Lecciones de una elección… y Venezuela


Estamos a dos semanas de la primera vuelta para las próximas elecciones generales y me queda sólo una opción más —el siguiente fin de semana— para escribir sobre las elecciones. En 14 días iremos a las urnas y hoy me preocupo de lo que no he dicho y, quizás, pudo ser importante; lo cierto es que el trabajo del opinador es decir qué piensa y, en el mío además, aclarar lo que pudiera confundir en las encuestas porque no he hecho campaña alguna a favor de uno u otro candidato —creo que ningún opinador y analista que se tilde de serio lo haría a no ser que estuviera muy desesperado por sus preferencias… pero eso es harina de otro costal... con gorgojos la harina.

Hoy retomaré los análisis de encuestas —en este caso la de CIES MORI para UNITEL difundida el pasado 30— y sólo lamentaré que la de SPIE Consulting con el especialista José Luis Gálvez para El Deber no pueda esperarla porque se difundirá esta noche (Redacciones mandan enviar viernes); no obstante, como explicaré, no creo en diferencias repentinas.

Utilizando resultados ponderados* para los valores obtenidos por los candidatos durante las cinco últimas encuestas (El Deber el 17/6 y 16/7, Red UNO el 27/6 y UNITEL el 13 y el 30/7), los dos más favorecidos: Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga, se han mantenido en sus dos lugares preferentes con diferencias que (excepto en la hecha por Captura Consulting para Red UNO que ofreció el 3,5 % de diferencia, también con los resultados más bajos) están entre 0,8 % y 2,5 % y que, por ende, podemos considerar dentro (o muy cerca) del margen de error anunciado del 2,2 %; con resultados durante un mes y medio (17/6 al 30/7) del 28,5, 22,6, 24,3, 28,6 (estas ponderadas sin NGP, al igual que para los demás candidatos) y el 27,6 % (esta ponderada además sin Copa) para Doria Medina (promedio del 26,3 %) y del 26,0, 19,1, 23,5, 27,2 y el 25,2 % para Quiroga  (promedio del 24,2 %), podemos considerar una tendencia estable para ambos candidatos.



* Como mencioné en columnas anteriores, el resultado ponderado es aquel que calcula el resultado de un candidato sobre el 100 % de votos válidos (sin blancos ni nulos); por supuesto, los indecisos remanentes se decantarán el día de votación por algún candidato.

Muy distinta la situación para Andrónico Rodríguez en el mismo período y encuestas, que descendió del 17,3, 15,8, 15,3, 10,9 hasta el 7,8 % en la última, cumpliendo así Rodríguez progresivamente con las predicciones: no era un candidato por sí; no tenía experiencia; era manejado por las roscas neomarxista española (Zapatero y PODEMOS) y la sociata veintiunera de este lado; en Bolivia (sin el aura protectora de Morales) dependía de García Linera, y, de yapa y como en el dicho, “el pez muere por la boca” con sus desaciertos y dubitaciones en entrevistas y huyendo de debates. Los demás candidatos son residuales (o casi, como Reyes Villa hasta ahora) y es probable que haya varias tiendas que pierdan su personería.

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No me asustan las categorías residuales: Blanco, Nulo e Indecisos. Los indecisos han venido variando en las mencionadas cinco encuestas (sin ponderación) entre el 17,5, 27,9, 32,0, 24,6 y el 34,1 % (promedio del 22,7 %), siendo los indecisos el 3,5, 17,8 (Red UNO), 14,7, 7,0 y 15,9 %. Las dos primeras categorías “reales” (en la votación) se ponderarán entre los válidos y los Indecisos se definirán. (Creo que más que verdadera indecisión, es la espera a último momento para decidir por cuál sería el presunto “ganador” y sumársele, lo que le daría un plus de oportunidad a este candidato favorecido). Más preocupante me sería la abstención, promovida por el evismo; aunque este aspecto no influye en los resultados válidos, si puede darle mayor o menor legitimidad al ganador (o ganadores, refiriendo a primera vuelta).

Y mencionando elecciones, las presidenciales de Venezuela fueron hace un año, el 28 de julio. Todo el mundo (excepto los que quieren ver a otro lado, como sus cómplices masistas) quedó convencido del megafraude y del robo descarado, del triunfo a la oposición (el 70 % demostrado con actas), de la persecución de los que protestaron. Y, a pesar de las sanciones, del repudio generalizado y de las condenas —amplias, continuadas, masivas—, el régimen de la narcodictadura venezolana, con la complicidad de algunos gobiernos de la Región y otros extrarregionales (China, Rusia, Irán), se ha mantenido aferrado, asaz firmemente, al Poder. Las pasadas elecciones regionales de Venezuela en mayo —sin ninguna trasparencia— fueron una constatación del repudio al madurismo (hermano umbilical del masismo) cuando sólo el 13,6 % (datos opositores; el oficialismo dio como exitoso un írrito 27,9 %) de los 21,5 millones de electoras habilitados fueron a votar.

 En la confianza que la movilización y control de la sociedad civil boliviana no va a permitir otro 2019 ni un 2024 a la Madura, el 17 de agosto y el 19 de octubre haremos Nueva la Historia, inspirados en los patriotas que en 1825 independizaron las cinco provincias de El Alto Perú para constituir el 13 de octubre la República de Bolivia, hermana de Venezuela.