terror sin fin” – Javier Milei cita a Luis Bonaparte

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Corría el domingo 20 de octubre del año 2019 en Bolivia, cuando se celebraban elecciones democráticas para elegir presidente. Tras el primer escrutinio rápido realizado al final de la jornada y tras un inesperado corte en el sistema de Transmisión de Resultados Electorales Preliminares (TREP), el órgano electoral adjudicaba la victoria a Evo Morales. Contra todo pronóstico, Morales se hacía con el triunfo absoluto, sorteando así cualquier posibilidad de pasar por un escrutinio en segunda vuelta. La ciudadanía consciente de lo que había elegido no se conformó con los resultados y automáticamente se volcó a las calles para reclamar y denunciar lo que, a todas luces, se veía como un fraude electoral.

Ante ese panorama y con los ánimos de la población caldeando el ambiente, el órgano electoral argumentó fallas técnicas y otra serie de explicaciones que no fueron admitidas por la ciudadanía. A lo largo de esa semana se realizaron vigilias en las instalaciones donde se realizaba el recuento de votos y los veedores internacionales, como la OEA o la UE, llegaron a pedir que se desarrolle el balotaje o segunda vuelta.

Finalmente, el Órgano Electoral Plurinacional, tuvo que retroceder y presentó los resultados oficiales una vez finalizado el escrutinio el jueves 24 de octubre, dando a conocer que Morales había alcanzado el 47% de votos, frente al candidato del frente Comunidad Ciudadana, Carlos Mesa G, por lo que los dos debían someterse al balotaje que permitiría a los bolivianos elegir por primera vez en una segunda vuelta electoral, al presidente de la nación.

Durante las jornadas posteriores la desconfianza provocada por la institución responsable de garantizar una elección democrática y transparente fue en aumento, sumada a la irrupción de activistas, analistas, técnicos, periodistas, entre otros que mostraban pruebas, actas y daban una serie de explicaciones consistentes, que daban indicios de que se había cometido un fraude electoral en toda regla, por lo que la ciudadanía decidió exigir que se lleven adelante nuevos comicios, pero esta vez, sin la participación de Evo Morales que se había presentado arbitrariamente y desconociendo los resultados del referéndum celebrado el 21 de febrero de 2016.

Muchos recuerdan como terminó aquel episodio conocido como la “revolución de la pititas”; la renuncia de Evo Morales a la presidencia abrió un nuevo capítulo en la historia democrática del país y reconfiguró el escenario político. La segunda vuelta o balotaje, incorporada en la Constitución Política del Estado el año 2009 no tuvo que aplicarse en aquella oportunidad, pero en la actualidad, será el mecanismo para que la ciudadanía pueda dirimir en las urnas el próximo 19 de octubre, entre los dos candidatos con mayor votación en primera vuelta, para erigirlo en el nuevo presidente de los bolivianos.

Por vez primera en 200 años de vida republicana, Bolivia elegirá a su próximo presidente en una segunda vuelta. La vocación democrática de la ciudadanía mostró una amplia participación el pasado domingo, dejando como resultado el inesperado triunfo del líder de centro-izquierda Rodrigo Paz Pereira, quien no figuraba entre los favoritos de acuerdo a los sondeos de opinión que se habían dado a conocer con anterioridad.

En un escenario marcado por la división política en todos sus frentes, tras dos décadas de predominio socialista encabezado por Evo Morales y el Movimiento al Socialismo, Jorge Quiroga Ramírez (Tuto) expresidente del país, con una propuesta vinculada al centro-derecha, disputará la presidencia del Estado por tercera vez desde que asumiera el cargo el año 2001 tras la renuncia del General Hugo Banzer Suárez.

Dos figuras políticas, con visones diametralmente opuestas, las dos lo bastante conservadoras, tratando de medir el efecto que podría llegar a tener una propuesta más ambiciosa, de corte capitalista o liberal, sin buscar soluciones estructurales que son en buena medida lo que demanda la población. Propuestas tibias, medias verdades y compromiso inverosímiles, impiden en la actualidad que la población decida cuál es la mejor alternativa y continúe la incertidumbre. En contrasentido, han comenzado a proliferar una vez más los ataques, acusaciones, bulos, etc. etc.

Al margen de las propuestas o planes de gobierno de ambos candidatos, la primera vuelta estuvo caracterizada principalmente por los bulos, fakes, insultos, acusaciones, denuncias, descalificaciones, adjetivaciones, peleas, gritos, insultos y muchos “carajos” de por medio –probablemente en un intento de emular los discursos liberales del presidente argentino Javier Milei–, convirtiendo el proceso electoral en un verdadero campo de batalla entre quiénes, de acuerdo a las encuestas, eran los favoritos.

Rodrigo Paz, por su parte, mientras se desencadenaba la “guerra sucia”, estaba más preocupado en resolver la pugna interna de los dirigentes del Partido Demócrata Cristiano (PDC), del cual una facción intentó desconocer los acuerdos alcanzados para que él fuera su candidato, hasta que finalmente pudo imponerse la cordura y logró consolidar un binomio interesante junto al capitán Hedman Lara, en respuesta a una de las demandas más extendidas de la población, que pedía renovación en la política.

La segunda vuelta programada para el próximo 19 de octubre, definirá cuál de los dos candidatos asume la presidencia de Bolivia a partir de noviembre de este año. Una diferencia porcentual de 5 puntos entre el primero y el segundo deja abierta la posibilidad de que cualquiera de los dos pueda conseguir el respaldo de la ciudadanía. Por lo que, la recomendación sería: Que profundicen sus propuestas electorales, planteando soluciones estructurales para el país.

A más de doscientos años vista y en la peor crisis económica, social, política, cultural, identitaria, etc., etc., del país, sería interesante hablar acerca de la “refundación de Bolivia”, pensando en proyectarla rumbo a los desafíos de las décadas venideras. En lo personal mantengo incólume la esperanza, los resultados del pasado domingo animan a pensar que todavía existe una luz en la profundidad del túnel en el que nos han sumido los últimos veinte años, pienso que nada de lo que venga de ahí en adelante puede ser peor, creo que “es mejor un final terrible, que un terror sin fin” (Javier Milei)

Mantengamos firme la esperanza, pronto vendrán tiempos mejores siempre y cuando permanezcamos unidos y sostengamos la fe de la mano, recuerden que: “Estamos acostumbrados a ver al poderoso como si se tratara de un gigante, sólo, porque nos empeñamos en mirarlo de rodillas y ya va siendo hora, de ponerse de pie”.

Por: Carlos Manuel Ledezma Valdez