Guerra identitaria


 

Tenemos doscientos años de historia nacional y aún no logramos construir nuestra Identidad Nacional. Una identidad que es ese sentimiento de pertenencia a un país, ligado a una historia común, ciudadanía y símbolos patrios.



El Estado Plurinacional que gobierna Bolivia por más de veinte años, no avanzo hacia la construcción de esta identidad nacional y cada vez su población está más fragmentada. La boliviana es una población que no logro avanzar hacia la unidad y, por lo contrario, cada grupo afirma y multiplica sus diferencias, las fortalece y se enfrenta a los otros. Es un Estado Pluri Dividido.

La Identidad es la conciencia que una persona o grupo tiene de sí mismo, construida por sus características personales, étnicas, sociales y su sentido de pertenencia. Es aquello que le da pertenencia y continuidad a un individuo o colectivo a lo largo del tiempo. Sin embargo, es importante entender que la identidad puede cambiar con el tiempo por experiencias, aprendizaje, migraciones y avanzar hacia una mejor persona.

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“Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella, no me salvo yo”. Decía José Ortega y Gasset, explicando que la identidad humana no se reduce solo al individuo, sino que está profundamente determinada por el contexto en el que vive. Nuestra identidad y nuestras decisiones no dependen solo de nuestra voluntad o esencia interna, sino también de las condiciones sociales, históricas, culturales y materiales que nos rodean. La “circunstancia” y la transformación del mundo que nos rodea es parte esencial de nuestra realización personal.

Los mestizos q’aras de clase media.
Bolivia es un pueblo mayoritariamente indígena y con una población de origen europeo mestizada durante años, al que los originarios llaman de q’aras. Su educación vinculada con los países europeos y latinoamericanos, les impulso a adoptar mayormente una cultura universal, racional y compartible, más allá del origen étnico. A su vez, el ejemplo de las democracias internacionales le enseño a valorar los derechos humanos y la ciudadanía, más de la etnia. Esta actitud cuando se la aplica favorece la inclusión, el diálogo, la libertad individual.

Este comportamiento tiene, sin embargo, el riesgo de manejar solo una “razón” eurocéntrica y de colonialismo cultural, e ignorar o menospreciar las culturas locales y sus particularidades. Por lo que una actitud positiva es necesariamente una síntesis creativa entre etnia y razón, que puede generar culturas vivas, justas y plurales. Cuando una parte domina sin la otra, suele haber conflicto: Etnia sin razón puede excluir, Razón sin etnia puede colonizar.

La cultura democrática permite convivencia, crítica, cambio y justicia. La etnia proporciona raíces, sentido y particularidad.

Indígenas y política.
Los masistas sienten que no pertenecen a la Nación boliviana, ellos sienten que son aimara-quechua y que los mestizos, los otros son los q’aras. Ellos se mueven, mayormente, no por ideologías políticas sino por su identidad étnica. Y no por raciocinio, sino por “sintiencia” al modo Evo.

En Bolivia la identidad indígena es un componente central y mayoritaria de la vida política, social y cultural del país. Esta identidad étnica está estrechamente vinculada a movimientos sociales, organizaciones comunitarias y proyectos políticos, especialmente desde principios del siglo XXI.
El Movimiento al Socialismo (MAS-IPSP) con asesoramiento del Foro de São Paulo, fue fundado como Instrumento político de los movimientos sociales, especialmente cocaleros e indígenas y Evo Morales fue el primer presidente indígena de Bolivia (2006–2019), y constituye un símbolo de esta identidad politizada.

La sintiencia identitaria que Evo muestra y expresa en sus discursos es Populista, con una conjunción de indigenismo, campesina cocalera, emprendedora, cuentapropista, contrabandista y artesanal, todo en el ámbito de la informalidad, Lucho complementa con las pegas públicas. De ahí que gran parte de la población boliviana se moviliza más por su sentimiento de identidad que por ideología política o modelo económico y, por tanto, el MAS los controla, pues tiene lo indígena, el poder y la coca. El componente étnico de la identidad orienta el voto en las elecciones para optar a los cargos públicos, lo vimos y lo veremos en la próxima Elección nacional.

Quien controla la identidad, controla tu pensamiento y te señala que temer y a quien temer. Y el que moldea tu mente es aún más poderoso que quien solo manda. Lo más importante es el poder.

Superando este sesgo de identidad que ahora prevalece en Bolivia y que como mencionamos antes tiene rasgos étnicos, de género y esencia populista, centralista; la ciudadanía boliviana democrática actuando con racionalidad y unidos tiene la posibilidad de asumir un mejor rumbo para su vida, con libertad, propiedad y responsabilidad.

Es urgente actuar, pues mientras el mito solo promete respuestas fáciles y demagógicas, la razón te obliga a buscar tu propio camino, con esfuerzo, estudio, respeto, responsabilidad, consiguiendo así tus fines y entendiendo que nadie puede regalarte la libertad y la prosperidad.