La moda, herramienta para la paz en Colombia: cuando víctimas y exguerrilleros trabajan juntos


A medida que la violencia se ha intensificado en los últimos años en Colombia con la creación de varios grupos disidentes de las FARC, algunos intentan consolidar la paz firmada en 2016.

Najet Benrabaa

Modelos con carteles presentan sus creaciones en el desfile de moda Paz-arela, en el que exguerrilleros de las FARC y víctimas del conflicto mostraron sus colecciones en Medellín, Colombia, el 4 de diciembre de 2021. (Foto de ilustración).
Modelos con carteles presentan sus creaciones en el desfile de moda Paz-arela, en el que exguerrilleros de las FARC y víctimas del conflicto mostraron sus colecciones en Medellín, Colombia, el 4 de diciembre de 2021. (Foto de ilustración). AFP – JOAQUIN SARMIENTO

Un grupo de una decena de ex-combatientes de la guerrilla de las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia) se ha lanzado en el sector de la moda, creando una red de confección de prendas de vestir junto con las víctimas del conflicto armado y ciudadanos voluntarios. Hoy, emplea a cientos de ex-guerrilleros y víctimas del conflicto. Esto a pesar del dolor, el miedo, las amenazas de muerte, la estigmatización y la falta de financiación.



En una pequeña casa de dos pisos en el barrio de Bosa, en el sur de Bogotá. Una decena de mujeres están sentadas frente a sus máquinas de coser. Estamos en el taller colectivo Las Soberanas por la Paz. “Tenemos cinco máquinas planas, una botonadora, una máquina collarín, tenemos dos fileteadoras, una mesa de corte, una troqueladora…”, menciona Patricia Piedrahita Carvajal, directora de este taller desde su creación en 2017.

Mientras algunas costureras están delante de las máquinas de coser, otras están escogiendo la ropa del día que van a terminar con la impresión de un dibujo directamente en la camisa o en el jersey. Son dibujos de cómic o de dibujos animados como Snoopy, Los Simpson o Mafalda, el personaje argentino que dice “aquí nadie se rinde” o Bart Simpson diciendo “todo este maldito sistema está mal”. También hay mensajes feministas como “No somos competencia juntas, somos resistencia”.

=> Recibir por Whatsapp las noticias destacadas

“Hace cuatro años creamos la Asociación Asocunt que es una asociación agroecológica donde hay cuatro emprendimientos: Soberanas por la Paz, Aromaticas Kinde, la tienda Suma + Paz, y la Granja Agroecológica. A mí me dijeron que pues que liderara el proyecto textil. Ahí ya nos entregaron las máquinas y empezamos a recibir capacitaciones”, recuerda Patricia.

Para entender un poco tu historia, ella cuenta cuales son las razones por las que ingresó a la guerrilla. “A mí lo que me motivó fue que el Estado colombiano, los paramilitares, asesinaron a mi mamá cuando yo tenía cinco años.

Entonces no es como el pueblo a veces juzga a los excombatientes que dicen que nosotros fuimos asesinos, fuimos secuestradores, no, nosotros para ingresar a la guerrilla, primero fuimos víctimas. Nosotros fuimos víctimas porque nos asesinaron a mi mamá, a toda nuestra familia, nos quemaron la casa, nos sacaron de la casa corriendo después de estar con una y otra familia viviendo.

Ya cuando llegamos a cierta edad nos tocó ingresar a las FARC porque no tuvimos otra oportunidad ni nos dejaron otro camino. Sí, Entonces por donde nosotros íbamos con el solo apellido ya sabían que éramos hijas de un guerrillero. Entonces, ¿qué nos pasó? Nos tocó ingresar a la guerrilla para luchar por nuestros derechos. Yo creo que tenía como unos 16 años”, rememora.

La hermana de Patricia, Rosa Amalia Piedrahita, también formó parte de las FARC. Renunció a su pasado de combatiente para construir una paz sin armas. Ahora está terminando el montaje de una sudadera. “Esta máquina es una fileteadora. Con ella se hacen bordes para que la tela no se despegue, no se descosa y para que la prenda quede confeccionada de la mejor manera. O sea, para que le dé estética a la prenda que se va a confeccionar”, detalla Rosa.

