Hay dos tipos de periodistas que representan un peligro para la ética electoral: el “militante” y el “mercenario”. Expertos advierten que la desinformación es un proceso planificado y que la publicidad condiciona las agendas periodísticas.
Fuente: El Deber
A una semana de las elecciones de 2025, el electorado boliviano enfrenta una ofensiva de desinformación y un recrudecimiento de la “guerra sucia” electoral, desplegada con fines políticos: favorecer a determinadas candidaturas y desacreditar a sus rivales. Así lo advirtieron a EL DEBER varios expertos consultados.
=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas
En el centro de este fenómeno, señalan, se encuentra el papel de periodistas, opinadores, analistas e “influencers” que, motivados por beneficios económicos o de otro tipo, actúan como cajas de resonancia de partidos y organizaciones, difundiendo propaganda disfrazada de información. Esto supone una grave falta de ética profesional y un alejamiento de los principios fundamentales del periodismo, de acuerdo con el balance expuesto para EL DEBER por expertos y periodistas especializados en la cobertuda de sucesos políticos.
El periodista venezolano Hugo Prieto, con trayectoria en medios como El Universal, El Nacional y colaboraciones para The New York Times, define, por ejemplo, con precisión dos perfiles que representan un peligro para la democracia y la libertad de expresión en estos escenarios.
“El primero es el periodista militante, que por convicción ideológica se presta para ser vocero de líderes o partidos que respalda. El segundo, y más peligroso, es el periodista mercenario, que se vende al mejor postor. Hoy lo ves con la izquierda y mañana con la derecha. En ambos casos, el resultado es el mismo: la instrumentalización del periodismo a favor o en contra de una opción política”, explica.
En este contexto, el público recibe un producto presentado como información, pero que en realidad es propaganda encubierta. “Lo que conseguimos es un público descreído, que pierde todo respeto por el servicio informativo. Y es ahí donde se impone un escenario de desinformación. Eso ocurrió en Venezuela desde que el chavismo llegó al poder”, sostiene Prieto.
A s u turno, la presidenta de la Asociación Nacional de Periodistas de Bolivia (ANPB), Zulema Alanes, advierte sobre otro factor que distorsiona la democracia: el manejo de la publicidad como herramienta de presión. “La forma en que se distribuye la pauta condiciona las agendas informativas. No siempre involucra directamente a los periodistas, pero sí a los medios. Y eso es muy preocupante para la libertad de prensa y el derecho de acceso a la información”.
En plena campaña, la estrategia es clara: aumentar el flujo de publicidad hacia medios complacientes y recortarlo a aquellos críticos. Este mecanismo genera un círculo vicioso: se premia la sumisión y se castiga la independencia, moldeando percepciones ciudadanas con propaganda en lugar de debate plural y datos contrastados.
La investigadora de la Fundación Internet Bolivia Eliana Quiroz recuerda que la desinformación es un proceso deliberado: “Siempre es una acción voluntaria y planificada, muchas veces contratada como servicio. Hay actores que financian, diseñan, producen y difunden contenidos falsos o engañosos para dañar a determinados sectores políticos o sociales”.
Por su parte, el analista político José Orlando Peralta subraya que la manipulación mediática y la campaña sucia se potencian en la recta final electoral. “La campaña sucia rompe la ética, la dignidad y el decoro. Distorsiona todo, inventa hechos inexistentes y lo hace a sabiendas, con el único objetivo de dañar. Mucha gente vota en función de mentiras, no de la realidad”, afirma.
En un escenario dominado por la inteligencia artificial, las redes sociales y operadores expertos en manipular opiniones, la pauta publicitaria dirigida a medios “alineados” se convierte en una pieza más del engranaje. La diferencia es que, mientras las campañas sucias en redes pueden ser detectadas y denunciadas, el sesgo de periodistas “pagados” se disfraza de normalidad, erosionando silenciosamente la credibilidad del periodismo y la calidad del voto ciudadano.
SOBRE EL TEMA
Daño como fin
La desinformación es siempre una acción voluntaria y planificada, que pretende hacer daño, y muchas veces es contratada, sostiene Eliana Quiroz.
Responsabilidad
Los comunicadores tienen la responsabilidad de verificar y contrastar la información, de colocar parte y contraparte, señala Zulema Alanes.
Para alterar
La campaña sucia distorsiona la realidad, inventa cosas. Y lo hace a sabiendas, con el único objetivo de dañar al contrario, explica Orlando Peralta.
Fuente: El Deber