Para las hermanas Piedrahita se acabaron los uniformes militares, las armas y los campamentos en la selva. Ahora son costureras y trabajan junto a civiles. Muchos de sus compañeros son víctimas del conflicto armado y como ellas desean consolidar la paz.

Como Luz Amparo Gaitán Cruz. Ella se unió al taller para capacitar a las mujeres de la organización, supervisa el trabajo del taller y pasa de mesa en mesa durante todo el día para dar sus instrucciones de cómo confeccionar chaquetas, sudaderas con capucha, blusas, polos y ropa deportiva.

“Yo soy del Líbano, Tolima, vengo del campo. También fui nacida y criada en una finca de mis padres. Desde muy pequeñita me ha gustado la confesión. A los siete años me decían en la finca que era una abuelita porque ya sabía tejer a mano”, se rememora Luz Amparo. Durante su niñez, en su pueblo existía la guerrilla del M19 y asegura que les tocaba pagarle a ese grupo armado, lo que localmente se le llama una vacuna. “¿Una vacuna para que? Pues para vivir uno tranquilo, en paz. Eso sí, salía uno de la casa, nada se le perdía”, justifica.

Para ella trabajar con antiguas guerrilleras, firmantes de la paz no ha sido difícil. “Yo no las discrimino por eso ni nada, porque todos somos seres humanos, todos tenemos una vida cotidiana. Entre más las pueda apoyar, pues de mí lo que necesiten, estoy ahí firme”, aduce la experta textil.

Así como el grupo Soberanas se activa en el taller para mantener su compromiso por la paz, muchos exguerrilleros han vuelto a tomar las armas. Ahora conforman los llamados grupos de “disidentes FARC” y, según un informe del 2021 del Instituto de estudios para el desarrollo y la paz (Indepaz), el número de miembros de esta guerrilla disidente rondaría los 5.500 combatientes.

A pesar de todo, Patricia y sus colegas aseguran que no se rendirán. Se concentran en su proyecto y en la venta de sus productos. Una parte la encontramos en el centro de la ciudad de Bogotá, en un centro comercial llamado Mercado Concordia. Allí hay una tienda dedicada a lo que producen los ex-guerrilleros y víctimas del conflicto armado. También se pueden comprar otros productos como el biche, una bebida ancestral de los afrodescendientes en el pacífico colombiano, hecha de caña de azúcar. También se destacan productos locales como la cerveza La trocha así como cafés de varias regiones del país.

La tienda se llama SUM+PAZ y su responsable es Béatrice Arenas. Ella vende lo que fabrican los excombatientes y víctimas del conflicto que forman parte del llamado proceso de reintegración a la vida civil.  “Siempre el objetivo es ayudarles a vender sus productos para el proceso de reincorporación de ellos y de sus familias”, explica Beatriz.

“Esta tienda la frecuentan más los extranjeros por ser esto turístico. Entonces acá es muy poco el mismo nativo de acá que la conoce porque no se atreven ni tan siquiera a subir por acá. No conocen ni la historia de de esta plaza como está remodelada, pues hay muchos todavía con ese resentimientos, porque al uno decirles a muchos a estos son proyectos de excombatientes que fueron de las FARC, pues ahí hay muchos, dicen no, pues ellos le hicieron mucho daño al país y enseguida ahorita vienen a vender. Entonces eso es falta de que también las personas aprendan a perdonar desde el corazón”, puntualiza la vendedora.

La RENA-C no es la única red que propone esta construcción de la paz a través de la producción textil. Hay muchas marcas, muchos proyectos que se iniciaron justo después de la firma de los acuerdos de paz en 2016 y son completamente independientes. Uno de ellos se llama “Manifiesta” y se encuentra también en Bogotá.

Por su parte, la red RENA-C se ha extendido a varias ciudades del país. Y su sede abrirá pronto en Medellín. La red está financiada por organismos internacionales y suma alrededor de 300 exguerrilleros distribuidos en 32 talleres, y más de 1.200 civiles.

Su principal desafío ahora es abrir más tiendas, vender más para perennizar el proyecto. Un desafío a la altura del haber logrado reunir en un mismo taller, cara a cara, a exguerrilleros y a sus víctimas.